En todo el mundo, no sólo en los países en desarrollo, sino también en los industrializados, hay muchos millones de trabaja- dores cuyo empleo puede calificarse de precario desde el punto de vista de sus posibles efectos sobre la salud y el bienestar. Estos trabajadores pueden clasificarse en varias categorías no exclu- sivas, en función del tipo de actividad que desempeñan y de la relación que mantienen con su puesto de trabajo y su empresa; tales como los siguientes:
• trabajadores infantiles;
• trabajadores de subcontrata y otros contratos “atípicos”;
• trabajadores esclavizados y vinculados abusivamente;
• trabajadores del sector informal;
• trabajadores migrantes;
• trabajadores a destajo;
• trabajadores desempleados y subempleados.
Entre los factores comunes a todas las categorías figuran: la pobreza; la falta de educación y formación; la posibilidad de sufrir explotación y abusos; los problemas de salud y la falta de asistencia médica adecuada; la exposición a riesgos para la salud y la seguridad; la falta de protección por parte de los organismos públicos, incluso en los casos en que se han establecido leyes y reglamentos al respecto; la ausencia de prestaciones sociales (por ejemplo, salario mínimo, seguro de desempleo, seguro de enfermedad y pensiones), y la falta de representación eficaz en los movimientos que pueden mejorar su situación. En buena medida, su condición de víctimas se debe a la pobreza y a la falta de educación y formación, que les obligan a aceptar cualquier trabajo disponible. En ciertas áreas y en algunos sectores, la existencia de estas clases de trabajadores se fomenta mediante políticas sociales y económicas explícitas formuladas por la Administración e, incluso en los casos en que están prohibidas por la legislación local o por la ratificación de convenios interna- cionales, se promueven mediante la desatención deliberada de los organismos normativos públicos. Los costes que soportan estos trabajadores y sus familias en cuanto a problemas de salud, reducción de la esperanza de vida y consecuencias para el bienestar son imponderables; en ocasiones, se mantienen de una generación a la siguiente. Por una razón u otra, se les puede considerar desfavorecidos.
Asimismo, la explotación de la mano de obra constituye un aspecto perjudicial de la economía mundial, en la que el trabajo más precario y peligroso se transfiere de los países ricos a los pobres. Así, el empleo precario puede y debe considerarse también desde un punto de vista macroeconómico. Esta cuestión se analiza con mayor detenimiento en otros apartados de la presente Enciclopedia.
En este artículo se resumen brevemente las características de las más importantes de estas categorías de empleo y sus efectos sobre la salud y el bienestar de los trabajadores.
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