Las  nuevas  tecnologías  de  la  comunicación  informática  han dejado de ser un conjunto de herramientas y métodos de produc- ción utilizados en un entorno industrial. Como predijo el experto canadiense en comunicación Marshall McLuhan en el decenio de
1960, se han convertido en el entorno en sí, que nos rodea por todas partes. Los sistemas de comunicación de la nueva economía constituyen no sólo las nuevas herramientas de producción, sino también un medio ambiente de trabajo y una actividad econó- mica plenamente programada, que modifica todo, tanto cuantitativamente  (en  cuanto  a  puestos  de  trabajo  y  cualificaciones exigidas), como cualitativamente (en lo que respecta al control y el dominio). Por su magnitud, es oportuno considerar esta trans- formación como un cambio de paradigma de la era industrial a la postindustrial.
Este cambio de paradigma comenzó con la informatización y la consiguiente automatización del trabajo en el decenio de 1970
y  principios  del  de  1980.  La  transformación  continuó  con  la integración de los ordenadores y los sistemas de comunicación, que generó subsistemas de producción en los centros de opera- ciones y sistemas de información, para la gestión en los centros de  decisión  del  entorno  administrativo.  Con  la  mejora  de  la convergencia, la integración se amplió, y pequeños subsistemas locales dieron paso a grandes unidades nacionales y multinacio- nales y a una unificación plena de las operaciones de gestión y decisión. Gradualmente, las cuestiones de comunicación fueron adquiriendo mayor prioridad, y el “netware” necesario para la creación de redes se convirtió en algo tan importante como el hardware  y  el  software  de  uso  individual.  A  principios  del decenio de 1990, comenzó a cambiar también la percepción de los sistemas. Las redes corporativas y de otros tipos se consideraban  un  medio  para  alcanzar  otros  fines  y  las  redes  se  veían como   fines   en   sí   mismas.   Ha   surgido   una   superautopista mundial  de  la  información,  que  se  ha  convertido  en  la  nuevainfraestructura  postindustrial  de  creación  de  redes,  y  el  para- digma ha cambiado por completo. Las redes han pasado a ser el contexto de la nueva economía. Cada vez más, son los lugares en los que se realizan las transacciones económicas y constituyen el medio de distribución no sólo del dinero, sino también de los bienes  y  los  servicios,  e  incluso  del  trabajo.  Asimismo,  las redes son la clave de los procesos de reingeniería y reestructuración  que  permiten  pasar  de  una  economía  industrial  a  otra postindustrial,  al  menos  en  el  sector  de  la  economía  interna- cional  dominado  por  las  empresas  transnacionales  de  carácter monopolístico.  Las  redes  mundiales  de  información  y  produc- ción ofrecen a estas empresas una ventaja considerable respecto a los países de reciente desarrollo y en desarrollo en todos los índices de rendimiento corporativo, desde la productividad hasta la  escala  y  la  rapidez.  La  integración  en  redes  puede  situar  a estas empresas en condiciones de lanzar una nueva ola de “colo- nización” mundial, si lo desean.
 
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