jueves, 21 de abril de 2011

Cuestiones relacionadas con la epidemiología del trabajo

En los artículos de este capítulo se describen los principios y las herramientas de la investigación epidemiológica. Dichos artículos se centran en la evaluación de la exposición experimentada por los trabajadores y en las enfermedades que aparecen en estas poblaciones. En este capítulo se plantean también otras cues- tiones relacionadas con la elaboración de conclusiones válidas sobre las posibles relaciones causales entre la exposición a sustancias peligrosas y la aparición de enfermedades.
Determinar la historia de las exposiciones a las que ha estado sometida una persona durante toda su vida laboral constituye el núcleo de la epidemiología del trabajo. La información que puede facilitar un estudio epidemiológico depende, en primer lugar, de la calidad y la extensión de los datos disponibles sobre la exposición. En segundo lugar, los efectos en la salud (o las enfermedades) que interesan al epidemiólogo del trabajo tienen que determinarse con exactitud en un grupo de trabajadores claramente definido y accesible. Finalmente, el epidemiólogo debe disponer de datos sobre otros factores que puedan influir en la enfermedad de interés, de manera que cualquier efecto de las exposiciones profesionales que se demuestre en el estudio pueda atribuirse a la exposición profesional per se, en lugar de a otras causas conocidas de la enfermedad en cuestión. Por ejemplo, en un grupo de trabajadores expuestos a una sustancia química de la que se sospecha que produce cáncer de pulmón, es posible que algunos trabajadores fumen o hayan fumado, siendo esto otra causa de cáncer de pulmón. En este caso, los epidemió- logos del trabajo tienen que determinar qué exposición (o qué factor de riesgo: la sustancia química, el tabaco o una combina- ción de los dos) es responsable del aumento de riesgo de cáncer de pulmón en el grupo de trabajadores estudiado.

miércoles, 20 de abril de 2011

Epidemiología del trabajo (III)

En estas personas, la enfermedad parece tener su origen en el hollín que se introduce en los pliegues del escroto; en principio, no parece ser una enfermedad de origen sexual(...) en este caso las personas son jóvenes y su estado de salud es bueno, al menos al principio; la enfermedad les sobreviene por su profesión y, con toda probabilidad, por causas locales; esta última circunstancia puede presuponerse por el hecho de que siempre afecte a la misma zona. Todo ello hace que sea (en principio) un caso muy diferente del cáncer que aparece en un hombre de edad avanzada.

Esta primera descripción que se realizó de un cáncer profesional sigue siendo un modelo de lucidez. Se define claramente la naturaleza de la enfermedad, la profesión de los enfermos y el agente etiológico probable. Se indica una mayor incidencia de cáncer de escroto en los deshollinadores, aunque no se aportan datos cuantitativos para fundamentar esta afirmación.
Cincuenta años después, Ayrton-Paris observó en 1822 (Ayrton-Paris 1822) una elevada frecuencia de cáncer de escroto en los fundidores de cobre y estaño de Cornwall y supuso que el humo de arsénico podría ser el agente etiológico. Von Volkmann publicó en 1874 un informe sobre los tumores de piel en los trabajadores expuestos a parafina en Sajonia y, poco después, en
1876, Bell sugirió que el petróleo de esquisto bituminoso producía cáncer de piel (Von Volkmann 1874; Bell 1876). A partir de entonces, los informes sobre el origen profesional del cáncer se hicieron cada vez más frecuentes (Clayson 1962).
Una de las primeras enfermedades profesionales descritas fue el cáncer de pulmón en los mineros de Schneeberg (Harting y Hesse 1879). Un reciente estudio de casos ha demostrado que la epidemia de cáncer de pulmón en Schneeberg sigue siendo un grave problema de salud pública más de un siglo después de que se observara por primera vez, en 1879. En la historia de la medi- cina del trabajo pueden encontrarse algunos intentos de identi- ficar un “incremento” en la enfermedad e incluso de cuantificarlo. Por ejemplo, como recuerda Axelson (1994), W.A. Guy estudió en 1843 la “tisis pulmonar” en los trabajadores de las imprentas y observó un riesgo mayor en los tipógrafos que en los prensistas; para ello utilizó un diseño similar al de los estu- dios de casos y controles (Lilienfeld y Lilienfeld 1979). Sin embargo, hasta principios del decenio de 1950 no se empezaron a desarrollar la epidemiología moderna y su metodología. Las principales contribuciones a este desarrollo fueron los estudios del cáncer de vejiga en trabajadores expuestos a colorantes (Case y Hosker 1954) y del cáncer de pulmón en trabajadores expuestos a gases (Doll 1952).

martes, 19 de abril de 2011

Epidemiología del trabajo (II)

El papel etiológico que las exposiciones profesionales pueden desempeñar en el desarrollo de enfermedades, lesiones y muerte prematura se identificó hace ya mucho tiempo y forma parte de la historia de la epidemiología. En el año 1700, Bernar- dino Ramazzini, el fundador de la medicina del trabajo y uno de los primeros en resucitar y ampliar la tradición hipocrática según la cual la salud depende de factores externos naturales, escribió en su “De Morbis Artificum Diatriba” (Ramazzini 1705; Saracci 1995):
El médico tiene que hacer muchas preguntas a sus pacientes. Hipócrates dice en De Affectionibus: “A una persona enferma se le debe preguntar qué le duele, por qué razón, desde hace cuántos días, qué come y cómo son sus deposiciones. A todas estas preguntas debe añadirse otra: ¿En qué trabaja?”
Este resurgimiento de la observación clínica y de la atención a las circunstancias que rodean la aparición de una enfermedad llevaron a Ramazzani a identificar y describir muchas de las enfermedades profesionales que más tarde serían estudiadas por los médicos y epidemiólogos del trabajo.
Aplicando este enfoque, Pott fue el primero en sugerir en
1775 (Pott 1775) la posible relación entre un cáncer y una profe- sión (Clayson 1962). Sus observaciones sobre el cáncer de escroto en los deshollinadores empezaban con una descripción de la enfermedad y continuaban así:
El destino de estas personas es particularmente sombrío: en su infancia suelen recibir un trato brutal y, si no mueren de hambre y frío, se ven obligados a introducirse en estre- chas chimeneas, algunas de ellas todavía calientes, en las que sufren contusiones, quemaduras y asfixia. Cuando llegan a la pubertad, son particularmente propensos a desarrollar una de las enfermedades más molestas, dolorosas y mortales. Sobre esta última circunstancia, ya no existe ninguna duda, aunque quizás no se le haya prestado suficiente aten- ción para darla a conocer. Otras personas desarrollan cáncer en esas mismas partes del cuerpo; pero lo mismo ocurre con el cólico de Poitou y la consiguiente parálisis, que afecta a otras personas además de a los trabajadores del plomo, aunque éstos sean particularmente propensos a la enfer- medad; y lo mismo ocurre con los deshollinadores para el cáncer de escroto y de testículos.

lunes, 18 de abril de 2011

Epidemiología del trabajo (I)

La epidemiología del trabajo se ha definido como el estudio de los efectos de las exposiciones en el lugar de trabajo sobre la frecuencia y distribución de enfermedades y lesiones en la población. Por consiguiente, se trata de una disciplina orientada a la exposición, que mantiene vínculos con la epidemiología y con la higiene industrial (Checkoway y cols. 1989). Como tal, utiliza métodos similares a los empleados por la epidemiología en general.
El principal objetivo de la epidemiología del trabajo es la prevención, mediante la identificación de las consecuencias para la salud, de las exposiciones en el lugar de trabajo. Este objetivo subraya el enfoque preventivo de la epidemiología del trabajo. De hecho, todas las investigaciones realizadas en el campo de la salud y seguridad en el trabajo deberían tener fines preventivos. Por consiguiente, los conocimientos epidemiológicos pueden y deben ser aplicados rápidamente. Aunque el interés de la salud pública debe prevalecer siempre en la investigación epidemioló- gica, pueden existir otros intereses creados. Los investigadores deben tomar precauciones para reducir al mínimo su influencia en el diseño, desarrollo e interpretación de los estudios (Soskolne
1985; Soskolne 1989).
Un segundo objetivo de la epidemiología del trabajo es utilizar los resultados obtenidos en entornos específicos para reducir o eliminar peligros en el conjunto de la población. Así pues, además de facilitar información sobre los efectos para la salud de las exposiciones en el lugar de trabajo, los resultados de los estudios de la epidemiología del trabajo sirven también para estimar el riesgo de la población general sometida a dosis menores de las mismas exposiciones. La contaminación ambiental provocada por procesos y productos industriales suele generar niveles más bajos de exposición que los experimentados en el lugar de trabajo.
La epidemiología del trabajo puede aplicarse a distintos niveles:

• Vigilancia para describir la aparición de enfermedades en diferentes categorías de trabajadores y proporcionar las primeras señales de advertencia de peligros profesionales desconocidos.
• Generación y puesta a prueba de una hipótesis sobre el efecto nocivo de determinada exposición y la cuantificación de dicho efecto.
• Evaluación de una intervención (por ejemplo, una medida preventiva como la reducción de los niveles de exposición) midiendo los cambios en el estado de salud de una población a lo largo del tiempo.

domingo, 17 de abril de 2011

Aplicaciones prácticas del control biológico: Factores de interferencia (II)

Se dispone de menos datos acerca de los posibles efectos de los fármacos sobre los niveles de los indicadores biológicos. Se ha demostrado que la aspirina puede interferir en la transforma- ción biológica de xileno en ácido metilhipúrico, y que el fenilsa- licilato, fármaco muy utilizado como analgésico, puede aumentar de forma significativa los niveles urinarios de los fenoles. El consumo de antiácidos con aluminio puede elevar los niveles plasmáticos y urinarios de este metal.
Se han observado diferencias marcadas en distintos grupos étnicos en cuanto al metabolismo de disolventes muy utilizados, como el tolueno, el xileno, el tricloroetileno, el tetracloroetileno y el metilcloroformo.
Estados patológicos adquiridos pueden modificar los niveles de los indicadores biológicos. El órgano crítico puede compor- tarse de forma anómala con respecto a las pruebas de control biológico, debido tanto a la acción específica del agente tóxico como a otras razones. Un ejemplo de situaciones del primer tipo es el comportamiento de los niveles urinarios de cadmio: cuando se produce una enfermedad tubular causada por el cadmio, la excreción urinaria aumenta mucho y los niveles de la prueba ya no reflejan el grado de exposición. Un ejemplo del segundo tipo de situación es el aumento de los niveles de protoporfirina eritro- citaria observado en los sujetos con déficit de hierro y sin absor- ción anormal de plomo.
Modificaciones fisiológicas de los medios biológicos la orina, por ejemplo, en los que se basan las determinaciones de los indicadores biológicos, pueden modificar los valores de la prueba. Con fines prácticos, sólo es posible obtener muestras puntuales de orina de los individuos durante el trabajo, y dado que la densidad de estas muestras puede variar, significa que los niveles del indicador pueden fluctuar mucho en el curso de un sólo día.
Para obviar esta dificultad es aconsejable eliminar las mues- tras excesivamente diluidas o concentradas, según unos valores de densidad relativa o de creatinina seleccionados. En particular, se debe desechar la orina con una densidad relativa inferior a
1.010 o superior a 1.030, o con una concentración de creatinina inferior a 0,5 g/l o superior a 3,0 g/l. Diversos autores proponen también ajustar los valores de los indicadores de acuerdo con la densidad relativa o expresar esos valores de acuerdo con el contenido urinario de creatinina.
Los cambios patológicos en los medios biológicos también afectan considerablemente a los valores de los indicadores bioló- gicos. Por ejemplo, en los sujetos anémicos expuestos a metales
(mercurio, cadmio, plomo, etc.), los niveles sanguíneos del metal pueden ser inferiores a los que serían de esperar de acuerdo con la exposición; ello es debido al bajo número de eritrocitos existentes para transportar el metal tóxico por la circulación sanguínea.
Por tanto, cuando las determinaciones de sustancias tóxicas o de sus metabolitos unidos a los eritrocitos se realizan en sangre total, siempre es aconsejable determinar el hematócrito, que proporciona una medida del porcentaje de células sanguíneas en la sangre total.

sábado, 16 de abril de 2011

Aplicaciones prácticas del control biológico: Factores de interferencia (I)

La utilización correcta de los indicadores biológicos requiere un conocimiento exhaustivo de aquellos factores que, aunque inde- pendientes de la exposición, pueden afectar a los niveles de los indicadores biológicos. Los tipos más importantes de factores de interferencia son los siguientes.(Alessio, Berlin y Foà 1987).
Factores fisiológicos, tales como la dieta, el sexo, y la edad, por ejemplo, pueden influir en los resultados. El consumo de pescado y mariscos puede aumentar los niveles de arsénico en orina y de mercurio en sangre. Los valores de la protoporfirina eritrocitaria son significativamente mayores en las mujeres que en los varones con los mismos niveles sanguíneos de plomo. Los niveles de cadmio urinario aumentan con la edad.
Entre los hábitos personales que pueden distorsionar los niveles de los indicadores son particularmente importantes el consumo de tabaco y el de alcohol. El tabaquismo puede ocasionar la absorción directa de sustancias presentes de forma natural en las hojas del tabaco (p. ej., cadmio), o de contami- nantes presentes en el medio ambiente de trabajo que se han depositado en los cigarrillos (p. ej., plomo), o de productos de combustión (p. ej., monóxido de carbono).
El consumo de alcohol puede influir en los niveles de los indi- cadores biológicos, ya que en las bebidas alcohólicas están presentes de forma natural sustancias como el plomo. Los grandes bebedores, por ejemplo, muestran niveles sanguíneos de plomo superiores a los de sujetos control. La ingestión de alcohol puede interferir con la biotransformación y la eliminación de compuestos industriales tóxicos; con una dosis única, el alcohol puede inhibir el metabolismo de numerosos disolventes, como el tricloroetileno, el xileno, el estireno y el tolueno, por su competi- tividad con las enzimas esenciales tanto para la metabolización del etanol como de los disolventes. La ingestión regular de alcohol puede afectar también al metabolismo de los disolventes en forma totalmente distinta, acelerando el metabolismo de los mismos, posiblemente por inducción del sistema oxidante de los microsomas. Dado que el etanol es la principal sustancia capaz de producir interferencia metabólica, es aconsejable determinar los indicadores de exposición a disolventes sólo en aquellos días en los que no se ha consumido alcohol.

viernes, 15 de abril de 2011

Aplicaciones practicas del control biologico: Momento del muestreo

Para seleccionar el momento del muestreo es preciso tener en cuenta los diferentes aspectos cinéticos de la sustancia química; en particular, hay que conocer su absorción por los pulmones, el tracto gastrointestinal y la piel, su distribución posterior a los distintos compartimientos del organismo, su biotransformación y, finalmente, su eliminación. También es importante saber en qué lugares del organismo se puede acumular.
Con respecto a la exposición a sustancias orgánicas, el momento de recogida de las muestras biológicas es lo más importante, dada la diferente velocidad de los procesos metabó- licos implicados y, en consecuencia, la excreción más o menos rápida de la dosis absorbida.

jueves, 14 de abril de 2011

Aplicaciones prácticas del control biológico

La aplicación práctica de un programa de control biológico requiere información sobre: (1) el comportamiento de los indicadores utilizados en relación con la exposición, especialmente de los relativos al grado, la continuidad y la duración de la exposición, (2) el intervalo entre el fin de la exposición y la medición de los indicadores, y (3) los factores fisiológicos y patológicos distintos a la exposición que pueden alterar los niveles de los indicadores.
En los artículos siguientes se describe el comportamiento de diversos indicadores biológicos de dosis y efecto utilizados para controlar la exposición profesional a sustancias ampliamente utilizadas en la industria. Se evalúan la utilidad práctica y los límites de cada sustancia, prestando particular atención al momento del muestreo y a los factores de interferencia. Tales consideraciones serán útiles al establecer criterios para la selección de una prueba biológica.

miércoles, 13 de abril de 2011

INDEMNIZACION POR ACCIDENTES DE TRABAJO: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS (IV)

Resumiendo, la naturaleza y magnitud del riesgo en el lugar o el puesto de trabajo se pueden inferir del análisis de los datos generados por las indemnizaciones abonadas a los trabajadores empleando ciertas variables, como la presencia de agentes potencialmente nocivos (químicos, físicos biológicos, etc.), las características de los trabajadores expuestos, las circunstancias en el momento de la exposición (por ejemplo, la naturaleza, intensidad y duración de ésta), los efectos fisiopatológicos sobre el trabajador, la gravedad e irreversibilidad de la enfermedad o incapacidad resultante, y la distribución de los casos por sectores, puestos de trabajo y lugares de trabajo. La identifica- ción y clasificación de los riesgos potenciales permite el desa- rrollo de programas destinados a eliminarlos o controlarlos. Con la aplicación de estos programas puede reducirse la incidencia de las enfermedades y lesiones relacionadas con el trabajo, lo cual no sólo redunda en beneficio de los trabajadores, sino que contribuye igualmente a reducir las cargas financieras, directas o indirectas que, de otra forma, han de ser soportadas por la empresa.
Trataremos de demostrar que las conexiones entre los casos en que se ha pagado indemnización, la evaluación del riesgo, los esfuerzos en favor de una prevención eficaz y la reducción de las cargas financieras de las empresas no suelen ser tan sencillas como se suele creer. Además, se examinarán diversas propuestas formuladas por médicos del trabajo, abogados y ergónomos con el objeto de enriquecer nuestro conocimiento de los riesgos, aumentar la seguridad en puesto de trabajo y hacer que los sistemas de compensación por accidentes de trabajo sean más justos.

martes, 12 de abril de 2011

INDEMNIZACION POR ACCIDENTES DE TRABAJO: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS (III)

No obstante, tal esquema no ha funcionado excesivamente bien en el campo de las enfermedades profesionales. En estos casos, la relación entre los peligros existentes en el lugar de trabajo y la enfermedad del trabajador suele ser mucho más sutil y compleja, debido tanto al período, a menudo largo, de latencia entre la exposición y los primeros síntomas como a los efectos contradictorios de factores tales como el estilo de vida y los hábitos del trabajador (por ejemplo, el consumo de tabaco), y el desarrollo simultáneo de enfermedades no relacionadas con el trabajo. (Por lo demás, estas últimas pueden verse propiciadas, agravadas e incluso precipitadas por determinadas exposiciones en el lugar de trabajo que, en ciertos casos, justifican su cobertura por parte de los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo).
El presente artículo se centra, inicialmente, en la validez de dos hipótesis vinculadas entre sí:
1. Los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo pueden desarrollar programas de prevención basados en evaluaciones del riesgo presente en los lugares de trabajo, a partir del análisis de los datos generados por los accidentes y lesiones por los que se ha abonado una indemnización.
2. Los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo pueden ofrecer importantes incentivos financieros (por ejemplo, bonificaciones en las primas o sistemas bonus malus) para inducir a las empresas a implantar sistemas de preven- ción eficaces (Burger 1989).

lunes, 11 de abril de 2011

INDEMNIZACION POR ACCIDENTES DE TRABAJO: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS (II)

Los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo se basan en la responsabilidad objetiva y en ellos sólo se exige al trabajador que cumplimente una solicitud en la forma estable- cida y acredite que la lesión o la incapacidad está “relacionada con el trabajo”, de acuerdo con la definición dada a este concepto en la legislación reguladora del sistema en el país en cuestión. Los recursos financieros necesarios se obtienen de fondos constituidos por un organismo oficial. Estos fondos se nutren de impuestos que pagan las empresas, de mecanismos de seguro obligatorio financiados con las cotizaciones abonadas por las mismas, o según otros sistemas en los que se combinan ambos métodos en medida variable. La estructura y el funciona- miento de los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo se exponen en profundidad en el capítulo redactado por Ison.
A pesar de algunas lagunas y deficiencias que han justificado diversas modificaciones legislativas y reglamentarias a lo largo del siglo pasado, los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo han desempeñado bastante bien su función de cubrir las necesidades de los trabajadores lesionados en el trascurso de su trabajo. En un principio, la protección se centraba en los accidentes (esto es, episodios imprevistos ocurridos en el puesto o el lugar de trabajo), que son más fáciles de diagnosticar que las enfermedades profesionales. La inmediatez de la relación causal entre el episodio y la lesión facilita en mayor o menor medida la asociación entre esta última y el lugar de trabajo, en el marco de la normativa legal y reglamentaria aplicable. Por consiguiente, las organizaciones de seguros han tratado de desarrollar, con distinto éxito, una epidemiología de los accidentes en la que se definen las categorías de personas, puestos de trabajo y circuns- tancias laborales asociados a determinados tipos de lesión. Se ha producido así el desarrollo de una importante industria de la seguridad, dedicada al estudio de diversos tipos de lesiones producidas en el trabajo y al diseño de sistemas de prevención. Se ha obligado a las empresas a implantar estos sistemas de prevención, con la esperanza de ahorrar los gravosos costes producidos por los accidentes evitables. Estos costes están repre- sentados por las perturbaciones ocasionadas en los lugares de trabajo, la pérdida temporal o permanente de trabajadores productivos y el incremento en espiral de los impuestos y primas de seguro abonados para financiar los regímenes de indemnización por accidentes de trabajo. Otro factor coadyuvante al proceso ha sido la promulgación, en numerosos países, de normas legislativas sobre salud y seguridad en el trabajo, por las que se obliga a las empresas a tomar medidas efectivas de prevención de accidentes, apoyadas en sistemas de inspección de los centros de trabajo y en la imposición de diversas sanciones a los infractores.

domingo, 10 de abril de 2011

INDEMNIZACION POR ACCIDENTES DE TRABAJO: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS (I)

Los sistemas de indemnización por accidentes de trabajo se crearon con el fin de sufragar los gastos de asistencia médica y de los servicios de rehabilitación en favor de los trabajadores víctimas de lesiones e incapacidades relacionadas con el trabajo. Mediante ellos se abonan igualmente prestaciones compensatorias a los trabajadores afectados y a las personas a su cargo durante el período de incapacidad. Estos sistemas se han inspirado en los regímenes gestionados por los antiguos gremios y sociedades de socorros mutuos, cuyos afiliados cotizaban a unos fondos que, en su momento, se distribuían entre los miembros que se veían impedidos para trabajar por haber sufrido accidentes de trabajo. Una vez agotadas las reservas, generalmente escasas, de esos fondos, la única posibilidad abierta a sus miembros era recurrir a la beneficencia o demandar a la empresa sobre la base de que la lesión había sido causada por la conducta dolosa o negligente de la misma. Las demandas judiciales raras veces prosperaban, entre otras por las razones siguientes:

• la carencia, por parte del trabajador, de los conocimientos jurídicos necesarios, y la escasez de sus recursos en comparación con los de la empresa
• la dificultad para vencer la estrategia defensiva de la empresa, basada en la pretensión de que el accidente causante de la lesión había sido, bien un caso fortuito, bien el resultado de la ineptitud o la negligencia del trabajador y no de la empresa
• la imposibilidad de que el trabajador aguardase el período de tiempo, generalmente largo, que llevaba la tramitación de las demandas civiles.

sábado, 9 de abril de 2011

Accidentes

Uno de los requisitos para tener derecho a indemnización era que la lesión hubiera sido causada por un “accidente”. En algunas jurisdicciones se ha suprimido esta palabra. En otras es generalmente superflua y equívoca. Independientemente de que se utilice o no el término “accidente”, la indemnización no se limita en general a las lesiones que se producen en una ocasión particular o a causa de un “incidente específico”. Se extiende también a las incapacidades que resulten de la tensión a lo largo del tiempo o de otras causas que tienen una repercusión gradual o acumulativa, incluidas las incapacidades derivadas del trabajo rutinario normal. Cuando en la legislación aparece la palabra “accidente”, para lo único que sirve es para causar confusión y costes inútiles de decisión en casos marginales. No obstante, a veces un acontecimiento inusual puede ser una prueba crucial en la etiología. Por ejemplo, en casos de ataque cardíaco, algunas jurisdicciones investigan la posibilidad de una tensión o estrés inusual para determinar si el empleo fue una causa concurrente o si el ataque fue resultado exclusivo de la degeneración natural y su aparición durante el empleo fue puramente casual.


viernes, 8 de abril de 2011

Derecho a las prestaciones Causalidad en casos de lesiones

Según el principio general, ha de pagarse una indemnización por las lesiones y muertes que sean consecuencia de algún acontecimiento o circunstancia del empleo. En muchas jurisdicciones, la legislación se refiere a una lesión “derivada del empleo y ocurrida durante el mismo”. Normalmente, sin embargo, no se exige que haya ocurrido durante el empleo. Lo esencial es que haya sido causada por el empleo. Supongamos que el sujeto A coloca una rata en la fiambrera de B (un compañero de trabajo), quizá maliciosamente o quizá en broma. Cuando más tarde B abre la fiambrera en su casa, la rata le muerde, causándole una incapacidad significativa. El daño no ha ocurrido durante el empleo, pero no es preciso que haya sido así. Se ha producido durante el empleo (aunque pueda discutirse si con ocasión del mismo). Con todo, algunas jurisdicciones exigen que el “accidente” haya ocurrido durante el empleo.
Otras jurisdicciones se refieren a una lesión “derivada del empleo u ocurrida durante el mismo”, pero parecen ser pocos los casos en que esta diferencia de lenguaje altera el resultado. Algunas jurisdicciones no dan una definición general de la inca- pacidad con derecho a indemnización, sino que presentan una lista de circunstancias que presentan una conexión con el empleo suficiente para que la incapacidad dé lugar a indemnización.
En la mayoría de los casos y de las jurisdicciones, el lugar de producción de la lesión no es determinante. Es simplemente parte de la prueba para valorar si la causa de la lesión está en el empleo. Tampoco se exige de ordinario que la lesión se haya producido durante la jornada de trabajo. Y también en este caso, su ocurrencia en tales circunstancias puede servir de prueba para decidir si fue consecuencia del empleo. Otras jurisdicciones atribuyen mayor importancia a la conexión geográfica o cronológica con el empleo, y en algunas la lesión ha de haber ocurrido en un lugar de trabajo, aunque entendiéndose por tal cualquier lugar en que el trabajador desempeñe su trabajo. Algunas jurisdicciones exigen que la incapacidad se produzca dentro de su territorio, pero esta exigencia es incompatible con el principio de cobertura general de las incapacidades resultantes del empleo. Normalmente basta con que el lugar habitual de trabajo se halle dentro de la jurisdicción en que se presenta la reclamación. Así, cuando el empleo exige realizar viajes interna- cionales, la indemnización por accidente de trabajo a causa de una incapacidad sobrevenida en el extranjero es atendida normalmente por el régimen del punto de origen del empleo del trabajador.
Es frecuente el uso de la expresión “relacionada con el trabajo” en la literatura sobre indemnización, pero generalmente es inapropiada y equívoca. En la mayoría de las jurisdicciones, para que una lesión dé lugar a indemnización no se exige que haya sido consecuencia del trabajo (actividad productiva). Algunas exigen que sea consecuencia del trabajo, pero en la mayoría basta con que sea consecuencia del empleo. Por ejemplo, un accidente sufrido al entrar o salir de las instalaciones de la empresa o durante el período de descanso o al recibir la paga da lugar a indemnización en la mayoría de las jurisdicciones.
Algunas especifican que es indemnizable la lesión sufrida durante la reconversión profesional o durante las fases de preparación del trabajo. En otras muchas, tales lesiones están cubiertas por haberse producido a causa del empleo y durante el mismo.

jueves, 7 de abril de 2011

Manuales sobre normativa

Cuando un régimen es de seguros sociales, suele haber un manual de reconocimiento de derechos que incluye las disposiciones legales que deben aplicar los responsables de la toma de las decisiones sobre reconocimientos. Suele ser una síntesis de las leyes, reglamentos, jurisprudencia y decisiones tomadas por los órganos decisorios o administración en el ejercicio de facultades delegadas. Normalmente lleva el título de “Manual de política”, pero tal nombre puede inducir a error. Sólo aquellas partes que se refieren al ejercicio de poderes discrecionales pueden encua- drarse correctamente en el marco de lo que se denomina política. En su mayor parte, el manual es un conjunto normativo que incluye normas vigentes.
Durante decenios, estos manuales han sido tratados casi como documentos secretos. El uso del término “política” en su título ocultaba el hecho de que en esencia se trataba de un conjunto normativo confidencial. En los últimos años así se ha venido reconociendo, exigiéndose, por ello, la publicación de dichos manuales, ya sea por los órganos que gestionan y reconocen el derecho o por previsiones legales.

miércoles, 6 de abril de 2011

Recursos

Es normal que haya un sistema de recursos. Cuando el régimen es de seguros sociales, este sistema puede ser completamente interno o un órgano externo. Generalmente, la decisión última corresponde a dichos órganos aunque en algunas jurisdicciones, éstos actúan en una fase intermedia. En otras, los recursos se presentan ante un tribunal ordinario, o ante un tribunal especial. En algunos casos, las comparecencias son automáticas. En otras se producen si se solicitan o si el órgano competente las considera necesarias. En los regímenes de seguros sociales, es normal que este órgano, y en algunas jurisdicciones también las partes, tenga acceso a los documentos que se utilizaron para adoptar la deci- sión inicial. Así se evita la duplicación de esfuerzos y se permite al órgano ante el que se recurre examinar los errores cometidos, en su caso, en la primera resolución. La información puede complementarse o contradecirse aportando al recurso nuevas pruebas o alegaciones.
El derecho de recurso suele ser ilimitado en relación con las prestaciones monetarias, pero limitado en relación con la asistencia de rehabilitación. Suelen permitirse recursos en cuestiones de ayuda médica, aunque en muchas jurisdicciones son infrecuentes.
Cuando el fallo del recurso compete a un tribunal ordinario, las causas de interposición son menores que en los casos en que la competencia la tiene un tribunal especial. Además, es menos probable que un tribunal ordinario revise las pruebas sobre las que se entendió en primera instancia o admita nuevas pruebas.
En algunas jurisdicciones se admiten quejas ante el defensor del pueblo, a veces sobre el fondo, pero en otras sólo sobre el procedimiento.

martes, 5 de abril de 2011

Trabajadores migrantes (I)

Los trabajadores migrantes constituyen con frecuencia una parte esencial de la mano de obra de un país. En algunos casos, desa- rrollan habilidades profesionales y capacidades escasas, sobre todo en las áreas de rápido crecimiento industrial. No obstante, estos trabajadores suelen ocupar puestos no cualificados o semicualificados de baja remuneración despreciados por la población autóctona. En este grupo se incluyen los “trabajos que se realizan agachado”, como el cultivo y la cosecha, las tareas manuales del sector de la construcción, los servicios domésticos como la limpieza y la retirada de basuras, y tareas repetitivas escasamente remuneradas, como las realizadas en talleres ilegales de confección o en cadenas de montaje de las industrias ligeras.
Algunos trabajadores migrantes encuentran trabajo en su propio país, pero en los últimos tiempos se trata en su mayoría de trabajadores “externos”, ya que proceden de otros países, habitualmente menos desarrollados. En consecuencia, realizan una contribución extraordinaria a la economía de dos naciones: por un lado, realizan trabajos necesarios en el país en el que prestan sus servicios y , por el otro, envían dinero en metálico a las familias que dejan atrás en su país de origen.
Durante el siglo XIX, un gran número de trabajadores chinos fueron contratados en Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, para trabajar en la construcción de los tramos occidentales de los ferrocarriles transcontinentales. Posteriormente, en la segunda Guerra Mundial, mientras los trabajadores norteameri- canos prestaban servicio en las fuerzas armadas o en las indus- trias bélicas, Estados Unidos estableció un acuerdo formal con México conocido como el Programa Bracero (1942–1964), gracias al cual el sector agrario, de vital importancia, dispuso de millones de trabajadores mexicanos temporales. En el período de posguerra, trabajadores “invitados” de Europa meridional, Turquía y el norte de Africa ayudaron a reconstruir los países de Europa occidental asolados por la guerra y, en los decenios de 1970 y 1980, Arabia Saudí, Kuwait y otros países productores de petróleo de Oriente Próximo, de recién estrenada riqueza, reclutaron trabajadores asiáticos para construir sus nuevas ciudades. A principios del decenio de 1980, unos dos tercios de la población activa en los Estados del golfo Arábigo eran trabajadores inmigrantes (el número de trabajadores autóctonos sólo superaba a los foráneos en Bahrein).
Excepto en el caso de los profesores y los trabajadores del sector sanitario, la mayoría de los migrantes han sido varones. No obstante, en la mayor parte de los países y durante los períodos mencionados, a medida que las familias se enriquecían, aumentó la demanda de trabajadores domésticos, en su mayoría mujeres, para llevar a cabo las tareas del hogar y cuidar a los hijos (Anderson 1993). Esta tendencia se ha repetido en los países industrializados, en los que ha aumentado el número de mujeres que se incorporan a la población activa y necesitan ayuda para desempeñar sus tareas domésticas tradicionales.

lunes, 4 de abril de 2011

EMPLEO PRECARIO Y TRABAJO • INFANTIL

En todo el mundo, no sólo en los países en desarrollo, sino también en los industrializados, hay muchos millones de trabaja- dores cuyo empleo puede calificarse de precario desde el punto de vista de sus posibles efectos sobre la salud y el bienestar. Estos trabajadores pueden clasificarse en varias categorías no exclu- sivas, en función del tipo de actividad que desempeñan y de la relación que mantienen con su puesto de trabajo y su empresa; tales como los siguientes:
• trabajadores infantiles;
• trabajadores de subcontrata y otros contratos “atípicos”;
• trabajadores esclavizados y vinculados abusivamente;
• trabajadores del sector informal;
• trabajadores migrantes;
• trabajadores a destajo;
• trabajadores desempleados y subempleados.

Entre los factores comunes a todas las categorías figuran: la pobreza; la falta de educación y formación; la posibilidad de sufrir explotación y abusos; los problemas de salud y la falta de asistencia médica adecuada; la exposición a riesgos para la salud y la seguridad; la falta de protección por parte de los organismos públicos, incluso en los casos en que se han establecido leyes y reglamentos al respecto; la ausencia de prestaciones sociales (por ejemplo, salario mínimo, seguro de desempleo, seguro de enfermedad y pensiones), y la falta de representación eficaz en los movimientos que pueden mejorar su situación. En buena medida, su condición de víctimas se debe a la pobreza y a la falta de educación y formación, que les obligan a aceptar cualquier trabajo disponible. En ciertas áreas y en algunos sectores, la existencia de estas clases de trabajadores se fomenta mediante políticas sociales y económicas explícitas formuladas por la Administración e, incluso en los casos en que están prohibidas por la legislación local o por la ratificación de convenios interna- cionales, se promueven mediante la desatención deliberada de los organismos normativos públicos. Los costes que soportan estos trabajadores y sus familias en cuanto a problemas de salud, reducción de la esperanza de vida y consecuencias para el bienestar son imponderables; en ocasiones, se mantienen de una generación a la siguiente. Por una razón u otra, se les puede considerar desfavorecidos.
Asimismo, la explotación de la mano de obra constituye un aspecto perjudicial de la economía mundial, en la que el trabajo más precario y peligroso se transfiere de los países ricos a los pobres. Así, el empleo precario puede y debe considerarse también desde un punto de vista macroeconómico. Esta cuestión se analiza con mayor detenimiento en otros apartados de la presente Enciclopedia.
En este artículo se resumen brevemente las características de las más importantes de estas categorías de empleo y sus efectos sobre la salud y el bienestar de los trabajadores.

domingo, 3 de abril de 2011

Conclusión SALUD, SEGURIDAD E IGUALDAD • EN EL LUGAR DE TRABAJO:

Los ejemplos extraídos de experiencias actuales de mujeres trabajadoras, ilustran principios igualmente aplicables a la situación de muchos trabajadores discapacitados y de edad avanzada. Como las mujeres, estos trabajadores han sido protegidos en ocasiones de los riesgos laborales, de tal modo que se les ha privado de autosuficiencia económica y otras recompensas del trabajo. El hecho de limitar las opciones de estos trabajadores, sugiere que son incapaces de llevar a cabo decisiones apropiadas sobre los riesgos y beneficios del trabajo. Los tres grupos mencionados han tenido que soportar la carga de prejuicios negativos respecto a sus capacidades, y a menudo se les ha negado la oportunidad de demostrar sus habilidades. Además, se ha tendido a considerar la adaptación de estos trabajadores como una carga especialmente pesada, aunque se trate de acomodar a un trabajador lesionado en un accidente de tráfico o a un ejecutivo que ha sufrido un ataque cardíaco.
La igualdad es válida cuando se establecen políticas en el lugar de trabajo para satisfacer las necesidades de todos los trabajadores. Este principio resulta esencial para abordar las situaciones en las que los miembros de conocidos grupos raciales
o étnicos se consideran especialmente sensibles a determinados riesgos laborales. Estas demandas deben ser objeto de un análisis exhaustivo para garantizar su validez; en ocasiones, se han utili- zado sin fundamento y para justificar la exclusión de trabaja- dores concretos, aunque la variación individual en cuanto a sensibilidad suele ser más importante que las diferencias deri- vadas de la pertenencia a un grupo (Bingham 1986). Sin embargo, aunque sea así, los principios de igualdad aconsejan que el riesgo debería reducirse o evitarse mediante la aplicación de medidas técnicas, la sustitución de productos u otros medios,
y no privando a todo un colectivo de las oportunidades de empleo o sometiendo a sus miembros a determinadas condiciones cuando se sabe que éstas implican un riesgo.
En términos ideales, las capacidades y las necesidades de los trabajadores deben evaluarse individualmente, y deben ajustarse, en la medida de lo posible, a las necesidades individuales. Las estimaciones de riesgo beneficio suelen ser mejor realizadas por las personas más directamente afectadas. La posibilidad de que los trabajadores sacrifiquen su salud a cambio de su bienestar económico puede reducirse si las normas de la Administración se establecen bajo el supuesto de que en el lugar de trabajo desarrolla su actividad una muestra representativa de la población, que incluye a mujeres embarazadas, trabajadores de edad avanzada, discapacitados y miembros de diferentes grupos racistas y étnicos. Algunos acontecimientos de la vida son fácilmente predecibles: la procreación y el envejecimiento afectan a una gran proporción de la población activa, la discapacidad a un número significativo y todos pertenecemos a determinado subgrupo racial o étnico. Las políticas relacionadas con el trabajo en las que estas circunstancias se consideran normales y se prevén, propician la creación de un medio ambiente de trabajo en el que la igualdad, por un lado, y la salud y la segu- ridad, por otro, pueden coexistir sin problemas.

sábado, 2 de abril de 2011

Discriminación por razón de sexo, embarazo y parto (VII)

Simultáneamente, otros factores han obligado a realizar una nueva evaluación de los mejores métodos para satisfacer las necesidades de los trabajadores en materia de protección de la salud. El acceso de un mayor número de mujeres a todo tipo de puestos de trabajo las ha expuesto a numerosos riesgos profesionales que, anteriormente, sólo afectaban a los hombres, mientras que el conocimiento cada vez mayor de la vulnerabilidad de éstos respecto a las lesiones de la función reproductora y otras lesiones relacionadas con la exposición profesional indica la necesidad de llevar a cabo políticas sanitarias globales. Otros factores influyen también en la orientación de las políticas relacionadas con el empleo; algunos de ellos son la demanda de igualdad entre ambos sexos y el hecho de que las mujeres trabajan, lo hacen durante más tiempo y en más tipos de trabajo. Como resultado, la tendencia más actual consiste en ofrecer a hombres y mujeres un mayor número de posibilidades relativas a los distintos aspectos de la familia y el empleo: más hombres han elegido participar en el cuidado de los hijos pequeños, más mujeres son las principales perceptoras de ingresos y más trabajadores de ambos sexos solicitan mayor flexibilidad para organizar su vida laboral y familiar. Estos factores refuerzan la tendencia a ofrecer prestaciones tanto a hombres como a mujeres para satisfacer diversas necesidades previsibles asociadas con el bienestar familiar, como las referidas a la salud reproductiva, el embarazo, la discapacidad temporal, el parto y la atención a los hijos y las personas de edad avan- zada. Por ejemplo, el Convenio sobre los trabajadores con responsabilidades familiares, 1981 (nº 156), es aplicable por igual a hombres y a mujeres. Además, en Francia, Alemania, Bélgica, Dinamarca y Grecia se conceden diversas modalidades de permiso parental para atender distintas necesidades familiares. No obstante, las prestaciones destinadas a los hombres aún no igualan a las de maternidad (Dumon 1990). En lugar de excluir a los trabajadores considerados sensibles a los efectos de determinados tóxicos, se han prohibido algunos tóxicos que afectan a la reproducción y otros se han regulado estrictamente, para prevenir posibles daños para la reproducción, reduciendo la exposición para ambos sexos. La opción de trasladar a los hombres y las mujeres expuestos a riesgos laborales que amenazan su función reproductora, se ha adoptado en varios países, como en Estados Unidos en el caso de los trabajadores expuestos al plomo. Asimismo, diversos países ofrecen un permiso parental que concede a los padres mayor libertad para cuidar de sus hijos de corta edad.

viernes, 1 de abril de 2011

Poderes y obligaciones de los inspectores de trabajo (II)

Según los Convenios nº 81 y nº 129, se debe autorizar a los inspectores a “proceder a cualquier prueba, investigación o examen que consideren necesario para cerciorarse de que las disposiciones legales se observan estrictamente”, lo que lleva aparejado, de conformidad con ambas normas internacionales, el derecho a interrogar, a solas o en presencia de testigos, al empresario o a su personal; el derecho a exigir la presentación de libros, registros y demás documentos que deben llevarse por imperativo legal o reglamentario; y el derecho a tomar muestras con fines de análisis. Estos derechos se encuentran ampliamente reconocidos, si bien en algunos países se limita el acceso a la documentación financiera.
Se tiene, pues, la impresión de que, con raras excepciones, la facultad supervisora de los inspectores ha sido aceptada y ha dejado de suscitar una oposición abierta. Sin duda, el derecho a recabar el auxilio de la fuerza pública, reconocido en la mayoría de las legislaciones, es un elemento disuasorio de peso, siempre que los ministerios competentes hayan acordado un procedimiento eficaz.
Evidentemente, estos poderes se encuentran sometidos a idénticas limitaciones como cualquier otra potestad legal, pues, si se ejercen indiscriminadamente, pueden producir, en última instancia, unos efectos opuestos a los deseados. Estas facultades se confieren a los inspectores para que las desempeñen prudentemente y, como la experiencia ha demostrado, su capacidad para cumplir esta función depende en gran medida de la calidad de su formación.

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