La mayoría de las empresas se preocupan efectivamente por la salud y el bienestar de sus trabajadores y, en muchas grandes organizaciones, esta preocupación se suele traducir en una polí- tica explícita, formalmente establecida. No obstante, hay dema- siados directivos que únicamente velan por su propio estatuto y por lograr incrementos de sueldos y primas, y por ascender dentro de la organización. La competencia entre diversas áreas de una misma organización por lograr reconocimientos y gratifi- caciones por reducir la incidencia de lesiones y enfermedades puede conducir a la ocultación de los accidentesya la desestima- ción de las reclamaciones de indemnización de los trabajadores.
Un aspecto importante de la cuestión es que, así como los programas de prevención exigen una inversión inicial de dinero
y recursos, específicamente, de tiempo y trabajo de la plantilla y de honorarios pagados a los consultores, su rentabilidad se ve con frecuencia demorada o velada por episodios atípicos desvin- culados. Esto se convierte en un obstáculo serio si la empresa experimenta problemas financieros y se ve obligada a limitar o incluso reducir los gastos. Este retraso en la generación de los resultados puede ser crítico para los directores de producción y los altos directivos cuyo rendimiento se valora en función de los
“resultados” al final del ejercicio fiscal o del período contable de referencia. Es muy posible que tales directivos se sientan tentados de dejar la inversión en un programa de seguridad para cuando hayan ascendido en la organización y traspasen el problema a su sucesor.
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