El plomo inorgánico, un tóxico acumulativo absorbido por los pulmones y por el tracto gastrointestinal, es sin duda el metal más estudiado; por ello, la fiabilidad de los métodos para evaluar la exposición reciente o la cantidad corporal de plomo por métodos biológicos es la mayor registrada entre todos los contaminantes metálicos.
En una situación de exposición estable, el plomo en sangre total se considera como el mejor indicador de la concentración de este metal en los tejidos blandos y, por tanto, de exposición reciente. Sin embargo, el incremento de los niveles sanguíneos de plomo (Pb-S) decrece progresivamente al aumentar los niveles de exposición al mismo. Cuando la exposición profe- sional ha sido prolongada, el cese de la misma no se asocia necesariamente a un retorno del Pb-S al valor previo a la exposición (basal), debido a la continua liberación de plomo procedente de los depósitos tisulares. Los niveles sanguíneo y urinario normales de plomo son inferiores en general a 20 g/100 ml y 50 g/g de creatinina, respectivamente. Estos niveles pueden variar en función de los hábitos dietéticos y del lugar de residencia de los sujetos. La OMS ha propuesto 40 g/100 ml como concentra- ción tolerable máxima de plomo en sangre para los trabajadores varones adultos, y de 30 g/100 ml para las mujeres en edad fértil. En los niños, concentraciones más bajas se han asociado a efectos adversos sobre el sistema nervioso central. El nivel de plomo en la orina aumenta de forma exponencial con el aumento del Pb-S y, en situación estable, es principalmente reflejo de una exposición reciente.
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