Las cuestiones y dilemas éticos que surgen en la práctica y en la ciencia de la medicina del trabajo se derivan de la recogida, almacenamiento, análisis y utilización de información sobre personas concretas. Estos procesos pueden llevarse a cabo de una manera sistemática, o bien para un fin concreto, para mejorar la salud y la calidad de vida de los trabajadores o las condiciones de trabajo. Son motivos en sí mismos que tienen siempre una importancia fundamental para la salud en el trabajo. Sin embargo, esta información puede utilizarse también para prácticas selectivas que pueden llegar a ser discriminatorias si se aplican, por ejemplo, a la selección de personal o al reparto de tareas. La información obtenida de las historias clínicas o de los archivos personales plantea, en principio, la posibilidad de que se utilice en contra del individuo de una manera inaceptable o que viole los principios éticos fundamentales.
La información puede estar compuesta de datos y observa- ciones registrados en exploraciones médicas previas a la contra- tación o en programas rutinarios de vigilancia de la salud o de exploración selectiva. Este tipo de programas o rutinas suelen ser introducidos por las propias empresas o motivados por requi- sitos legales. La información puede incluir también los datos recogidos en las consultas médicas a las que acuden las personas afectadas. Una fuente de información que tiene un interés espe- cial en el campo de la medicina del trabajo es el control bioló- gico de las exposiciones en el lugar de trabajo.
En el ejercicio de la medicina del trabajo, así como en las investigaciones que se realizan en este campo, se recogen y documentan diferentes tipos de observaciones que a la larga se utilizan en mayor o menor medida. La información puede referirse a estados de salud en el pasado o a comportamientos relacionados con la salud, como el absentismo por enfermedad. También puede contener observaciones sobre síntomas y resultados de reconocimientos médicos y pruebas de laboratorio. Este último tipo de información puede referirse a la capacidad funcional, la fuerza muscular, la resistencia física o las destrezas cognitivas o intelectuales del trabajador y puede contener también evaluaciones de diferentes aspectos del rendimiento. La información puede contener también, en el extremo opuesto del espectro de la salud, datos sobre problemas de salud, minusvalías, estilos de vida extremos, consumo de alcohol, drogas y otros productos tóxicos, etc. Aunque muchos de estos datos resultan relativamente triviales o inocuos por separado, cuando se combinan y se recopilan con carácter continuo a lo largo del tiempo pueden llegar a proporcionar una descripción muy detallada y extensa de las características de una persona.
La información se puede registrar y almacenar utilizando diferentes métodos. En el caso de los archivos que contienen información individual sobre las personas, el método más habi- tual consiste en rellenar a mano las fichas. También se pueden utilizar bases de datos informatizadas, empleando cintas magné- ticas o disquetes para guardar la información. Puesto que la capacidad de memoria de estos archivos informatizados es enorme, las bases de datos constituyen en sí mismas una posible amenaza para la integridad personal. La información que se almacena en estos bancos de datos, registros y ficheros, si cae en manos de personas sin escrúpulos, puede convertirse en un instrumento de poder y utilizarse en perjuicio de la persona en cuestión.
La definición del tipo de información que debe tener o no carácter confidencial queda fuera del ámbito de este artículo. Tampoco es nuestra intención dar aquí una definición funcional del concepto de la integridad personal o proponer un esquema detallado para juzgar qué información ha de considerarse más o menos confidencial con respecto a los principios éticos fundamentales. Eso sería sencillamente imposible. La sensibilidad de la información en este sentido depende del contexto y de muchos otros factores. Lo que sí es importante es aplicar los principios éticos fundamentales a la hora de tratar cuestiones sobre cómo, por quién y en qué circunstancias se tratan estos datos y ese tipo de información.
La información puede estar compuesta de datos y observa- ciones registrados en exploraciones médicas previas a la contra- tación o en programas rutinarios de vigilancia de la salud o de exploración selectiva. Este tipo de programas o rutinas suelen ser introducidos por las propias empresas o motivados por requi- sitos legales. La información puede incluir también los datos recogidos en las consultas médicas a las que acuden las personas afectadas. Una fuente de información que tiene un interés espe- cial en el campo de la medicina del trabajo es el control bioló- gico de las exposiciones en el lugar de trabajo.
En el ejercicio de la medicina del trabajo, así como en las investigaciones que se realizan en este campo, se recogen y documentan diferentes tipos de observaciones que a la larga se utilizan en mayor o menor medida. La información puede referirse a estados de salud en el pasado o a comportamientos relacionados con la salud, como el absentismo por enfermedad. También puede contener observaciones sobre síntomas y resultados de reconocimientos médicos y pruebas de laboratorio. Este último tipo de información puede referirse a la capacidad funcional, la fuerza muscular, la resistencia física o las destrezas cognitivas o intelectuales del trabajador y puede contener también evaluaciones de diferentes aspectos del rendimiento. La información puede contener también, en el extremo opuesto del espectro de la salud, datos sobre problemas de salud, minusvalías, estilos de vida extremos, consumo de alcohol, drogas y otros productos tóxicos, etc. Aunque muchos de estos datos resultan relativamente triviales o inocuos por separado, cuando se combinan y se recopilan con carácter continuo a lo largo del tiempo pueden llegar a proporcionar una descripción muy detallada y extensa de las características de una persona.
La información se puede registrar y almacenar utilizando diferentes métodos. En el caso de los archivos que contienen información individual sobre las personas, el método más habi- tual consiste en rellenar a mano las fichas. También se pueden utilizar bases de datos informatizadas, empleando cintas magné- ticas o disquetes para guardar la información. Puesto que la capacidad de memoria de estos archivos informatizados es enorme, las bases de datos constituyen en sí mismas una posible amenaza para la integridad personal. La información que se almacena en estos bancos de datos, registros y ficheros, si cae en manos de personas sin escrúpulos, puede convertirse en un instrumento de poder y utilizarse en perjuicio de la persona en cuestión.
La definición del tipo de información que debe tener o no carácter confidencial queda fuera del ámbito de este artículo. Tampoco es nuestra intención dar aquí una definición funcional del concepto de la integridad personal o proponer un esquema detallado para juzgar qué información ha de considerarse más o menos confidencial con respecto a los principios éticos fundamentales. Eso sería sencillamente imposible. La sensibilidad de la información en este sentido depende del contexto y de muchos otros factores. Lo que sí es importante es aplicar los principios éticos fundamentales a la hora de tratar cuestiones sobre cómo, por quién y en qué circunstancias se tratan estos datos y ese tipo de información.
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