En la mayoría de los casos, los niños acceden al trabajo porque constituyen una mano de obra más barata y generan menos problemas que los trabajadores adultos. En Ghana, por ejemplo, un estudio promovido por la OIT ha puesto de manifiesto que tres cuartos de los niños que realizan trabajos remunerados perciben menos de un sexto del salario mínimo obligatorio (OIT 1995). En otras áreas, aunque las diferencias entre los sala- rios de los niños y de los adultos no son tan acusadas, son lo suficientemente importantes para representar una carga muy significativa para las empresas, que suelen estar constituidas por pequeños contratistas de escasos recursos que obtienen un margen de beneficios muy reducido.
En ciertos sectores, como el del tejido de alfombras a mano y el de la fabricación de brazaletes de cristal (ajorcas) en La India, se prefiere a los trabajadores infantiles antes que a los adultos por su menor tamaño o por la idea de que sus “dedos ágiles” les confieren mayor destreza manual. Un estudio de la OIT ha demostrado que los adultos no son menos competentes para realizar este tipo de tareas y que los trabajadores infantiles no son insustituibles (Levison y cols. 1995).
Los padres constituyen una fuente fundamental de demanda de trabajo para sus propios hijos. Un gran número de niños son trabajadores no remunerados en explotaciones agrarias familiares, talleres y tiendas que dependen de la mano de obra fami- liar para mantener su viabilidad económica. Tradicionalmente, se supone que la probabilidad de que estos niños sean explo- tados es mucho menor que la de los que prestan sus servicios fuera del seno familiar, pero numerosos datos indican que éste no siempre es el caso.
Por último, en las áreas urbanas de los países desarrollados en las que el acceso al mercado de trabajo es difícil, los adolescentes son a veces los únicos trabajadores disponibles y dispuestos a aceptar el salario mínimo, casi siempre en puestos de trabajo a tiempo parcial, en establecimientos minoristas, como los restaurantes de comida rápida, comercios al por menor y servicios de mensajería. Recientemente, en períodos en los que incluso la disponibilidad de trabajadores jóvenes se ha visto reducida, las empresas han contratado a jubilados de edad avanzada para ocupar estos puestos.
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