En numerosos establecimientos en los que se emplea mano de obra infantil, las condiciones de trabajo oscilan entre malas y pésimas. Puesto que, en primer lugar, muchas de estas empresas son pobres y marginales y, además, suelen funcionar al margen de la legalidad, se presta poca o ninguna atención a las condiciones que deberían exigírseles para dar empleo a estos trabajadores casi esclavos. La falta de servicios sanitarios elementales y los problemas de calidad del aire, agua potable y alimentación suelen unirse al hacinamiento, una disciplina severa, la antigüedad de los equipos, la deficiente calidad de las herramientas y la ausencia de medidas de protección para controlar la exposición a riesgos laborales. Incluso cuando hay algún equipo de protección, pocas veces se adapta a la pequeña talla de los niños, y su mantenimiento suele ser deficiente.
Son demasiados los niños que trabajan un número excesivo de horas. Las jornadas de trabajo que se extienden del amanecer al anochecer no son excepcionales y, en términos generales, se hace caso omiso de la necesidad de períodos de descanso y vaca- ciones. Además de la fatiga crónica, que constituye la principal causa de accidentes, el efecto más perjudicial de la larga dura- ción de la jornada de trabajo es que impide que los niños conti- núen con su educación. Este problema puede plantearse incluso cuando los niños trabajan sólo a tiempo parcial: algunos estudios han demostrado que una semana laboral de más de 20 horas puede perjudicar el proceso educativo (OIT 1995). El analfabe- tismo funcional y la falta de formación, a su vez, reducen en gran medida las oportunidades de mejorar profesionalmente.
Las niñas se encuentran en una situación de riesgo más acusado. Dado que suelen ser responsables también de las tareas domésticas, trabajan más horas que los niños que, normalmente, se dedican únicamente a las actividades económicas. Como consecuencia, el índice de niñas que asisten a la escuela y completan su escolarización es, generalmente, inferior.
Los niños son inmaduros desde el punto de vista emocional y necesitan un entorno psicológico y social propicio que facilite su socialización en su ámbito cultural y les permita ocupar un lugar como adultos en la sociedad a la que pertenecen. Muchos niños que trabajan lo hacen en un medio ambiente de trabajo opresivo; en esencia, se les roba su infancia.
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