martes, 31 de julio de 2012

Proporción de una enfermedad atribuible a la profesión

La proporción de una enfermedad que puede atribuirse a exposi- ciones profesionales, ya sea en un grupo de trabajadores expuestos o en la población general, se comenta, al menos en lo que se refiere al cáncer, en otra sección de esta Enciclopedia. Aquí debemos recordar que si se calcula un estimador, éste debe referirse a una enfermedad específica (y un lugar específico en el caso del cáncer), un período de tiempo específico y una región geográ- fica específica. Además, dicho estimador debe basarse en medidas exactas de la proporción de personas expuestas y del nivel de exposición. Esto significa que la proporción de una enfermedad imputable a una profesión variará de muy pequeña o nula en algunas poblaciones, a muy grande en otras situadas en zonas industriales en las que, por ejemplo, casi el 40 % de los casos de cáncer de pulmón pueden atribuirse a exposiciones profesionales (Vineis y Simonato 1991). Las estimaciones que no se basan en un análisis detallado de estudios epidemiológicos correctamente diseñados pueden considerarse, en el mejor de los casos, como suposiciones informadas, cuyo valor es limitado.

lunes, 30 de julio de 2012

Enseñanza de la epidemiología del trabajo

Los especialistas en epidemiología del trabajo pueden tener distintas trayectorias académicas. Medicina, enfermería y estadística son algunas de las disciplinas más frecuentes de los que se especializan en este campo. En Norteamérica, casi la mitad de los epidemiólogos han recibido formación científica, mientras que la otra mitad son doctores en medicina. En otros países, la mayoría de los especialistas en epidemiología del trabajo son médicos. En Norteamérica, los epidemiólogos que proceden del campo de la medicina se consideran “expertos en contenido”, mientras que los que proceden del campo de las ciencias se consideran
“expertos metodológicos”. Siempre es conveniente que un experto en contenido trabaje en equipo con un experto metodológico para diseñar y realizar el mejor estudio posible.
La especialidad de la epidemiología del trabajo no sólo exige conocimientos sobre métodos epidemiológicos, estadística e informática, sino también sobre toxicología, higiene industrial y registros de enfermedades (Merletti y Comba 1992). En los grandes estudios, es posible que los datos tengan que cruzarse con registros de enfermedades, razón por la cual es útil conocer las fuentes de datos sobre la población. También son importantes los conocimientos sobre organización de la mano de obra y administración de empresas. Las tesis de los estudios de tercer ciclo y las disertaciones doctorales confieren a los alumnos los conocimientos necesarios para realizar grandes estudios basados en registros y en encuestas de los trabajadores.

domingo, 29 de julio de 2012

Antimonio

El antimonio inorgánico puede penetrar en el organismo por ingestión o por inhalación, si bien la tasa de absorción es desconocida. Los compuestos pentavalentes absorbidos se excretan principalmente por la orina, y los compuestos trivalentes por las heces. Es posible la retención de algunos de ellos después de una exposición prolongada. Las concentraciones normales de antimonio en el suero y en la orina probablemente sean inferiores a 0,1 g/100 ml y 1 g/g de creatinina, respectivamente.
Un estudio preliminar en trabajadores expuestos a antimonio pentavalente indicó que una exposición promedio ponderada en el tiempo de hasta 0,5 mg/m3 daba lugar a un aumento de la concentración urinaria de antimonio de 35 g/g de creatinina durante el turno.

sábado, 28 de julio de 2012

Aluminio

En la industria, los trabajadores pueden verse expuestos a compuestos de aluminio inorgánico por inhalación y, posible- mente, también por ingestión de polvo que lo contenga. El aluminio se absorbe mal por vía oral, pero su absorción aumenta con la ingesta simultánea de citrato. La tasa de absorción del aluminio depositado en el pulmón es desconocida; la biodisponi- bilidad probablemente dependa de las características fisicoquí- micas de la partícula. La orina es la principal vía de excreción del aluminio absorbido. La concentración de aluminio en el suero y en la orina está determinada tanto por la intensidad de una expo- sición reciente como por la cantidad total de aluminio corporal. En las personas no expuestas por su trabajo, la concentración sérica de aluminio suele ser inferior a 1 g/100 ml y en la orina rara vez supera los 30 g/g de creatinina. En los sujetos con función renal normal, la excreción urinaria de aluminio es un indicador más sensible de exposición que su concentración en suero/plasma.
Datos en soldadores sugieren que la cinética de la excreción de aluminio por la orina implica un mecanismo de dos pasos, el primero con un semiperíodo biológico de unas ocho horas. En los trabajadores que han estado expuestos durante varios años se produce una cierta acumulación del metal en el organismo; las concentraciones de aluminio en suero y en orina son sensibles también a la cantidad total de aluminio corporal. El aluminio se almacena en varios compartimientos del organismo y se excreta de ellos a diferentes velocidades a lo largo de muchos años. También se ha encontrado una elevada acumulación de aluminio en el organismo (hueso, hígado, cerebro) de pacientes con insuficiencia renal. Los pacientes sometidos a diálisis presentan riesgo de toxicidad ósea y/o de encefalopatía cuando su concentración sérica de aluminio supera crónicamente los
20 g/100 ml, aunque es posible detectar signos de toxicidad a concentraciones aún más bajas. La Comisión de las Comuni- dades Europeas ha recomendado que, para prevenir la toxicidad por aluminio, la concentración plasmática del mismo nunca supere los 20 g/100 ml; una cifra superior a 10 g/100 ml hace aconsejables un control y una vigilancia de la salud más frecuentes, y una concentración superior a 6 g/100 ml ha de ser considerada como signo de aumento excesivo de la cantidad de aluminio corporal.

viernes, 27 de julio de 2012

METALES Y COMPUESTOS ORGANOMETALICOS

Desde hace algún tiempo se sabe que los metales y los compuestos organometálicos tóxicos, como el aluminio, antimonio, arsénico inorgánico, berilio, cadmio, cromo, cobalto, plomo, alquil plomo, mercurio metálico y sus sales, compuestos de mercurio orgánico, níquel, selenio y vanadio, presentan riesgos potenciales para la salud de las personas expuestas. En algunos casos se han realizado estudios epidemiológicos sobre las relaciones existentes entre dosis interna y efecto/respuesta resultante en los trabajadores expuestos profesionalmente, lo que ha permitido proponer valores límite biológicos basados en consideraciones de salud (véase la Tabla 27.1).
Uno de los problemas que plantea la determinación precisa y exacta de los metales en los materiales biológicos consiste en que las sustancias metálicas de interés suelen estar presentes en concentraciones muy bajas. Cuando el control biológico adopta la forma de toma de muestras y análisis de orina, como ocurre a menudo, se suele realizar en muestras “puntuales”; por tanto, suele ser aconsejable la corrección de los resultados según la dilución de la orina. La expresión de los resultados por gramo de creatinina es el método de estandarización más utilizado. Los análisis realizados en muestras de orina demasiado diluida o demasiado concentrada no son fiables y se deben repetir.

jueves, 26 de julio de 2012

Control de calidad postanalítico

Unos resultados analíticos de buena calidad pueden tener poca utilidad para el individuo o para el profesional sanitario si no se comunican de forma interpretable y en el momento adecuado. Todo laboratorio de control biológico debe desarrollar métodos de información para alertar al profesional de atención a la salud que haya enviado las muestras acerca de posibles resultados anormales, inesperados o sorprendentes con suficiente antelación para que pueda emprender las acciones adecuadas. La interpretación de los resultados, especialmente los cambios en la concentración entre muestras sucesivas, depende a menudo del conocimiento de la precisión del ensayo. Dentro de las tareas de control de calidad global, desde la recogida de muestras hasta el envío de los resultados, los profesionales sanitarios deben recibir información relativa a la precisión y exactitud del laboratorio de control biológico, así como límites de referencia y límites de consulta y legales, que les ayuden a interpretar los resultados.

miércoles, 25 de julio de 2012

Efectos del tipo de sistema salarial

La modalidad de retribución de los trabajadores puede influir en la frecuencia de los accidentes. En su revisión crítica de los trabajos dedicados a los incentivos salariales, Berthelette (1982) observa que el sistema de pago a destajo se corresponde con un mayor riesgo de accidentes. Esto puede explicarse, en parte, por el pago de incentivos para “buscar atajos” y hacer caso omiso de los riesgos derivados del exceso de trabajo y de la fatiga acumulada. Estos efectos negativos del pago de incentivos en el trabajo a destajo han sido igualmente identificados por Laflamme y Arse- nault (1984) en la industria del mueble, y por Stonecipher y Hyner (1993) en otros sectores industriales.

martes, 24 de julio de 2012

Efectos de la experiencia laboral

Los trabajadores más vulnerables son los que tienen menos expe- riencia en el puesto de trabajo, bien por ser recién contratados, bien por los cambios frecuentes de trabajo. Por ejemplo, los datos facilitados en Francia por el INRS y por el CNAM (Conservatoire national des arts et métiers) muestran que el índice de siniestralidad entre los trabajadores temporales es 2,5 veces mayor que entre los trabajadores fijos. Esta diferencia se atribuye a la falta de forma- ción básica, a la menor experiencia en un puesto de trabajo concreto y a la preparación insuficiente para éste. Ciertamente, los investigadores subrayan que los trabajadores temporales son, en su mayor parte, jóvenes inexpertos que se exponen a elevados riesgos en el lugar de trabajo, sin unas medidas eficaces de prevención.
Por otra parte, los accidentes se producen con mayor frecuencia durante el primer mes en el empleo (François y Liévin 1993). La Armada norteamericana ha descubierto que, entre el personal de tierra, la mayor incidencia de lesiones se produce durante las primeras semanas en el empleo. Aproxima- damente el 35 % de los ingresos en centros de salud se produce durante el primer mes de trabajo en un nuevo destino; a conti- nuación, este índice se reduce de forma radical y el declive prosigue a medida que aumenta la experiencia en un puesto de trabajo. La tendencia es similar entre el personal embarcado, si bien las tasas de incidencia son inferiores, quizás como reflejo de una permanencia más prolongada en la Armada (Helmkamp y Bone 1987). Al contrastar sus datos con los suministrados en
1979 por la Oficina de Estadísticas del Trabajo del Consejo Nacional de Seguridad, los autores descubrieron que los resul- tados eran similares. Asimismo, observaron que las realidades descritas experimentan muy escasa variación con la edad. Si bien los trabajadores más jóvenes corren un mayor riesgo de sufrir accidentes por las razones expuestas, la falta de expe- riencia en el trabajo conserva su importancia en todas las edades.

lunes, 23 de julio de 2012

Efectos del nivel de cualificación

Las diferencias en el grado de exposición al riesgo entre los traba- jadores cualificados y sin cualificar no dependen del tipo de producción de la empresa ni están únicamente en función de las características del centro de trabajo y a la exposición a sustancias tóxicas (Rey y Bousquet 1995). Por ejemplo, en Canadá, Laflamme y Arsenault (1984) descubrieron que la frecuencia de los accidentes entre diferentes categorías de trabajadores indus- triales no se distribuye de forma aleatoria. Los trabajadores manuales, menos cualificados —minoritarios dentro de la pobla- ción activa—, experimentan el mayor porcentaje de accidentes. Tampoco es aleatoria la distribución de las lesiones; los traba- jadores no cualificados remunerados a destajo sufren con mayor frecuencia lesiones lumbares que los de otros grupos y que los empleados en otros lugares. En el modelo de organización del trabajo descrito por Laflamme y Arsenault (1984), los trabaja- dores sin cualificar concentraban sobre sí los factores de riesgo. Las diferencias con otros grupos en cuanto al grado de exposi- ción al riesgo se incrementaban por efecto de una actitud “política” implícita, según la cual las medidas de prevención se centraban en mayor medida en los trabajadores cualificados, en el marco de un sistema organizativo intrínsecamente discrimina- torio hacia los trabajadores sin cualificar, que eran los más expuestos al riesgo.

domingo, 22 de julio de 2012

Admisibilidad de los casos (III)

Otro elemento disuasorio ha sido la certeza creciente de que muchas enfermedades profesionales son de origen múltiple. Esto dificulta en ocasiones la identificación de un determinado riesgo laboral como origen de la enfermedad y, viceversa, permite denegar la reclamación sobre la base de la pretensión de que la enfermedad ha sido causada por factores no relacionados con el trabajo. La dificultad para probar una exclusiva relación causal con el lugar de trabajo constituye a menudo una carga proba- toria insoportable para el trabajador con incapacidad
(Burger 1989).

En su análisis de los aspectos científicos de las barreras artifi- ciales a la indemnización, Mallino (1989) comenta lo siguiente:

“La mayoría de estas barreras artificiales tiene escasa o nula relación con la ciencia médica moderna, que ha llegado a la conclusión de que la mayor parte de las enfermedades profesionales se debe a múltiples causas y tiene un período de latencia relativamente prolongado entre la exposición inicial y su manifestación efectiva.
En la mayoría de los casos de fallecimiento o de lesiones traumáticas, la relación causal es evidente: un trabajador pierde una mano en una cizalla, se cae de un andamio o pierde la vida en una explosión de un elevador de granos”.
En muchas de estas enfermedades, como el cáncer etioló- gicamente relacionado con el trabajo, suele resultar difícil, si no imposible, establecer una causa específica y luego relacio- narla directamente con una exposición o un conjunto de exposiciones asociadas con el lugar de trabajo.

Además, la exposición al riesgo nunca es uniforme, por lo que resulta sumamente problemático estimar el nivel y la naturaleza del riesgo laboral sobre la base exclusiva de los casos indemni- zados. La evolución histórica de la indemnización en los distintos sectores del empleo suele constituir la base utilizada por las entidades aseguradoras para clasificar los riesgos laborales y calcular las primas que se fijan a las empresas. Esto contribuye escasamente a fomentar la adopción de programas de prevención, por mucho que algunos sectores, como la minería y la silvi- cultura, sean reconocidamente peligrosos.
Más sustancioso es, sin embargo, el concepto, comentado por Morabia (1984), de los “grupos homogéneos”. En efecto, el agrupamiento de trabajadores de características similares perte- necientes a distintos sectores demuestra con claridad que el riesgo está más estrechamente asociado al nivel de cualificación que al sector de actividad como tal.

sábado, 21 de julio de 2012

Pérdidas indemnizables

Los tipos más comunes de pérdidas indemnizables son las económicas. Así, las prestaciones más comunes son las de asistencia médica e indemnización por pérdida de ingresos o de capacidad de ganancias, pero muchas jurisdicciones pagan también prestaciones por el deterioro físico o mental y por la desfiguración, independientemente de las consecuencias económicas. De ordi- nario se excluyen los daños a los bienes, pero es frecuente el pago de una indemnización por desperfectos en gafas, dentaduras o prótesis. Algunas jurisdicciones indemnizan por daños causados a las prendas de vestir.

viernes, 20 de julio de 2012

Incapacidades sobrevenidas

Cuando una incapacidad es indemnizable, cualquier otra incapacidad posterior derivada lo es también. Por ejemplo, cuando se infecta una lesión indemnizable, cualquier enfermedad derivada de la infección es indemnizable. Cuando un trabajador sufre una incapacidad indemnizable sometida a tratamiento médico y éste causa otra incapacidad, también ésta es indemnizable. Por ejemplo, si un demandante se cae por la escalera de una clínica de rehabilitación mientras recibe tratamiento, cualquier lesión resultante de esa caída se considera generalmente indemnizable. En cambio, cuando la conexión entre las incapacidades originaria
y sobrevenida es indirecta, las opiniones se dividen. Por ejemplo, si la segunda lesión es consecuencia de un accidente de tráfico cuando se dirigía a un centro de rehabilitación, es indemnizable en algunas jurisdicciones, pero no en otras.
Cuando la incapacidad consiguiente es muy distante en cuanto al tiempo, el lugar o la conexión causal, quizá se considere demasiado remota para ser indemnizable. Supongamos que un reclamante ha sufrido una amputación indemnizable de una pierna. Diez años después, es arrollado por un vehículo a motor durante las vacaciones. Puede argumentarse que habría evitado el segundo accidente de no haber sido por la prótesis, por lo que la segunda incapacidad es consecuencia de la primera. Aun cuando se establezca la conexión causal, probablemente se concluirá que esta última incapacidad es “demasiado remota” para ser considerada consecuencia indemnizable de la amputa- ción. Asimismo, si la amputación de la pierna da lugar a una pensión medida por el grado de deterioro físico, uno de los factores que se tiene en cuenta al establecer el porcentaje es la limitación del movimiento corporal. Si ésta da lugar a una nueva indemnización por causar una pérdida monetaria reconocida, puede argumentarse que el reclamante estaría recibiendo indemnización dos veces por el mismo motivo.

jueves, 19 de julio de 2012

Causas múltiples de incapacidad

Con frecuencia surgen controversias cuando la incapacidad ha sido consecuencia de los efectos combinados de un acontecimiento o circunstancia del empleo y de un acontecimiento o circunstancia que no guarda relación con el empleo. Un ejemplo notable es el cáncer de pulmón debido a los efectos combinados de la contaminación industrial y del consumo de tabaco. En muchas jurisdicciones, el reclamante tiene derecho a indemniza- ción si el empleo ha contribuido significativamente a la incapa- cidad, a pesar de haber concurrido factores no relacionados con el empleo. Algunas veces exigen que el órgano decisor determine la causa predominante o primaria; pero en tal caso el resultado es arbitrario si la realidad es que la incapacidad no habría ocurrido o no se sabe con seguridad si habría ocurrido en ausencia de una de las causas.
En algunas jurisdicciones existen normas sobre distribución de responsabilidades; en tal caso, el reclamante tiene derecho a indemnización, pero sólo a un nivel reducido de prestaciones. Estas disposiciones dificultan la decisión, principalmente porque de ordinario no hay ningún modo científico de saber en qué proporción debe atribuirse la incapacidad a las diferentes causas. Otra dificultad consiste en que las prestaciones resultantes pueden ser inferiores a las que concede la seguridad social, a las que el reclamante tendría derecho de no haber reclamación de indemnización por accidente de trabajo. De ahí que el recla- mante, para evitar las molestias de la reclamación de indemniza- ción, quizá opte por solicitar y recibir prestaciones de la seguridad social. En tal caso, el coste de la incapacidad laboral se traslada del sistema de indemnización por accidentes de trabajo a los gastos públicos generales.
Cuando una de las causas concurrentes de una incapacidad es la sensibilidad o una situación previa del reclamante, éstas suelen ser tan irrelevantes para el nivel de indemnización como para la admisibilidad. Tal solución puede parecer justa si la indemnización es igual a lo que el reclamante podía ganar en la situación previa. No obstante, la sensibilidad o la situación previa también pueden ser relevantes para la duración de las prestaciones. Cuando la situación previa se agrava a causa de un acontecimiento o de la exposición durante el empleo, puede haber lugar a una incapacidad indemnizable, pero si el agrava- miento es transitorio, el derecho a indemnización termina al concluir éste.
Cuando alguna circunstancia de un empleo contribuye a la producción de una incapacidad, ésta es generalmente indemnizable aun cuando el reclamante ya fuera alérgico a la misma. Cuando alguna circunstancia de un empleo causa una alergia que no padecía antes el trabajador, todos los períodos poste- riores de incapacidad causada por reacciones alérgicas suelen ser indemnizables, sin perjuicio de si la reacción alérgica subsiguiente ha sido desencadenada por algo relacionado o no con el empleo. Así, en las jurisdicciones en que la exigencia etiológica crítica es que el empleo haya sido una causa concurrente signifi- cativa, basta para la indemnización con que el empleo cause la alergia o desencadene la reacción.

miércoles, 18 de julio de 2012

Muerte

En casos de muerte no se exige generalmente que el fallecimiento ocurra dentro de un plazo dado a partir del accidente, lesión o enfermedad; puede dar lugar a indemnización aunque ocurra muchos años después de la terminación del empleo en que se causó. La muerte a consecuencia de una autolesión no es generalmente indemnizable, pero el suicidio es indemnizable en ciertas circunstancias; por ejemplo, si la lesión indemnizable debida a causas ajenas al paciente da lugar a una grave depresión que conduce al suicidio. Se han aceptado algunas reclamaciones por suicidio tras la negociación con la autoridad que concede la indemnización.

martes, 17 de julio de 2012

Prevención de lesiones infantiles

El trabajo infantil no se limita a los países en desarrollo. La siguiente relación de precauciones está basada en los consejos propuestos por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, de Estados Unidos.
Los riesgos de lesión y enfermedad relacionadas con el trabajo tanto en el caso de los niños, como en el de los trabaja- dores de todas las edades, pueden reducirse mediante el cumplimiento de precauciones rutinarias como las siguientes: respeto de las prácticas de trabajo doméstico prescritas; formación y segui- miento de los procedimientos de trabajo seguros; utilización de calzado, guantes y ropa de protección adecuados, así como mantenimiento y utilización de los equipos de seguridad. Además, a los trabajadores menores de 18 años no se les debe exigir que levanten pesos de más de 7 kg más de una vez por minuto ni, en ningún caso, objetos de más de 14 kg; las tareas que requieran un levantamiento de cargas continuo no deben durar más de dos horas. Los menores de 18 años no deben realizar actividades que obliguen a utilizar habitualmente equipos de protección respiratoria para prevenir la inhalación de sustan- cias peligrosas.
Las empresas deben conocer y cumplir la legislación sobre trabajo infantil. Los asesores escolares y los médicos que firmen permisos de trabajo para niños, han de conocer también dicha legislación y asegurarse de que el trabajo que aprueban no implica la realización de actividades prohibidas.
La mayoría de los niños que comienzan a trabajar antes de los
18 años acceden al lugar de trabajo con una experiencia laboral previa mínima. Los países industriales avanzados no están exentos de los peligros que generan estas situaciones. Por ejemplo, en el verano de 1992 en Estados Unidos, más de la mitad (54 %) de las personas con edades comprendidas entre los
14 y los 16 años, que fueron tratadas en urgencias por lesiones relacionadas con el trabajo, declararon que no habían recibido ningún tipo de formación para prevenir las lesiones que habían sufrido, y sólo en un 20 % de los casos un supervisor se encon- traba presente en el momento de producirse la lesión. Las diferen- cias de madurez y nivel de desarrollo en cuanto al modo de aprendizaje, capacidad de juicio y comportamiento deben tenerse en cuenta al impartir formación a los jóvenes en materia de salud y seguridad en el trabajo.

Centros de Control y Prevención de Enfermedades, 1996

lunes, 16 de julio de 2012

Condiciones de trabajo

En numerosos establecimientos en los que se emplea mano de obra infantil, las condiciones de trabajo oscilan entre malas y pésimas. Puesto que, en primer lugar, muchas de estas empresas son pobres y marginales y, además, suelen funcionar al margen de la legalidad, se presta poca o ninguna atención a las condiciones que deberían exigírseles para dar empleo a estos trabajadores casi esclavos. La falta de servicios sanitarios elementales y los problemas de calidad del aire, agua potable y alimentación suelen unirse al hacinamiento, una disciplina severa, la antigüedad de los equipos, la deficiente calidad de las herramientas y la ausencia de medidas de protección para controlar la exposición a riesgos laborales. Incluso cuando hay algún equipo de protección, pocas veces se adapta a la pequeña talla de los niños, y su mantenimiento suele ser deficiente.
Son demasiados los niños que trabajan un número excesivo de horas. Las jornadas de trabajo que se extienden del amanecer al anochecer no son excepcionales y, en términos generales, se hace caso omiso de la necesidad de períodos de descanso y vaca- ciones. Además de la fatiga crónica, que constituye la principal causa de accidentes, el efecto más perjudicial de la larga dura- ción de la jornada de trabajo es que impide que los niños conti- núen con su educación. Este problema puede plantearse incluso cuando los niños trabajan sólo a tiempo parcial: algunos estudios han demostrado que una semana laboral de más de 20 horas puede perjudicar el proceso educativo (OIT 1995). El analfabe- tismo funcional y la falta de formación, a su vez, reducen en gran medida las oportunidades de mejorar profesionalmente.
Las niñas se encuentran en una situación de riesgo más acusado. Dado que suelen ser responsables también de las tareas domésticas, trabajan más horas que los niños que, normalmente, se dedican únicamente a las actividades económicas. Como consecuencia, el índice de niñas que asisten a la escuela y completan su escolarización es, generalmente, inferior.
Los niños son inmaduros desde el punto de vista emocional y necesitan un entorno psicológico y social propicio que facilite su socialización en su ámbito cultural y les permita ocupar un lugar como adultos en la sociedad a la que pertenecen. Muchos niños que trabajan lo hacen en un medio ambiente de trabajo opresivo; en esencia, se les roba su infancia.

domingo, 15 de julio de 2012

Demanda de trabajo infantil

En la mayoría de los casos, los niños acceden al trabajo porque constituyen una mano de obra más barata y generan menos problemas que los trabajadores adultos. En Ghana, por ejemplo, un estudio promovido por la OIT ha puesto de manifiesto que tres cuartos de los niños que realizan trabajos remunerados perciben menos de un sexto del salario mínimo obligatorio (OIT 1995). En otras áreas, aunque las diferencias entre los sala- rios de los niños y de los adultos no son tan acusadas, son lo suficientemente importantes para representar una carga muy significativa para las empresas, que suelen estar constituidas por pequeños contratistas de escasos recursos que obtienen un margen de beneficios muy reducido.
En ciertos sectores, como el del tejido de alfombras a mano y el de la fabricación de brazaletes de cristal (ajorcas) en La India, se prefiere a los trabajadores infantiles antes que a los adultos por su menor tamaño o por la idea de que sus “dedos ágiles” les confieren mayor destreza manual. Un estudio de la OIT ha demostrado que los adultos no son menos competentes para realizar este tipo de tareas y que los trabajadores infantiles no son insustituibles (Levison y cols. 1995).
Los padres constituyen una fuente fundamental de demanda de trabajo para sus propios hijos. Un gran número de niños son trabajadores no remunerados en explotaciones agrarias familiares, talleres y tiendas que dependen de la mano de obra fami- liar para mantener su viabilidad económica. Tradicionalmente, se supone que la probabilidad de que estos niños sean explo- tados es mucho menor que la de los que prestan sus servicios fuera del seno familiar, pero numerosos datos indican que éste no siempre es el caso.
Por último, en las áreas urbanas de los países desarrollados en las que el acceso al mercado de trabajo es difícil, los adolescentes son a veces los únicos trabajadores disponibles y dispuestos a aceptar el salario mínimo, casi siempre en puestos de trabajo a tiempo parcial, en establecimientos minoristas, como los restaurantes de comida rápida, comercios al por menor y servicios de mensajería. Recientemente, en períodos en los que incluso la disponibilidad de trabajadores jóvenes se ha visto reducida, las empresas han contratado a jubilados de edad avanzada para ocupar estos puestos.

sábado, 14 de julio de 2012

Causas del trabajo infantil (II)

Por último, en numerosos centros urbanos se ha desarrollado una población indígena de niños de la calle huérfanos o sepa- rados de sus familias, que subsisten precariamente realizando trabajos eventuales, mendigando, robando y participando en el tráfico ilegal de drogas.

viernes, 13 de julio de 2012

Organismos públicos

En la mayoría de los países resulta extremadamente difícil obligar, mediante el ejercicio de acciones legales, a los organismos públicos a ejercitar sus competencias reguladoras, como la obligación contenida en algunos convenios internacionales de trabajo y en diversas legislaciones nacionales de dictar normas sobre la salud y seguridad en el trabajo. Si bien en algunos países de derecho consuetudinario existe la institución del mandamus, mandamiento judicial que se dicta a requerimiento de parte directamente autorizada y por el que se obliga a los funcionarios públicos a cumplir las obligaciones impuestas a los mismos en el derecho consuetudinario o en las leyes escritas, el recurso a esta vía legal parece ser sumamente infrecuente en las circunstancias presentes. En todo caso, la utilización de este medio se dificulta enormemente en los casos (mayoritarios) en que la legislación aplicable confiere a los organismos públicos amplios poderes discrecionales respecto a las áreas, los medios y los plazos de actuación. Los medios más eficaces de promover la intervención de las autoridades son extrajudiciales, por ejemplo, mediante la presión de los sindicatos, las organizaciones de consumidores y otros grupos influyentes en la opinión pública. Sin embargo, éstos no son métodos ejecutivos en el sentido estricto del término.
Es más frecuente que las medidas adoptadas por los poderes públicos sean revocadas sobre la base de su ilegalidad o de que rebasan los poderes conferidos por las leyes (desviación de poder) o, como sucede más frecuentemente, de que tales medidas son inadecuadas o poco razonables. No se trata en este caso de hacer cumplir una obligación, sino, más bien, de fijar sus límites.

jueves, 12 de julio de 2012

Exigencia coercitiva de las obligaciones relativas a la salud y seguridad

Existen dos formas de exigir responsabilidades por el incumplimiento de una obligación: una es la responsabilidad objetiva por la infracción misma, independientemente de que se produzcan o no resultados; la otra modalidad es la responsabilidad por las consecuencias de la infracción.

miércoles, 11 de julio de 2012

Fabricantes, proveedores, etcétera

En la mayoría de los países se han dictado normas legales, directrices, etc., en las que se regulan las obligaciones de los fabri- cantes, proveedores, etc., en relación con la salud y seguridad en el trabajo. Por regla general, esta normativa atañe, en unos casos,
a la maquinaria y equipo, y, en otros, a las sustancias peligrosas. Las exigencias de salud y seguridad que la maquinaria y equipo deben satisfacer antes de su instalación en el lugar de trabajo son de tres clases: su diseño y construcción deben ser tan seguros como sea posible; se deben someter a ensayos que establezcan efectivamente su seguridad; y sólo se pueden comercializar
(a través de los canales de compraventa, alquiler, importación o exportación) una vez contrastada su seguridad. La responsabi- lidad principal a este respecto puede ser imputable al fabricante, al vendedor o a toda la cadena de distribución.
Aunque los requisitos generales exigidos a las sustancias utili- zadas en el lugar de trabajo sean similares a los aplicables a la maquinaria y equipo, los efectos de una determinada sustancia sobre la salud suelen ser mucho más difíciles de determinar. Por consiguiente, mientras que en algunos ordenamientos jurídicos nacionales se regula la responsabilidad por el uso de sustancias en pie de igualdad con las obligaciones derivadas del empleo de maquinaria y equipo, en otros países se afronta directamente esta dificultad. Por ejemplo, en el Código de Trabajo francés, modificado en 1976, se exige que, antes de iniciar la comerciali- zación de una sustancia que entrañe algún peligro para los trabajadores, “cualquier persona dedicada a su producción, importación o venta”, facilite a las instituciones homologadas la información necesaria para la evaluación de los riesgos (artículo L. 231-7); además, se puede requerir que la persona en cuestión participe en la evaluación del riesgo. En numerosos países, se incluyen en este tipo de obligaciones la de etiquetado de las sustancias peligrosas y la de informar de los medios seguros de manipular las sustancias. Estas obligaciones no se limitan nece- sariamente al período de comercialización inicial del producto; en efecto, en el Reino Unido existe, en principio, la obligación de hacer lo necesario a la luz de las circunstancias en presencia para mantenerse al tanto del progreso técnico, así como de actuar con la diligencia exigible en virtud de la naturaleza de la información suministrada. Las medidas exigibles son una función, tanto de la gravedad potencial del riesgo, como de las consecuencias previsibles de la retirada del producto (causa Wright contra Dunlop Rubber Co. y otro 1971). Son de subrayar el interés y el esfuerzo crecientes que se observan en el plano inter- nacional por la armonización de las etiquetas de las sustancias peligrosas. Por ejemplo, en los Convenios 170 y 174 de la OIT se establecen algunos requisitos de información en la exporta- ción de sustancias.

martes, 10 de julio de 2012

Organismos públicos (II)

El incumplimiento de las normas no coercitivas, como los códigos de práctica, no constituye, por sí sólo, base jurídica alguna para la institución de actuaciones civiles o penales. Sin embargo, tal incumplimiento es aducible en el curso de los procedimientos judiciales que se sustancien por la infracción de otras normas generales de naturaleza coercitiva, ya que aquél puede constituir un indicio de que no se ha procedido con la diligencia debida en el cumplimiento de las normas imperativas. Ni la ausencia de una normativa ni el desfase de las normas vigentes respecto de las exigencias de la tecnología más avan- zada eximen automáticamente a las empresas —industriales o de otro tipo— de sus responsabilidades legales; ciertamente, algunos tribunales han sentado la doctrina de que las empresas no pueden escudarse tras la inercia de los organismos públicos. Así, en 1971, el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra, al fallar una demanda de resarcimiento de daños y perjuicios por una forma grave de embolia aérea (necrosis ósea), estimó que, cuando la lesión se produjo, era de conocimiento general entre las personas avezadas en el funcionamiento de los túneles

aerodinámicos que la tabla oficial de descomprensión era inade- cuada; en efecto, el Tribunal resolvió que la empresa estaba obli- gada a mantenerse al tanto de los avances técnicos (Ransom contra Sir Robert McAlpine and Sons Ltd. 1971). En algunos países, la inspección de trabajo está expresamente facultada para conminar a las empresas a que subsanen situaciones de peligro no previstas en las normas de obligado cumplimiento.

lunes, 9 de julio de 2012

La unidad informática

Como punto focal para la recogida y el intercambio de información, conocimientos prácticos y experiencias en el área de la salud y la seguridad en el trabajo, el NICE ha creado varias bases de datos: sobre centros industriales, informes de investigación de accidentes, informes de la inspección de trabajo, funcionarios expertos en materia de seguridad, instalaciones para control de riesgos, informes de inspección de calderas, informes de la inspec- ción de medio ambiente de trabajo e informes sobre exploración selectiva de la salud de los trabajadores. Para mejorar la capa- cidad de esta unidad, el NICE ha desarrollado un sistema infor- mático centralizado que actuará como base central de datos sobre salud y seguridad en el trabajo. Esta tarea ha sido llevada a cabo con la ayuda del Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo (IDRC) y la Organización Internacional del Trabajo. Por otra parte, se ha establecido una red de área local
(LAN) entre el NICE y el resto de Centros Regionales de Salud y Seguridad en el Trabajo. Este vínculo facilitará el acceso del personal de estos Centros a la información de las bases de datos del NICE y de varias bases de datos en CD-ROM en la unidad informática del Instituto.
Con el fin de fomentar como objetivo directo la mejora de las condiciones de trabajo y la SST de los trabajadores thailandeses, los servicios del NICE son gratuitos y el Instituto financia en la actualidad a todos los inspectores de trabajo, unos 5.000 funcio- narios competentes en materia de seguridad, unos 650 sindicatos organizados de medianas y grandes empresas y a empresarios y trabajadores de todo el país. Por tanto, el NICE sigue avanzando en el desarrollo y la consolidación de su capacidad para proteger
a los trabajadores respecto al rendimiento poco satisfactorio y las lesiones debidas a la inseguridad de las condiciones laborales y a los riesgos del medio ambiente de trabajo.

domingo, 8 de julio de 2012

Confidencialidad (II)

Cuando la información recopilada en los programas de asis- tencia a los trabajadores se centra en una unidad o en un lugar de trabajo concretos, los profesionales suelen mostrarse reacios a facilitar esa información a la dirección. En algunas ocasiones, la confidencialidad se utiliza en realidad para enmascarar la inca- pacidad de recomendar intervenciones razonables, por temor del profesional a que la dirección de la empresa no acepte una crítica negativa sobre su comportamiento u organización. Desa- fortunadamente, los médicos carecen a veces de las cualifica- ciones científicas y epidemiológicas necesarias para presentar datos sólidos que respalden sus observaciones.
Otros problemas están relacionados con el uso incorrecto de la información por parte de diferentes grupos de intereses. Las entidades aseguradoras, las empresas, los sindicatos, los grupos de clientes y los profesionales de la salud pueden hacer un uso incorrecto tanto de la información colectiva como de la individual que se recopila durante las actividades de promoción de la salud.
Algunos pueden utilizar estos datos para denegar un servicio o cobertura a los trabajadores o a sus herederos en procedimientos legales o administrativos relativos a reclamaciones de indemnización o de otras prestaciones al amparo de un seguro. Los participantes en los programas pueden creer que la “garantía de confidencialidad” que ofrecen éstos es inviolable. Por ello, se debe advertir claramente a los trabajadores que, en determinadas circunstancias (es decir, en investigaciones legales o administrativas), la información personal recogida por el programa puede ponerse a disposición de otras partes.
Los datos agregados pueden usarse indebidamente para tras- ladar la responsabilidad de una parte interesada a otra. El acceso a este tipo de información puede no ser equitativo si el acceso a la información colectiva se permite sólo a los represen- tantes de la empresa pero no a los particulares que reclaman una prestación. Aunque las empresas pueden revelar datos personales de los trabajadores sobre los estilos de vida que contribuyen a una enfermedad, pueden restringir el acceso ainformación sobre las prácticas empresariales que contribuyen a ese mismo problema.
Los datos epidemiológicos sobre la frecuencia de las enfermedades o la presencia de otros factores relacionados con el trabajo no deben recopilarse de tal manera que se facilite su explotación por parte de la empresa, la entidad aseguradora, el sistema de indemnizaciones o los clientes.

sábado, 7 de julio de 2012

Confidencialidad (I)

Algunas empresas se creen con derecho a acceder a la informa- ción médica sobre los trabajadores que reciben servicios del profesional. Sin embargo, el profesional está obligado, por ética profesional y por necesidades prácticas, a mantener la confianza del trabajador. Este problema se agrava especialmente cuando se interponen procesos legales o cuando conlleva una gran carga emocional, como es el caso de la discapacidad por SIDA.

Los profesionales pueden verse también implicados en asuntos confidenciales relacionados con las prácticas y actividades de la empresa. Si existe una gran competencia en el sector industrial en cuestión, es posible que la empresa desee mantener en secreto información relacionada con sus planes de organización, reorga- nización o reducción de plantilla. Cuando existe la posibilidad de que las prácticas empresariales influyan en la salud de los trabajadores, ¿cómo puede el profesional evitar esos efectos nocivos sin desvelar información secreta o confidencial de la empresa?
Según Roman y Blum (l987), la confidencialidad sirve para proteger al profesional de un control exhaustivo. Citando el derecho a la confidencialidad del cliente, muchos se oponen a las revisiones de calidad o a las revisiones mutuas que pueden poner de manifiesto que el profesional ha rebasado los límites de su formación o competencia profesional. Esto es una consideración ética importante por el poder que tiene el profesional de influir en la salud y el bienestar de sus clientes. La cuestión está en explicar claramente al cliente la naturaleza de la intervención, en términos de lo que puede o no puede hacer.
La confidencialidad de la información recopilada por los programas que se centran en el individuo más que en los sistemas de trabajo puede ser perjudicial para la seguridad de los trabajadores. La información obtenida en los programas de promoción de la salud puede utilizarse incorrectamente para influir en la situación del trabajador con respecto al seguro médico u otros aspectos de su vida personal. Cuando se dispone de datos agregados, puede resultar difícil evitar que se utilicen para identificar a trabajadores concretos, especialmente en empresas de pequeño tamaño.

viernes, 6 de julio de 2012

Actividades con otros fines distintos a la protección de la salud

Muy pocas veces los programas de bienestar han propuesto intervenciones para modificar la cultura de empresa o la organización del trabajo y evitar así estilos de gestión estresantes, tareas aburridas o niveles elevados de ruido. Si se descuida la contribu- ción del medio ambiente de trabajo a los efectos en la salud, programas incluso tan populares como el control del estrés pueden tener consecuencias negativas para la salud. Por ejemplo,
si el único objetivo es reducir el estrés a escala individual en lugar de modificar los factores de estrés en el trabajo, las actividades de promoción de la salud en el lugar de trabajo pueden, de hecho, contribuir a que los trabajadores se adapten a un medio ambiente poco saludable y producir un aumento de la morbilidad a largo plazo. Es más, las investigaciones realizadas hasta la fecha no han apoyado los enfoques clínicos. Por ejemplo, en un estudio se demostró que los programas de control del estrés individual tenían un efecto menor en la producción de catecolamina que la modificación de los sistemas salariales (Ganster y cols. l982).
Por su parte, Pearlin y Schooler (1978) observaron que, aunque existían distintas respuestas eficaces para resolver o enfrentarse a problemas en la vida personal y familiar, esas mismas respuestas no eran eficaces para enfrentarse a los factores de estrés relacionados con el trabajo. Otros estudios han sugerido también que algunas conductas útiles para enfrentarse a problemas personales aumentan de hecho la angustia cuando se aplican en el lugar de trabajo (Parasuramen y Cleek l984).
Los partidarios de los programas de bienestar suelen ignorar los problemas tradicionales de la salud en el trabajo y, ya sea o no de manera consciente, hacen caso omiso de los peligros en el lugar de trabajo. Como los programas de bienestar no suelen tener en cuenta el riesgo de enfermedades profesionales o los peligros en el lugar de trabajo, los partidarios de la protección de la salud temen que si se individualiza el problema de la salud de los trabajadores, las empresas prescindan de los costosos cambios necesarios para reducir los riesgos en la estructura y el contenido de los lugares o puestos de trabajo.

jueves, 5 de julio de 2012

Factores de riesgo individual y colectivo (II)

Aunque la responsabilidad personal es un factor indiscutible, por ejemplo, en el consumo de tabaco, otros factores sociales, como la clase social, el estrés, la educación y la publicidad influyen también. Siempre resulta más fácil culpar a la víctima cuando se cree que los factores individuales son los únicos responsables. A los trabajadores que fuman, presentan exceso de peso, hipertensión, etc. se les considera culpables de su estado, aunque sea de forma implícita. Así, la empresa y la sociedad se ven eximidas de toda responsabilidad en el problema y pueden culpar a los trabajadores tanto de su problema de salud como de no hacer nada al respecto.
Esta tendencia a considerar responsable únicamente a la persona no tiene en cuenta un gran volumen de datos científicos que existen en la actualidad. Las evidencias sugieren que las secuelas psicológicas del trabajo pueden tener un efecto en la salud que persiste una vez finalizada la jornada laboral. Se ha demostrado claramente que existe una relación entre los factores relacionados con la organización (como participación en la toma de decisiones, interacción y apoyo social, ritmo de trabajo, sobrecarga de trabajo, etc.) y las consecuencias para la salud, sobre todo en lo que se refiere a las enfermedades cardiovascu- lares. Esto sugiere claramente la necesidad de modificar, no sólo la conducta de los trabajadores, sino también la organización de las empresas. No obstante, la mayoría de los programas de promoción de salud tienen como único objetivo modificar la conducta individual y rara vez tienen en cuenta otros factores relacionados con la organización de las empresas.
El enfoque centrado en el individuo sorprende menos si se tiene en cuenta que la mayoría de los profesionales que participan en los programas de promoción de la salud, bienestar social y asistencia a los trabajadores son médicos que no tienen experiencia en el campo de la salud en el trabajo. Incluso cuando los médicos identifican factores de interés en el lugar de trabajo, rara vez están capacitados para recomendar o llevar a cabo intervenciones orientadas a la organización.

miércoles, 4 de julio de 2012

La determinación de los métodos de formación

La configuración externa del método de enseñanza se percibe de inmediato en cuanto se entra en el aula: conferencia, debate o trabajo individual o en grupo. Lo que no se percibe es el aspecto más esencial, la configuración interna: la clase de actividad mental que realiza el estudiante.

martes, 3 de julio de 2012

Los contenidos del curso

Las áreas temáticas o unidades curriculares clave que sirvieron de pauta para la puesta en práctica del curso de FDF en Etiopía están perfiladas en la Figura 18.12, que puede servir de orientación básica para la totalidad del curso.

lunes, 2 de julio de 2012

Los objetivos de los cursos de FDF de ámbito nacional

Los objetivos del curso de formación de formadores son:

• Aumentar la comprensión, por parte de los inspectores de fábricas, de sus cambiantes funciones y tareas, que van desde la supervisión inmediata hasta el asesoramiento a largo plazo, incluyendo la formación y consulta;

• Mejorar el conocimiento de los principios básicos del aprendizaje y la enseñanza de alta calidad;
• Aumentar la comprensión de las diversas cualificaciones aplicables a los programas de planificación de la formación: la identificación de las necesidades de formación, la formulación de los objetivos de aprendizaje, el desarrollo del plan de estudios y de los materiales didácticos, la selección de los métodos de enseñanza adecuados, la presentación efectiva del curso y la evaluación del programa;
• Reforzar la cualificación de los participantes para la comunicación efectiva, con vistas a su aplicación durante las inspecciones, consultas y sesiones oficiales de formación,
• Facilitar el desarrollo de planes de formación a corto y largo plazo, en los que se pongan en práctica las nuevas técnicas de enseñanza.

domingo, 1 de julio de 2012

La ejecución práctica de los cursos de FDF de ámbito nacional

Sobre la base del enfoque de la formación y de la experiencia del primer curso piloto anteriormente mencionados, se pusieron en práctica dos cursos de FDF de ámbito nacional, uno en Kenya, en 1993, y otro en Etiopía, en 1994.
Las necesidades de formación se habían advertido a la luz del trabajo de los inspectores de fábricas y se concretaron mediante un cuestionario previo y un debate con los participantes en el curso acerca de su trabajo cotidiano y del tipo de cualificaciones y habilidades necesarias para llevarlo a cabo (véase la Figura 18.11). Se trata, por lo tanto, de un curso diseñado en principio para inspectores de fábricas (en nuestros cursos de FDF de ámbito nacional participaron normalmente entre 20 y 25 inspectores), pero que podría aplicarse a otro tipo de personal que requiera formación de salud y seguridad en el trabajo, como enlaces sindicales, encargados o funcionarios de los servicios de salud y seguridad.
A continuación presentamos una recopilación de los objetivos de estos cursos, elaborada paso a paso con la colaboración de los participantes.

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