domingo, 22 de julio de 2012

Admisibilidad de los casos (III)

Otro elemento disuasorio ha sido la certeza creciente de que muchas enfermedades profesionales son de origen múltiple. Esto dificulta en ocasiones la identificación de un determinado riesgo laboral como origen de la enfermedad y, viceversa, permite denegar la reclamación sobre la base de la pretensión de que la enfermedad ha sido causada por factores no relacionados con el trabajo. La dificultad para probar una exclusiva relación causal con el lugar de trabajo constituye a menudo una carga proba- toria insoportable para el trabajador con incapacidad
(Burger 1989).

En su análisis de los aspectos científicos de las barreras artifi- ciales a la indemnización, Mallino (1989) comenta lo siguiente:

“La mayoría de estas barreras artificiales tiene escasa o nula relación con la ciencia médica moderna, que ha llegado a la conclusión de que la mayor parte de las enfermedades profesionales se debe a múltiples causas y tiene un período de latencia relativamente prolongado entre la exposición inicial y su manifestación efectiva.
En la mayoría de los casos de fallecimiento o de lesiones traumáticas, la relación causal es evidente: un trabajador pierde una mano en una cizalla, se cae de un andamio o pierde la vida en una explosión de un elevador de granos”.
En muchas de estas enfermedades, como el cáncer etioló- gicamente relacionado con el trabajo, suele resultar difícil, si no imposible, establecer una causa específica y luego relacio- narla directamente con una exposición o un conjunto de exposiciones asociadas con el lugar de trabajo.

Además, la exposición al riesgo nunca es uniforme, por lo que resulta sumamente problemático estimar el nivel y la naturaleza del riesgo laboral sobre la base exclusiva de los casos indemni- zados. La evolución histórica de la indemnización en los distintos sectores del empleo suele constituir la base utilizada por las entidades aseguradoras para clasificar los riesgos laborales y calcular las primas que se fijan a las empresas. Esto contribuye escasamente a fomentar la adopción de programas de prevención, por mucho que algunos sectores, como la minería y la silvi- cultura, sean reconocidamente peligrosos.
Más sustancioso es, sin embargo, el concepto, comentado por Morabia (1984), de los “grupos homogéneos”. En efecto, el agrupamiento de trabajadores de características similares perte- necientes a distintos sectores demuestra con claridad que el riesgo está más estrechamente asociado al nivel de cualificación que al sector de actividad como tal.

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