No existen fórmulas mágicas para que las personas que trabajan por turnos concilien con rapidez el sueño y duerman profunda- mente.  Lo  que  vale  para  una  persona  quizás  no  funcione  con otra.
Con todo, pueden ofrecerse algunos consejos útiles, particu- larmente para dormir el día siguiente a una jornada de trabajo nocturna:
Pedir a los miembros de la familia que utilicen auriculares para   
 
oír la radio o ver la televisión, e instalar un teléfono provisto de contestador automático silencioso. Desconectar el timbre de la puerta.
Comunicar el horario laboral a los miembros de la familia y evitar la realización de las labores domésticas ruidosas durante el tiempo previsto para dormir.
•  Amortiguar los efectos de la iluminación y los ruidos exteriores colocando  cortinas  gruesas  de  tonalidades  oscuras,  puertas insonorizadas y aire acondicionado.
•  Utilizar tapones para los oídos y una mascarilla para dormir, y abstenerse  de  ingerir  bebidas  que  contengan  cafeína  desde cinco horas antes de la hora de irse a dormir.
•  Si el vecindario es ruidoso, habría que considerar la posibilidad de mudarse a un barrio más tranquilo.
viernes, 24 de octubre de 2014
jueves, 23 de octubre de 2014
Comunicación (II)
•  La  frecuencia  y  duración  de  la  pausa  de  descanso  están  en función del nivel de dificultad del esfuerzo físico o mental. Por lo  que  respecta  al  esfuerzo  físico,  cuando  éste  implica  un consumo de energía superior al límite de resistencia aceptable, aunque inferior a 40 KJ/min, el período de descanso puede programarse dentro del turno de trabajo. En cambio, cuando implica  un  consumo  de  energía  superior  a  40  KJ/min,  el período de descanso debe situarse inmediatamente después de realizar la tarea, dado el incremento exponencial de la fatiga.
• Las “pseudoactividades” (pausas encubiertas) no deben reducir la eficacia de los períodos de descanso. Esto se debe poner en conocimiento de los trabajadores y sus superiores.
Las pausas para comidas deben tener una duración mínima de 15 minutos.
Para más información sobre los períodos de descanso siguientes al esfuerzo muscular, véase Laurig (1981), y respecto a las pausas posteriores a un esfuerzo mental, véase Luczak (1982).
• Las “pseudoactividades” (pausas encubiertas) no deben reducir la eficacia de los períodos de descanso. Esto se debe poner en conocimiento de los trabajadores y sus superiores.
Las pausas para comidas deben tener una duración mínima de 15 minutos.
Para más información sobre los períodos de descanso siguientes al esfuerzo muscular, véase Laurig (1981), y respecto a las pausas posteriores a un esfuerzo mental, véase Luczak (1982).
miércoles, 22 de octubre de 2014
Comunicación (I)
No  hay  que  descuidar  la  dimensión  social  de  las  pausas  para descansar por lo que respecta a la comunicación entre los traba- jadores. Existe una contradicción entre la recomendación, fisioló- gicamente justificada, de observar pequeñas pausas en medio de un trabajo físico pesado, y el deseo de los trabajadores de reunirse con sus compañeros en áreas de descanso. Esto obliga a buscar un punto de equilibrio.
Hettinger (1993) ha postulado las reglas siguientes para mejorar la estructura de las pausas para descansar:
• La primera parte del período de descanso produce el mayor grado de recuperación, lo que explica la eficacia de las pausas breves, esto es, que muchas pausas breves sean más aconsejables para la recuperación que un menor número de pausas prolongadas.
• Hay algunas excepciones a la regla. En efecto, la pausa para refrescar que sigue a un período de trabajo en un ambiente caluroso debe producirse en un recinto con un ambiente neutro durante un mínimo de 10 minutos. El período de calen- tamiento siguiente a un tiempo de trabajo en un ambiente frío (15 a 30 ºC) se debe producir igualmente en un recinto con clima neutro durante no menos de 30 minutos. Por su parte, el período de descanso siguiente a un tiempo de trabajo en un medio sumamente ruidoso debe transcurrir durante un tiempo relativamente prolongado en un recinto con un nivel de ruido inferior a 70 dB(A). Estos períodos de descanso son dudosos, si se tiene en cuenta que, si el tiempo de exposición se reduce a la mitad, el volumen de ruido sólo se reduce en unos 3 dB(A).
Hettinger (1993) ha postulado las reglas siguientes para mejorar la estructura de las pausas para descansar:
• La primera parte del período de descanso produce el mayor grado de recuperación, lo que explica la eficacia de las pausas breves, esto es, que muchas pausas breves sean más aconsejables para la recuperación que un menor número de pausas prolongadas.
• Hay algunas excepciones a la regla. En efecto, la pausa para refrescar que sigue a un período de trabajo en un ambiente caluroso debe producirse en un recinto con un ambiente neutro durante un mínimo de 10 minutos. El período de calen- tamiento siguiente a un tiempo de trabajo en un ambiente frío (15 a 30 ºC) se debe producir igualmente en un recinto con clima neutro durante no menos de 30 minutos. Por su parte, el período de descanso siguiente a un tiempo de trabajo en un medio sumamente ruidoso debe transcurrir durante un tiempo relativamente prolongado en un recinto con un nivel de ruido inferior a 70 dB(A). Estos períodos de descanso son dudosos, si se tiene en cuenta que, si el tiempo de exposición se reduce a la mitad, el volumen de ruido sólo se reduce en unos 3 dB(A).
martes, 21 de octubre de 2014
Ejercicio físico compensatorio
Se recomienda a los trabajadores que —como los operadores de pantallas  de  visualización  de  datos—  deben  realizar  su  labor adoptando  posturas  forzadas  que  realicen  algún  ejercicio  físico compensatorio durante los períodos de descanso. Obviamente, la solución ideal consiste en modificar el diseño del lugar de trabajo según  los  principios  ergonómicos.  La  realización  de  ejercicios físicos en el lugar de trabajo parece tener más aceptación en los países asiáticos que en otras partes.
lunes, 20 de octubre de 2014
Ingesta de alimentos
El valor de recuperación de las pausas para comer suele ser limi- tado, particularmente si los trabajadores deben realizar un reco- rrido  considerable  hasta  el  comedor,  hacer  cola  para  servirse, comer  con  precipitación  y  regresar  rápidamente  al  lugar  de trabajo.
domingo, 19 de octubre de 2014
Estudios de casos y controles (o de casos y referentes) (VI)
En un estudio de la asociación entre el cáncer nasal y la expo- sición a polvo de madera, participaron un total de 164 parejas de casos y controles. En sólo una pareja, tanto el caso como el control habían estado expuestos y, en 150 parejas, ni el control ni el caso habían estado expuestos. Estas parejas se excluyeron del resto del estudio. En 12 parejas, el caso, pero no el control, había estado expuesto, y en una pareja, el control, pero no el caso. Así pues:
sábado, 18 de octubre de 2014
Estudios de casos y controles (o de casos y referentes) (V)
Si el número de casos expuestos es relativamente mayor que el de los controles expuestos, el OR será mayor de 1 y viceversa. Al igual que para el riesgo relativo, también tienen que calcularse e indicarse los intervalos de confianza para el OR.
Supongamos otro ejemplo, el de un centro de medicina del trabajo de una gran empresa que atiende a 8.000 empleados expuestos a distintos tipos de polvo y otros agentes químicos. En nuestro caso, estamos interesados en la relación entre la exposición a mezclas de polvo y la bronquitis crónica. El estudio incluye el seguimiento de esta población durante un año. Hemos establecido los criterios de diagnóstico para la bronquitis crónica como “tos y expectoración por las mañanas durante tres meses en dos años consecutivos”. Los criterios para la exposición “positiva” al polvo se definen antes de que se inicie el estudio. Todos los pacientes que visitan el centro médico y que cumplen estos criterios durante el período de un año se consideran un caso y el siguiente paciente que solicita asistencia médica por problemas no pulmonares se selecciona como control. Supongamos que se reclutan 100 casos y 100 controles durante el período del estudio. Supongamos también que 40 casos y 15 controles se clasifican como expuestos al polvo. Así:
Supongamos otro ejemplo, el de un centro de medicina del trabajo de una gran empresa que atiende a 8.000 empleados expuestos a distintos tipos de polvo y otros agentes químicos. En nuestro caso, estamos interesados en la relación entre la exposición a mezclas de polvo y la bronquitis crónica. El estudio incluye el seguimiento de esta población durante un año. Hemos establecido los criterios de diagnóstico para la bronquitis crónica como “tos y expectoración por las mañanas durante tres meses en dos años consecutivos”. Los criterios para la exposición “positiva” al polvo se definen antes de que se inicie el estudio. Todos los pacientes que visitan el centro médico y que cumplen estos criterios durante el período de un año se consideran un caso y el siguiente paciente que solicita asistencia médica por problemas no pulmonares se selecciona como control. Supongamos que se reclutan 100 casos y 100 controles durante el período del estudio. Supongamos también que 40 casos y 15 controles se clasifican como expuestos al polvo. Así:
viernes, 17 de octubre de 2014
Estudios de casos y controles (o de casos y referentes) (IV)
Los casos y controles pueden muestrearse y analizarse como series independientes o como grupos emparejados. El emparejamiento significa que la selección del control para cada caso se basa en determinadas  características  o  atributos  que  permiten  formar parejas  (o  conjuntos,  si  se  selecciona  más  de  un  control  para cada  caso).  El  emparejamiento  suele  realizarse  en  función  de uno o más de esos factores, como edad, estado vital, tabaquismo, año en que se diagnosticó el caso, etc. En nuestro ejemplo, los casos y controles se emparejan en función de la edad y el estado vital. (El estado vital es importante, ya que los pacientes suelen proporcionar una historia más detallada de las exposiciones que sus familiares próximos y la simetría es esencial para la validez del estudio). En la actualidad, se recomienda restringir el empa- rejamiento  porque  este  procedimiento  puede  introducir  una confusión negativa (que enmascare el efecto).
Si un control se empareja con un caso, el diseño se llama diseño de parejas. Siempre que el coste de seleccionar un mayor un referente por caso aumenta la estabilidad del estimador del f  1 OR y, por consiguiente, la eficiencia del estudio en relación con su tamaño.
En la Tabla 28.6 se indica la manera de presentar los resul- tados de un estudio de casos y controles no emparejados.
A partir de esta tabla, puede calcularse la probabilidad de expo- sición en los casos y la de exposición en la población (los controles) y dividir ambas para obtener el índice de probabilidades de la exposición, OR (odds ratio). Para los casos, la probabilidad de exposición es c1/c0, y para los controles es n1/n0. El OR se calcula entonces como:
Si un control se empareja con un caso, el diseño se llama diseño de parejas. Siempre que el coste de seleccionar un mayor un referente por caso aumenta la estabilidad del estimador del f  1 OR y, por consiguiente, la eficiencia del estudio en relación con su tamaño.
En la Tabla 28.6 se indica la manera de presentar los resul- tados de un estudio de casos y controles no emparejados.
A partir de esta tabla, puede calcularse la probabilidad de expo- sición en los casos y la de exposición en la población (los controles) y dividir ambas para obtener el índice de probabilidades de la exposición, OR (odds ratio). Para los casos, la probabilidad de exposición es c1/c0, y para los controles es n1/n0. El OR se calcula entonces como:
jueves, 16 de octubre de 2014
Estudios de casos y controles (o de casos y referentes) (III)
Para conseguir una mayor potencia estadística, pueden selec- cionarse  dos  controles  por  cada  caso  de  cáncer  de  hígado.
(Pueden seleccionarse más de dos controles, pero la disponibi- lidad de fondos suele ser un factor limitante. Si se dispusiera de fondos ilimitados, quizás lo óptimo sería seleccionar hasta cuatro controles. A partir de cuatro, se aplica la ley de los rendimientos decrecientes.) Una vez obtenido el permiso adecuado de las autoridades responsables de la protección de los datos, se contacta con los casos y controles o con sus familiares próximos, normalmente enviándoles por correo un cuestionario en el que se solicita una historia profesional detallada, con especial énfasis en una lista cronológica de los nombres de todas las empresas, los departamentos de trabajo, las tareas de los puestos de trabajo
y el tiempo que ha trabajado en cada puesto. Estos datos pueden obtenerse de los familiares aunque con cierta dificultad y, desde luego, lo que no suelen recordar son los nombres de las sustan- cias químicas o de los productos comerciales. El cuestionario debe incluir también preguntas sobre posibles variables de confusión, como consumo de alcohol, exposición a alimentos que contienen aflatoxinas o infecciones como hepatitis B y C. Para obtener una tasa de respuesta suficientemente alta, se envían dos recordatorios con tres semanas de intervalo a todos los que no hayan respondido al cuestionario. De esta forma, se suele conseguir una tasa final de respuesta superior al 70 %. Seguidamente, las historias profesionales son analizadas por un higienista industrial que no sabe si los encuestados son casos o controles y que clasifica la exposición a disolventes como elevada, intermedia, leve, inexistente o desconocida. Los diez años de exposición inmediatamente anteriores al diagnóstico del cáncer se excluyen, porque es biológicamente imposible que los cancerígenos de tipo iniciador puedan ser la causa del cáncer con un período de latencia tan corto (aunque los promotores sí podrían serlo, de hecho). En esta etapa, se pueden diferenciar también los tipos de exposición a disolventes. Al haberse obte- nido unas historias profesionales completas, se pueden analizar también otras exposiciones que no se incluyen en la hipótesis inicial del estudio. A continuación pueden calcularse los índices de probabilidad de la exposición a cualquier disolvente, a ciertos disolventes, a mezclas de disolventes, a diferentes intensidades de la exposición y durante diferentes períodos de tiempo en rela- ción con el diagnóstico del cáncer. Conviene excluir del análisis a las personas con exposición desconocida.
(Pueden seleccionarse más de dos controles, pero la disponibi- lidad de fondos suele ser un factor limitante. Si se dispusiera de fondos ilimitados, quizás lo óptimo sería seleccionar hasta cuatro controles. A partir de cuatro, se aplica la ley de los rendimientos decrecientes.) Una vez obtenido el permiso adecuado de las autoridades responsables de la protección de los datos, se contacta con los casos y controles o con sus familiares próximos, normalmente enviándoles por correo un cuestionario en el que se solicita una historia profesional detallada, con especial énfasis en una lista cronológica de los nombres de todas las empresas, los departamentos de trabajo, las tareas de los puestos de trabajo
y el tiempo que ha trabajado en cada puesto. Estos datos pueden obtenerse de los familiares aunque con cierta dificultad y, desde luego, lo que no suelen recordar son los nombres de las sustan- cias químicas o de los productos comerciales. El cuestionario debe incluir también preguntas sobre posibles variables de confusión, como consumo de alcohol, exposición a alimentos que contienen aflatoxinas o infecciones como hepatitis B y C. Para obtener una tasa de respuesta suficientemente alta, se envían dos recordatorios con tres semanas de intervalo a todos los que no hayan respondido al cuestionario. De esta forma, se suele conseguir una tasa final de respuesta superior al 70 %. Seguidamente, las historias profesionales son analizadas por un higienista industrial que no sabe si los encuestados son casos o controles y que clasifica la exposición a disolventes como elevada, intermedia, leve, inexistente o desconocida. Los diez años de exposición inmediatamente anteriores al diagnóstico del cáncer se excluyen, porque es biológicamente imposible que los cancerígenos de tipo iniciador puedan ser la causa del cáncer con un período de latencia tan corto (aunque los promotores sí podrían serlo, de hecho). En esta etapa, se pueden diferenciar también los tipos de exposición a disolventes. Al haberse obte- nido unas historias profesionales completas, se pueden analizar también otras exposiciones que no se incluyen en la hipótesis inicial del estudio. A continuación pueden calcularse los índices de probabilidad de la exposición a cualquier disolvente, a ciertos disolventes, a mezclas de disolventes, a diferentes intensidades de la exposición y durante diferentes períodos de tiempo en rela- ción con el diagnóstico del cáncer. Conviene excluir del análisis a las personas con exposición desconocida.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Estudios de casos y controles (o de casos y referentes) (II)
Una  vez  identificados  los  casos  y  controles,  se  registran  sus historias de exposición por medio de cuestionarios, encuestas o, en  algunos  casos,  aprovechando  los  registros  existentes  (p.  ej., registros  de  nóminas  de  los  que  puede  deducirse  la  historia profesional de los trabajadores). Los datos pueden obtenerse de los  propios  participantes  o,  cuando  estos  han  fallecido,  de  sus familiares más próximos. Para asegurar una memoria simétrica, es  importante  que  la  proporción  de  fallecidos  y  vivos  sea  la misma  en  los  casos  y  en  los  controles,  ya  que  los  familiares próximos suelen facilitar menos detalles sobre la historia profe- sional  que  los  propios  trabajadores.  La  información  sobre  la pauta de exposición entre los casos frente a los controles propor- ciona una estimación del índice de probabilidades (OR), una medida indirecta del riesgo de desarrollar la enfermedad en los expuestos frente al riesgo en los no expuestos.
El diseño de los estudios de casos y controles se basa en la información sobre la exposición obtenida de pacientes con determinada enfermedad (es decir, los casos) y de una muestra de personas no enfermas (es decir, los controles) de la misma población de la que proceden los casos. Por este motivo, sólo puede investigarse la relación entre la exposición y una enfer- medad, aunque permite el estudio simultáneo del efecto de varias exposiciones diferentes. El estudio de casos y referentes es adecuado
para responder a preguntas específicas de investigación, por ejemplo, “¿Está la cardiopatía coronaria causada por la exposi- ción a disulfuro de carbono?”, pero también ayuda a responder preguntas más generales como “¿Qué exposiciones pueden causar esta enfermedad?”
Tomemos como ejemplo la pregunta de si la exposición a disolventes orgánicos produce cáncer primario de hígado en Europa. Los casos de cáncer primario de hígado, una enfer- medad relativamente poco frecuente en Europa, se obtienen del registro nacional del cáncer en el país en cuestión. Supongamos que la serie de casos está formada por todos los cánceres que han ocurrido durante un período de tres años. Por consiguiente, la base de la población del estudio es un seguimiento durante tres años de toda la población de ese país. Los controles se obtienen de una muestra de personas sin cáncer de hígado que pertenecen a la misma población. Por razones de comodidad
(para poder muestrear los controles de la misma fuente), se pueden utilizar como controles los pacientes con otro tipo de cáncer no relacionado con la exposición a disolventes. El cáncer de colon no tiene ninguna relación conocida con la exposición a disolventes; por consiguiente, los controles pueden seleccionarse entre pacientes con este tipo de cáncer. (El uso de controles con cáncer minimiza el sesgo de memoria, ya que la exactitud de la historia facilitada por casos y controles es, en conjunto, simé- trica. No obstante, si existiera alguna relación en ese momento desconocida entre el cáncer de colon y la exposición a disol- ventes que se demostrara más adelante, este tipo de controles causaría una subestimación del riesgo real, no una exageración del mismo.)
El diseño de los estudios de casos y controles se basa en la información sobre la exposición obtenida de pacientes con determinada enfermedad (es decir, los casos) y de una muestra de personas no enfermas (es decir, los controles) de la misma población de la que proceden los casos. Por este motivo, sólo puede investigarse la relación entre la exposición y una enfer- medad, aunque permite el estudio simultáneo del efecto de varias exposiciones diferentes. El estudio de casos y referentes es adecuado
para responder a preguntas específicas de investigación, por ejemplo, “¿Está la cardiopatía coronaria causada por la exposi- ción a disulfuro de carbono?”, pero también ayuda a responder preguntas más generales como “¿Qué exposiciones pueden causar esta enfermedad?”
Tomemos como ejemplo la pregunta de si la exposición a disolventes orgánicos produce cáncer primario de hígado en Europa. Los casos de cáncer primario de hígado, una enfer- medad relativamente poco frecuente en Europa, se obtienen del registro nacional del cáncer en el país en cuestión. Supongamos que la serie de casos está formada por todos los cánceres que han ocurrido durante un período de tres años. Por consiguiente, la base de la población del estudio es un seguimiento durante tres años de toda la población de ese país. Los controles se obtienen de una muestra de personas sin cáncer de hígado que pertenecen a la misma población. Por razones de comodidad
(para poder muestrear los controles de la misma fuente), se pueden utilizar como controles los pacientes con otro tipo de cáncer no relacionado con la exposición a disolventes. El cáncer de colon no tiene ninguna relación conocida con la exposición a disolventes; por consiguiente, los controles pueden seleccionarse entre pacientes con este tipo de cáncer. (El uso de controles con cáncer minimiza el sesgo de memoria, ya que la exactitud de la historia facilitada por casos y controles es, en conjunto, simé- trica. No obstante, si existiera alguna relación en ese momento desconocida entre el cáncer de colon y la exposición a disol- ventes que se demostrara más adelante, este tipo de controles causaría una subestimación del riesgo real, no una exageración del mismo.)
martes, 14 de octubre de 2014
Conclusiones Se han aplicado indicadores biológicos para controlar la exposi- ción
Se han aplicado indicadores biológicos para controlar la exposi- ción a pesticidas en diversos estudios experimentales y de campo.
Algunas pruebas, como las de colinesterasa en sangre o las de determinación de ciertos pesticidas inalterados en orina o sangre, han sido validadas por una amplia experiencia. Para estas pruebas se han propuesto límites biológicos de exposición (Tabla 27.17).
Otras pruebas, en particular las de metabolitos en sangre o en orina, adolecen de mayores limitaciones, sea por dificultades analíticas o por limitaciones en la interpretación de los resultados.
Este campo de estudio se encuentra en rápida evolución y, dada la enorme importancia del empleo de indicadores bioló- gicos para evaluar la exposición a estas sustancias, se desarro- llarán y validarán continuamente nuevas pruebas.
final CONTROL BIOLOGICO
Algunas pruebas, como las de colinesterasa en sangre o las de determinación de ciertos pesticidas inalterados en orina o sangre, han sido validadas por una amplia experiencia. Para estas pruebas se han propuesto límites biológicos de exposición (Tabla 27.17).
Otras pruebas, en particular las de metabolitos en sangre o en orina, adolecen de mayores limitaciones, sea por dificultades analíticas o por limitaciones en la interpretación de los resultados.
Este campo de estudio se encuentra en rápida evolución y, dada la enorme importancia del empleo de indicadores bioló- gicos para evaluar la exposición a estas sustancias, se desarro- llarán y validarán continuamente nuevas pruebas.
final CONTROL BIOLOGICO
lunes, 13 de octubre de 2014
Pentaclorofenol.
El  pentaclorofenol  (PCP)  es  un  biocida  de amplio  espectro  con  acción  pesticida  contra  malas  hierbas, insectos y hongos. Se ha recomendado la medición del PCP inalterado en sangre o en orina como índice adecuado de control de exposición profesional (Colosio y  cols. 1993), ya que estos parámetros mantienen una correlación significativa con la carga orgánica de PCP. En trabajadores con exposición prolongada al PCP, el momento de recogida de muestras de sangre no es crítico; las  muestras  puntuales  de  orina  deben  tomarse  la  mañana siguiente a la exposición.
Shafik y cols. (1973b) han descrito un método multirresiduo para medir pesticidas halogenados y nitrofenólicos.
En la Tabla 27.16 se recogen otras pruebas propuestas para el control de la exposición a pesticidas.
Shafik y cols. (1973b) han descrito un método multirresiduo para medir pesticidas halogenados y nitrofenólicos.
En la Tabla 27.16 se recogen otras pruebas propuestas para el control de la exposición a pesticidas.
domingo, 12 de octubre de 2014
Pesticidas diversos 4,6-dinitro-o-cresol (DNOC).
El   DNOC   es   un   herbicida lanzado en 1925, pero su utilización ha ido disminuyendo poco a poco por sus elevada toxicidad para plantas y animales. Como sus  concentraciones  en  sangre  tienen  correlación,  dentro  de ciertos  límites,  con  la  gravedad  de  los  efectos  adversos  para  la salud, se ha propuesto medir el DNOC en sangre para controlar exposiciones profesionales y para evaluar el curso clínico en casos de intoxicación.
sábado, 11 de octubre de 2014
Compuestos de amonio cuaternario Indicadores biológicos de exposición
.  El diquat y el paraquat son herbicidas escasamente transformados por el organismo humano. Debido a su elevada solubilidad en agua, se excretan rápidamente y sin sufrir alteraciones con la orina. Con frecuencia se  han  observado  concentraciones  urinarias  inferiores  al  límite analítico  de  detección  (0,01  g/l)  en  trabajadores  expuestos  al paraquat; en países tropicales, se han observado concentraciones de  hasta  0,73  g/l  después  de  la  manipulación  incorrecta paraquat.  Se  han  documentado  concentraciones  urinarias  de diquat inferiores al límite analítico de detección (0,047 g/l) en sujetos  con  exposiciones  dérmicas  de  0,17  a  1,82  g/h  y  con exposiciones por inhalación inferiores a 0,01 g/h. Lo ideal es utilizar para el análisis muestras de orina de 24 horas tomadas a partir del final de la exposición. Si esto no es posible, puede utili- zarse una muestra puntual tomada al final de la jornada.
La determinación de las concentraciones séricas de paraquat es útil con fines de pronóstico en caso de intoxicación aguda; los pacientes con concentraciones séricas de paraquat de hasta 0,1 g/l 24 horas después de la ingestión tienen probabilidades de sobrevivir.
Summers (1980) ha revisado los métodos analíticos de deter- minación de paraquat y diquat.
de
 
 
 
La determinación de las concentraciones séricas de paraquat es útil con fines de pronóstico en caso de intoxicación aguda; los pacientes con concentraciones séricas de paraquat de hasta 0,1 g/l 24 horas después de la ingestión tienen probabilidades de sobrevivir.
Summers (1980) ha revisado los métodos analíticos de deter- minación de paraquat y diquat.
de
viernes, 10 de octubre de 2014
Herbicidas fenóxicos Indicadores biológicos de exposición.
.  Los   herbicidas   de fenoxiacetato apenas sufren biotransformación en los mamíferos. En el hombre, más del 95 % de una dosis de ácido 2,4-diclorofe- noxiacético (2,4-D) se excreta inalterada en la orina en el curso de  cinco  días;  también  los  ácidos  2,4,5-triclorofeno-oxiacético
(2,4,5-T) y metilfenoxiacético (MCPA) se excretan en su mayor parte inalterados con la orina pocos días después de su absorción oral. Se ha aplicado la medida de compuestos inalterados en orina para controlar la exposición profesional a estos herbicidas. En estudios de campo se ha observado que las concentraciones urinarias de trabajadores expuestos oscilan entre 0,10 y 8 g/l para el 2,4-D; entre 0,05 y 4,5 g/l para el 2,4,5-T; y entre menos de 0,1 y 15 g/l para el MCPA. Se recomienda recoger la orina de 24 horas, empezando en el momento en que termine la exposición, para determinar compuestos inalterados. Draper
(1982) ha documentado métodos analíticos para medir herbicidas fenóxicos en orina.
(2,4,5-T) y metilfenoxiacético (MCPA) se excretan en su mayor parte inalterados con la orina pocos días después de su absorción oral. Se ha aplicado la medida de compuestos inalterados en orina para controlar la exposición profesional a estos herbicidas. En estudios de campo se ha observado que las concentraciones urinarias de trabajadores expuestos oscilan entre 0,10 y 8 g/l para el 2,4-D; entre 0,05 y 4,5 g/l para el 2,4,5-T; y entre menos de 0,1 y 15 g/l para el MCPA. Se recomienda recoger la orina de 24 horas, empezando en el momento en que termine la exposición, para determinar compuestos inalterados. Draper
(1982) ha documentado métodos analíticos para medir herbicidas fenóxicos en orina.
jueves, 9 de octubre de 2014
Requisitos para optar a las prestaciones por lesión profesional
El subsidio por enfermedad se concede al asegurado que sufre un accidente de trabajo o contrae una enfermedad profesional que le produce incapacidad para realizar su anterior trabajo u ocupar otro puesto de trabajo adecuado y de resultas de la cual deja de
trabajar.
Los subsidios y pensiones de invalidez (las prestaciones por inca- pacidad) se abonan siempre que se establece que la lesión se ha debido a un accidente de trabajo que ha causado una incapa- cidad al asegurado.
Los resultados de la lesión se evalúan contrastando el estado de salud de la víctima con el estado medio de las personas salu- dables de igual sexo y edad. En las pruebas de evaluación del grado de incapacidad se consideran los porcentajes fijados para cada tipo de lesión, mediante una ponderación individualizada; por ejemplo, la pérdida de un miembro tiene mayor importancia en unas profesiones que en otras.
Existen dos categorías de tribunales médicos responsables de la evaluación del grado de incapacidad:
• Tribunales de primera instancia;
• Tribunales de apelación.
Unos y otros establecen inicialmente la relación causal con el accidente de trabajo (lesión o enfermedad profesional) necesaria para declarar la incapacidad y el grado de tal relación. En cual- quier caso, son independientes del organismo que recaba sus servicios. Se trata de entes de derecho cuasipúblico cuya función consiste en adoptar acuerdos y que no realizan labores adminis- trativas. En su calidad de entes de derecho cuasipúblico, los tribunales médicos están sujetos al control de los tribunales de trabajo.
trabajar.
Los subsidios y pensiones de invalidez (las prestaciones por inca- pacidad) se abonan siempre que se establece que la lesión se ha debido a un accidente de trabajo que ha causado una incapa- cidad al asegurado.
Los resultados de la lesión se evalúan contrastando el estado de salud de la víctima con el estado medio de las personas salu- dables de igual sexo y edad. En las pruebas de evaluación del grado de incapacidad se consideran los porcentajes fijados para cada tipo de lesión, mediante una ponderación individualizada; por ejemplo, la pérdida de un miembro tiene mayor importancia en unas profesiones que en otras.
Existen dos categorías de tribunales médicos responsables de la evaluación del grado de incapacidad:
• Tribunales de primera instancia;
• Tribunales de apelación.
Unos y otros establecen inicialmente la relación causal con el accidente de trabajo (lesión o enfermedad profesional) necesaria para declarar la incapacidad y el grado de tal relación. En cual- quier caso, son independientes del organismo que recaba sus servicios. Se trata de entes de derecho cuasipúblico cuya función consiste en adoptar acuerdos y que no realizan labores adminis- trativas. En su calidad de entes de derecho cuasipúblico, los tribunales médicos están sujetos al control de los tribunales de trabajo.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Derecho a prestación ¿Quienes tienen derecho a prestación?
•  El asegurado que ha sufrido una lesión profesional (accidente de trabajo o enfermedad profesional) tiene derecho a percibir el subsidio por enfermedad.
• El asegurado que queda incapacitado como consecuencia de una lesión profesional tiene derecho a una pensión o subsidio de invalidez.
• El asegurado que sufre una incapacidad funcional igual o supe- rior al 10 % tiene derecho a rehabilitación profesional. Más adelante se expone el método de determinación del grado de incapacidad.
• El asegurado que queda incapacitado como consecuencia de una lesión profesional tiene derecho a una pensión o subsidio de invalidez.
• El asegurado que sufre una incapacidad funcional igual o supe- rior al 10 % tiene derecho a rehabilitación profesional. Más adelante se expone el método de determinación del grado de incapacidad.
martes, 7 de octubre de 2014
Riesgos asegurados
La cobertura legal tiene por objeto ofrecer puntualmente a los trabajadores  una  asistencia  eficaz  en  caso  de  accidente  de trabajo, enfermedad profesional, incapacidad o fallecimiento.
Si un asegurado fallece como consecuencia de un siniestro asegurado (accidente de trabajo o enfermedad profesional), sus familiares (viudo o viuda, huérfanos, padres y otros familiares a su cargo) tienen derecho, en determinadas condiciones, a percibir las prestaciones por enfermedad profesional.
Se considera lesión profesional toda lesión, incapacidad o muerte causada por el trabajo. Se entiende por accidente de trabajo el que ocurre “durante y como consecuencia del trabajo realizado por cuenta de la empresa del trabajador”. En el caso de los trabaja- dores autónomos, se denomina accidente de trabajo al produ- cido “durante y como consecuencia del ejercicio de su profesión”.
La cobertura del seguro se extiende a los accidentes que sufra el asegurado durante el desplazamiento (en un vehículo o semo- viente, o andando) de su domicilio —o del lugar en que haya pernoctado— al trabajo, o viceversa, o desde un lugar de trabajo a otro, aunque la lesión sufrida tenga su origen en los peligros del tráfico rodado, siempre que la presencia del traba- jador en el lugar del accidente obedezca a las exigencias de su trabajo.
El seguro ampara igualmente las enfermedades profesionales, que se definen en el artículo 2 del capítulo mencionado de la ley. Se define como enfermedad profesional toda enfermedad contraída por causa del trabajo o durante la prestación de servi- cios por cuenta de la empresa, o bien, si se trata de un traba- jador autónomo, la contraída como consecuencia del ejercicio de la profesión.
Las enfermedades profesionales se detallan en una lista homo- logada por el Instituto e incluida en los reglamentos.
Esta lista incluye las enfermedades causadas por lesiones producidas en el trabajo y asimismo las causadas por agentes físicos, químicos o biológicos o por determinadas modalidades de prestación laboral, además de las causadas evidentemente por el trabajo.
Todos los trabajadores, sin excepciones, disfrutan de la cober- tura del seguro. Todas las empresas tienen la obligación de asegurar a todas las categorías de trabajadores.
La obligación de asegurar se aplica igualmente al Estado y al resto de los entes públicos respecto de sus trabajadores.
Si un asegurado fallece como consecuencia de un siniestro asegurado (accidente de trabajo o enfermedad profesional), sus familiares (viudo o viuda, huérfanos, padres y otros familiares a su cargo) tienen derecho, en determinadas condiciones, a percibir las prestaciones por enfermedad profesional.
Se considera lesión profesional toda lesión, incapacidad o muerte causada por el trabajo. Se entiende por accidente de trabajo el que ocurre “durante y como consecuencia del trabajo realizado por cuenta de la empresa del trabajador”. En el caso de los trabaja- dores autónomos, se denomina accidente de trabajo al produ- cido “durante y como consecuencia del ejercicio de su profesión”.
La cobertura del seguro se extiende a los accidentes que sufra el asegurado durante el desplazamiento (en un vehículo o semo- viente, o andando) de su domicilio —o del lugar en que haya pernoctado— al trabajo, o viceversa, o desde un lugar de trabajo a otro, aunque la lesión sufrida tenga su origen en los peligros del tráfico rodado, siempre que la presencia del traba- jador en el lugar del accidente obedezca a las exigencias de su trabajo.
El seguro ampara igualmente las enfermedades profesionales, que se definen en el artículo 2 del capítulo mencionado de la ley. Se define como enfermedad profesional toda enfermedad contraída por causa del trabajo o durante la prestación de servi- cios por cuenta de la empresa, o bien, si se trata de un traba- jador autónomo, la contraída como consecuencia del ejercicio de la profesión.
Las enfermedades profesionales se detallan en una lista homo- logada por el Instituto e incluida en los reglamentos.
Esta lista incluye las enfermedades causadas por lesiones producidas en el trabajo y asimismo las causadas por agentes físicos, químicos o biológicos o por determinadas modalidades de prestación laboral, además de las causadas evidentemente por el trabajo.
Todos los trabajadores, sin excepciones, disfrutan de la cober- tura del seguro. Todas las empresas tienen la obligación de asegurar a todas las categorías de trabajadores.
La obligación de asegurar se aplica igualmente al Estado y al resto de los entes públicos respecto de sus trabajadores.
lunes, 6 de octubre de 2014
Asegurados y requisitos de la cobertura
El sistema de indemnización por accidentes de trabajo se aplica de forma obligatoria a todas las empresas, que deben asegurar a sus trabajadores (excepto los miembros de la policía, los funcionarios de prisiones y los empleados de la defensa), independientemente  de  que  lo  sean  por  tiempo  indefinido  o  con  carácter temporal, de que devenguen un sueldo mensual o un jornal, y de que trabajen a tiempo completo o a tiempo parcial, incluidos los trabajadores autónomos, los trabajadores en período de formación profesional, los extranjeros residentes que trabajen en Israel, los reclusos que realicen trabajos, las personas sometidas a reha- bilitación  profesional,  las  personas  que  trabajen  en  empresas israelíes en el extranjero (en ciertos casos) y los trabajadores cuyo salario se fije por vía legislativa (como los miembros del Knesset o parlamento,  los  jueces  y  los  alcaldes),  cualesquiera  que  sean  la edad y nacionalidad del trabajador.
domingo, 5 de octubre de 2014
SEGURO E INDEMNIZACION DE LAS • LESIONES PROFESIONALES EN ISRAEL
Resumen de los objetivos y la cobertura
Cobertura
El sistema israelí de indemnización por accidentes de trabajo está gestionado por el Instituto Nacional de Seguros en el marco de las disposiciones del capítulo 5 (“Seguro de las lesiones profesio- nales”) del texto refundido de la Ley del seguro nacional
(1995-5755).
Cobertura
El sistema israelí de indemnización por accidentes de trabajo está gestionado por el Instituto Nacional de Seguros en el marco de las disposiciones del capítulo 5 (“Seguro de las lesiones profesio- nales”) del texto refundido de la Ley del seguro nacional
(1995-5755).
sábado, 4 de octubre de 2014
Responsabilidad subsidiaria
Esta expresión abarca las situaciones en las que una persona es responsable de las obligaciones de otra. Cuando se utilizan traba- jadores  de  una  empresa  (“contratista”)  para  trabajar  para  otra
(“principal”), algunas jurisdicciones disponen que en ciertas circunstancias el principal es en realidad un garante de las obliga- ciones del contratista en relación con la indemnización por acci- dentes de trabajo. Esas disposiciones suelen aplicarse al trabajo realizado en lugares de construcción, aun cuando también se aplican a veces a otras situaciones.
(“principal”), algunas jurisdicciones disponen que en ciertas circunstancias el principal es en realidad un garante de las obliga- ciones del contratista en relación con la indemnización por acci- dentes de trabajo. Esas disposiciones suelen aplicarse al trabajo realizado en lugares de construcción, aun cuando también se aplican a veces a otras situaciones.
viernes, 3 de octubre de 2014
Falta de pago de las primas o cotizaciones
En los regímenes administrados por compañías de seguros puede permitirse al asegurador cancelar la cobertura del seguro si no se paga la prima. La empresa es en tal caso responsable de los pagos de indemnización por futuras reclamaciones, y los demandantes futuros  dependen  de  la  continuación  de  la  solvencia  de  la empresa. Cuando es legalmente obligatorio el seguro de indemni- zación  por  accidentes  de  trabajo  y  una  empresa  ha  dejado  de pagar una prima, generalmente se imponen sanciones, normal- mente una multa o prisión, además de la responsabilidad de la empresa  por  las  reclamaciones.  A  veces,  puede  procederse  al cierre de la empresa.
Cuando un régimen de indemnización por accidentes de trabajo es de seguros sociales, algunas jurisdicciones exigen o permiten la cancelación de la cobertura si la empresa no paga las primas. Más comúnmente, el pago de la indemnización no depende del pago de las primas, no permitiéndose la cancela- ción de la cobertura por cualquier impago. Cada reclamación representa una carga sobre el correspondiente fondo, y en algunas jurisdicciones, sobre todo el fondo.
En caso de impago de primas, pueden utilizarse varios meca- nismos de ejecución forzosa. Normalmente son análogos a los mecanismos de ejecución forzosa utilizables en la jurisdicción de otras formas de tributación: embargo de la propiedad de la empresa (incluyendo la tierra y los bienes), embargo de las cuentas bancarias de la empresa y mandatos de cierre de la empresa. En algunas jurisdicciones, el impago de las primas es un delito. Habrán de cumplirse las penas impuestas y, además, pagar las primas vencidas, pudiendo exigirse a la empresa que reembolse al organismo gestor los gastos por reclamaciones presentadas durante el período de impago. Cuando una empresa no es sociedad, los directivos de la misma pueden incu- rrir en responsabilidad personal.
Cuando un régimen de indemnización por accidentes de trabajo es de seguros sociales, algunas jurisdicciones exigen o permiten la cancelación de la cobertura si la empresa no paga las primas. Más comúnmente, el pago de la indemnización no depende del pago de las primas, no permitiéndose la cancela- ción de la cobertura por cualquier impago. Cada reclamación representa una carga sobre el correspondiente fondo, y en algunas jurisdicciones, sobre todo el fondo.
En caso de impago de primas, pueden utilizarse varios meca- nismos de ejecución forzosa. Normalmente son análogos a los mecanismos de ejecución forzosa utilizables en la jurisdicción de otras formas de tributación: embargo de la propiedad de la empresa (incluyendo la tierra y los bienes), embargo de las cuentas bancarias de la empresa y mandatos de cierre de la empresa. En algunas jurisdicciones, el impago de las primas es un delito. Habrán de cumplirse las penas impuestas y, además, pagar las primas vencidas, pudiendo exigirse a la empresa que reembolse al organismo gestor los gastos por reclamaciones presentadas durante el período de impago. Cuando una empresa no es sociedad, los directivos de la misma pueden incu- rrir en responsabilidad personal.
jueves, 2 de octubre de 2014
Financiación de los costes corrientes
Financiación  de  los  costes  corrientes  (a  veces,  denominado  sistema  de reparto).  Los  ingresos  totales  necesarios  en  cualquier  año  se determinan estimando los gastos totales a pagar durante ese año  en  relación  con  todas  las  reclamaciones  actuales  y pasadas.
Hay variantes de cada una de estas formas, por lo que existe cierto espacio intermedio entre ellas. La capitalización exige la creación de cuantiosas reservas, y su adecuación ha de reesti- marse normalmente cada año. Con el sistema de reparto se requiere cierto volumen de reservas de emergencia, pero no cálculos actuariales repetidos.
Cuando el régimen es administrado por compañías de seguros, los principios generales de la ley del seguro imponen la capitalización. El régimen de seguros sociales ocupa una posi- ción diferente, ya que el gobierno puede imponer por ley cotiza- ciones futuras. En la práctica, algunos regímenes de seguros sociales están obligados a la capitalización plena y otros utilizan el sistema de reparto. Otros adoptan una posición diferente, como la capitalización parcial o la capitalización únicamente de algunas partidas del coste futuro.
La financiación por el sistema de reparto es ligeramente más barata a largo plazo, pero la capitalización es esencial en muchas jurisdicciones, como las pequeñas, y en las que dependen fuerte- mente de industrias de producción primaria.
Hay variantes de cada una de estas formas, por lo que existe cierto espacio intermedio entre ellas. La capitalización exige la creación de cuantiosas reservas, y su adecuación ha de reesti- marse normalmente cada año. Con el sistema de reparto se requiere cierto volumen de reservas de emergencia, pero no cálculos actuariales repetidos.
Cuando el régimen es administrado por compañías de seguros, los principios generales de la ley del seguro imponen la capitalización. El régimen de seguros sociales ocupa una posi- ción diferente, ya que el gobierno puede imponer por ley cotiza- ciones futuras. En la práctica, algunos regímenes de seguros sociales están obligados a la capitalización plena y otros utilizan el sistema de reparto. Otros adoptan una posición diferente, como la capitalización parcial o la capitalización únicamente de algunas partidas del coste futuro.
La financiación por el sistema de reparto es ligeramente más barata a largo plazo, pero la capitalización es esencial en muchas jurisdicciones, como las pequeñas, y en las que dependen fuerte- mente de industrias de producción primaria.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Capitalización
En  función  de  su  dimensión  temporal,  la  financiación  de  la indemnización  por  accidentes  de  trabajo  se  organiza  de  dos maneras básicas.
1. Capitalización. Los ingresos totales necesarios en cualquier año se determinan estimando los costes actuales y futuros de todas las incapacidades indemnizables que se produzcan durante ese año (o de todas las reclamaciones recibidas durante el año).
1. Capitalización. Los ingresos totales necesarios en cualquier año se determinan estimando los costes actuales y futuros de todas las incapacidades indemnizables que se produzcan durante ese año (o de todas las reclamaciones recibidas durante el año).
martes, 30 de septiembre de 2014
Puntuación según la experiencia (II)
La justificación más frecuente de la puntuación según la expe- riencia  es  que  crea  un  incentivo  a  la  empresa  de  reducir  la frecuencia y gravedad de las incapacidades laborales, pero esta afirmación no se basa en pruebas creíbles. Los únicos “estudios” que tratan de demostrar que la puntuación según la experiencia tiene algún efecto beneficioso en la salud y seguridad utilizan los datos sobre reclamaciones como medida del efecto. Por varios motivos,  no  es  conveniente  utilizarlos  para  esta  finalidad.  La puntuación  según  la  experiencia  incentiva  a  las  empresas  a prevenir   o   desalentar   la   presentación   de   reclamaciones,   a retener información positiva, a oponerse a las reclamaciones, a apelar las decisiones favorables a los demandantes, a presionar a éstos  para  que  retornen  prematuramente  al  trabajo,  a  buscar información médica personal relacionada con los demandantes
y a requerir nuevos reconocimientos médicos de los reclamantes. Aun cuando algunas de estas prácticas son generalmente legí- timas, su uso generalizado desaconseja la utilización de los datos sobre reclamaciones como medida del “éxito” de la puntuación según experiencia en relación con la salud y seguridad. Además, estas prácticas elevan los costes de administración y adjudica- ción del régimen; y a causa de los retrasos y daños terapéuticos que pueden causar, probablemente también incrementan los costes de indemnización.
La puntuación según la experiencia puede inducir a la empresa a facilitar en ciertas circunstancias la rehabilitación de un trabajador incapacitado, pero en conjunto probablemente su influencia en la rehabilitación es negativa. Normalmente da lugar a que las lesiones leves sean tratadas con sospecha. Esta actitud puede ser causa de ansiedad y un impedimento a la reha- bilitación. Además, puede desanimar a la empresa de contratar personas discapacitadas y mantener el empleo del trabajador incapacitado. Sucede así primordialmente porque los costes de la indemnización de cualquier incapacidad derivada pueden aumentar cuando se potencia su repercusión para la incapa- cidad previa. Para contrarrestar esta influencia negativa de la puntuación según experiencia, algunas jurisdicciones utilizan un
“segundo fondo de lesiones”. Parte del coste de la indemniza- ción de la incapacidad subsiguiente puede cargarse a ese fondo y no repercutir en la empresa. Los costes de este fondo se distri- buyen entre todas las clases de primas o cotizaciones y entre todas las empresas. Las reglas de uso del fondo varían, pero el principio general es que, cuando alguna incapacidad o condi- ción previa ha contribuido a causar una incapacidad indemni- zable, ha incrementado su gravedad o ha aumentado sus consecuencias en orden a la indemnización, una parte del coste de la indemnización de la incapacidad debe recaer sobre el segundo fondo de lesiones.
Estos fondos no logran su objetivo, lo que se debe en parte a los demás motivos (reales o imaginarios) por los que muchas empresas evitan el empleo de personas discapacitadas y en parte
a que la transferencia de costes a un segundo fondo de lesiones depende de la sentencia dictada en casos de reclamaciones una vez sobrevenida la incapacidad derivada. Además, el coste de tramitación de las solicitudes de transferencia de los costes al segundo fondo de lesiones es otro motivo por el que la puntua- ción según experiencia eleva los costes generales del régimen.
La puntuación según experiencia parece a primera vista mejorar la equidad de la distribución de los costes entre las empresas. Y hasta cierto punto así lo hace, pero a la vez crea nuevas desigualdades. Por ejemplo, las solicitudes de transfe- rencia de costes a un segundo fondo de lesiones o a otro fondo general son presentadas con mayor frecuencia por las grandes empresas, que cuentan con personal o consultores externos dedi- cados a esta tarea. El resultado de estas transferencias es elevar la cotización normal de la clase o subclase, con el resultado final de ser una subvención de las pequeñas empresas a las grandes.
y a requerir nuevos reconocimientos médicos de los reclamantes. Aun cuando algunas de estas prácticas son generalmente legí- timas, su uso generalizado desaconseja la utilización de los datos sobre reclamaciones como medida del “éxito” de la puntuación según experiencia en relación con la salud y seguridad. Además, estas prácticas elevan los costes de administración y adjudica- ción del régimen; y a causa de los retrasos y daños terapéuticos que pueden causar, probablemente también incrementan los costes de indemnización.
La puntuación según la experiencia puede inducir a la empresa a facilitar en ciertas circunstancias la rehabilitación de un trabajador incapacitado, pero en conjunto probablemente su influencia en la rehabilitación es negativa. Normalmente da lugar a que las lesiones leves sean tratadas con sospecha. Esta actitud puede ser causa de ansiedad y un impedimento a la reha- bilitación. Además, puede desanimar a la empresa de contratar personas discapacitadas y mantener el empleo del trabajador incapacitado. Sucede así primordialmente porque los costes de la indemnización de cualquier incapacidad derivada pueden aumentar cuando se potencia su repercusión para la incapa- cidad previa. Para contrarrestar esta influencia negativa de la puntuación según experiencia, algunas jurisdicciones utilizan un
“segundo fondo de lesiones”. Parte del coste de la indemniza- ción de la incapacidad subsiguiente puede cargarse a ese fondo y no repercutir en la empresa. Los costes de este fondo se distri- buyen entre todas las clases de primas o cotizaciones y entre todas las empresas. Las reglas de uso del fondo varían, pero el principio general es que, cuando alguna incapacidad o condi- ción previa ha contribuido a causar una incapacidad indemni- zable, ha incrementado su gravedad o ha aumentado sus consecuencias en orden a la indemnización, una parte del coste de la indemnización de la incapacidad debe recaer sobre el segundo fondo de lesiones.
Estos fondos no logran su objetivo, lo que se debe en parte a los demás motivos (reales o imaginarios) por los que muchas empresas evitan el empleo de personas discapacitadas y en parte
a que la transferencia de costes a un segundo fondo de lesiones depende de la sentencia dictada en casos de reclamaciones una vez sobrevenida la incapacidad derivada. Además, el coste de tramitación de las solicitudes de transferencia de los costes al segundo fondo de lesiones es otro motivo por el que la puntua- ción según experiencia eleva los costes generales del régimen.
La puntuación según experiencia parece a primera vista mejorar la equidad de la distribución de los costes entre las empresas. Y hasta cierto punto así lo hace, pero a la vez crea nuevas desigualdades. Por ejemplo, las solicitudes de transfe- rencia de costes a un segundo fondo de lesiones o a otro fondo general son presentadas con mayor frecuencia por las grandes empresas, que cuentan con personal o consultores externos dedi- cados a esta tarea. El resultado de estas transferencias es elevar la cotización normal de la clase o subclase, con el resultado final de ser una subvención de las pequeñas empresas a las grandes.
lunes, 29 de septiembre de 2014
Centros de asesoramiento
La complejidad del mundo del trabajo, la debilidad de los sindi- catos  en  muchos  países  y  la  insuficiencia  del  asesoramiento formal en materia de salud y seguridad en el trabajo, han indu- cido  la  creación  de  centros  de  asesoramiento  en  numerosos países.  Las  principales  redes  existentes  en  los  países  anglófonos atienden decenas de miles de consultas todos los años. El funcio- namiento de estas redes está, en gran medida, en función de las
 
necesidades expresadas por los usuarios. La tendencia contras- tada en la estructura económica de las sociedades avanzadas hacia la reducción del tamaño de los lugares de trabajo, la preca- riedad del empleo y el incremento del trabajo no estructurado y a tiempo parcial (circunstancias que dificultan la regulación de las condiciones de trabajo) han facilitado la financiación de los centros de asesoramiento por parte de las administraciones locales y estatales. La Red Europea sobre los Riesgos en el Trabajo, integrada por trabajadores y asesores de salud y segu- ridad en el trabajo, ha recibido recientemente fondos de la Unión Europea. Por su parte, la red de centros de asesoramiento de Sudáfrica se ha beneficiado de los fondos para el desarrollo de la Unión Europea, mientras que los comités de salud y seguridad en el trabajo de ámbito comunitario existentes en Estados Unidos han recibido fondos del programa de Nuevas Directrices de la Administración para la Salud y Seguridad en el Trabajo de Estados Unidos.
necesidades expresadas por los usuarios. La tendencia contras- tada en la estructura económica de las sociedades avanzadas hacia la reducción del tamaño de los lugares de trabajo, la preca- riedad del empleo y el incremento del trabajo no estructurado y a tiempo parcial (circunstancias que dificultan la regulación de las condiciones de trabajo) han facilitado la financiación de los centros de asesoramiento por parte de las administraciones locales y estatales. La Red Europea sobre los Riesgos en el Trabajo, integrada por trabajadores y asesores de salud y segu- ridad en el trabajo, ha recibido recientemente fondos de la Unión Europea. Por su parte, la red de centros de asesoramiento de Sudáfrica se ha beneficiado de los fondos para el desarrollo de la Unión Europea, mientras que los comités de salud y seguridad en el trabajo de ámbito comunitario existentes en Estados Unidos han recibido fondos del programa de Nuevas Directrices de la Administración para la Salud y Seguridad en el Trabajo de Estados Unidos.
domingo, 28 de septiembre de 2014
Actividades (II)
Una docena de organizaciones de todo el mundo se esfuerzan por resolver los problemas sanitarios de los trabajadores pertene- cientes a minorías étnicas: latinoamericanos en Estados Unidos; paquistaníes, yemeníes y bengalíes en Inglaterra; marroquíes en Francia; y trabajadores del sudeste asiático en Japón, entre otras minorías. Dada la gravedad de las lesiones y enfermedades que suelen sufrir estos trabajadores, la reivindicación inicial consiste en  obtener  una  indemnización  suficiente,  lo  que  suele  llevar aparejado el reconocimiento de su situación legal. No obstante, la  reivindicación  principal  consiste  en  abrogar  las  prácticas discriminatorias en el empleo de los trabajadores pertenecientes
a grupos étnicos minoritarios, que trabajan en unas condiciones que los miembros de la mayoría no aceptan. Es mucho lo que estos grupos han conseguido, en parte, gracias a la difusión, en sus respectivos idiomas, de mejor información relativa a la salud
y seguridad y a sus derechos laborales.
Particularmente notable ha sido el éxito logrado por la orga- nización Pesticides Action Network y sus asociaciones hermanas, especialmente en su campaña por lograr la proscripción de determinados pesticidas (la campaña contra la “docena de
(productos) nocivos”). Estos problemas y la degradación sistemá- tica del medio ambiente de trabajo y general por parte de algunas empresas multinacionales constituyen problemas espi- nosos, por lo que las organizaciones dedicadas a resolverlos, después de lograr numerosas victorias parciales, se han fijado nuevos objetivos.
a grupos étnicos minoritarios, que trabajan en unas condiciones que los miembros de la mayoría no aceptan. Es mucho lo que estos grupos han conseguido, en parte, gracias a la difusión, en sus respectivos idiomas, de mejor información relativa a la salud
y seguridad y a sus derechos laborales.
Particularmente notable ha sido el éxito logrado por la orga- nización Pesticides Action Network y sus asociaciones hermanas, especialmente en su campaña por lograr la proscripción de determinados pesticidas (la campaña contra la “docena de
(productos) nocivos”). Estos problemas y la degradación sistemá- tica del medio ambiente de trabajo y general por parte de algunas empresas multinacionales constituyen problemas espi- nosos, por lo que las organizaciones dedicadas a resolverlos, después de lograr numerosas victorias parciales, se han fijado nuevos objetivos.
sábado, 27 de septiembre de 2014
Actividades (I)
Un rasgo común a las organizaciones del sector voluntario es que centran  su  actividad  en  peligros  concretos  (identificables  con determinadas  enfermedades,  empresas  multinacionales,  sectores de  empleo,  grupos  étnicos  o  sexos),  centros  de  asesoramiento, servicios  de  salud  en  el  trabajo,  publicación  de  revistas  y  bole- tines, centros de formación e investigación, y redes supranacionales.
Algunas de las organizaciones más antiguas defienden los intereses de los pacientes de las enfermedades profesionales que se relacionan a continuación y que resumen los objetivos princi- pales de los grupos comunitarios de todo el mundo: hipersensibi- lidad múltiple a los productos químicos, asbestosis, antracosis, silicosis, karoshi (muerte repentina causada por el exceso de trabajo), lesión por esfuerzo repetitivo, víctimas de accidentes, hipersensibilidad a la electricidad, salud laboral de la mujer, salud laboral de los negros y minorías étnicas, asbestosis
(amianto), pesticidas, fibras minerales artificiales, microondas, equipos de visualización, peligros profesionales en el arte, trabajo en la construcción, Bayer, Union Carbide, Río Tinto Zinc.
Esta concentración del esfuerzo puede ser sumamente eficaz; en efecto, las publicaciones del Center for Art Hazards, de la ciudad de Nueva York, fueron modelos en su clase, y tanto en Estados Unidos, como en Japón, el Reino Unido y otros países se han desarrollado con éxito diversas campañas para llamar la atención hacia las necesidades específicas de los trabajadores migratorios pertenecientes a minorías étnicas.
Algunas de las organizaciones más antiguas defienden los intereses de los pacientes de las enfermedades profesionales que se relacionan a continuación y que resumen los objetivos princi- pales de los grupos comunitarios de todo el mundo: hipersensibi- lidad múltiple a los productos químicos, asbestosis, antracosis, silicosis, karoshi (muerte repentina causada por el exceso de trabajo), lesión por esfuerzo repetitivo, víctimas de accidentes, hipersensibilidad a la electricidad, salud laboral de la mujer, salud laboral de los negros y minorías étnicas, asbestosis
(amianto), pesticidas, fibras minerales artificiales, microondas, equipos de visualización, peligros profesionales en el arte, trabajo en la construcción, Bayer, Union Carbide, Río Tinto Zinc.
Esta concentración del esfuerzo puede ser sumamente eficaz; en efecto, las publicaciones del Center for Art Hazards, de la ciudad de Nueva York, fueron modelos en su clase, y tanto en Estados Unidos, como en Japón, el Reino Unido y otros países se han desarrollado con éxito diversas campañas para llamar la atención hacia las necesidades específicas de los trabajadores migratorios pertenecientes a minorías étnicas.
viernes, 26 de septiembre de 2014
Puntos fuertes y débiles
Para el sector voluntario, su fuerza radica en la inmediatez de su respuesta a los problemas que se suscitan en torno a la salud y seguridad en el trabajo, en su estructura organizativa abierta, en la incorporación de los trabajadores y otras personas marginadas que sufren enfermedades y lesiones profesionales, y en la ausencia de constreñimientos institucionales a su libertad de palabra y de acción. Los problemas del sector voluntario estriban en la preca- riedad de sus ingresos, en la dificultad para coordinar los estilos de trabajo del personal voluntario y remunerado, y la imposibi- lidad de atender a las innumerables necesidades insatisfechas de los  trabajadores  y  otras  personas  aquejadas  de  enfermedades profesionales.
Se ha mencionado anteriormente la fugacidad de muchas de estas organizaciones; en efecto, de dieciséis organizaciones de este tipo que había en el Reino Unidos en 1985, diez años más tarde sólo quedaban siete. En ese mismo período de tiempo se habían creado veinticinco organizaciones, en un proceso carac- terístico de todas las organizaciones voluntarias. Su estructura interna suele ser horizontal y nutrirse de delegados y afiliados de los sindicatos y otras organizaciones, con el concurso de las personas afectadas de problemas de salud relacionados con el trabajo. Si bien las relaciones con los sindicatos, partidos polí- ticos y organismos estatales son vitales para el éxito de su esfuerzo de transformación de las condiciones de trabajo, la mayoría de estas organizaciones han optado por una relación indirecta con esas entidades y por un esquema de financiación plural que, por regla general, se alimenta de fondos procedentes de subvenciones públicas, de los sindicatos y de organizaciones mercantiles y de beneficencia. Hay muchas más organizaciones de carácter enteramente voluntario o que distribuyen alguna publicación entre los suscriptores, cuyas cuotas cubren exclu- sivamente los costes de impresión y distribución.
  
Se ha mencionado anteriormente la fugacidad de muchas de estas organizaciones; en efecto, de dieciséis organizaciones de este tipo que había en el Reino Unidos en 1985, diez años más tarde sólo quedaban siete. En ese mismo período de tiempo se habían creado veinticinco organizaciones, en un proceso carac- terístico de todas las organizaciones voluntarias. Su estructura interna suele ser horizontal y nutrirse de delegados y afiliados de los sindicatos y otras organizaciones, con el concurso de las personas afectadas de problemas de salud relacionados con el trabajo. Si bien las relaciones con los sindicatos, partidos polí- ticos y organismos estatales son vitales para el éxito de su esfuerzo de transformación de las condiciones de trabajo, la mayoría de estas organizaciones han optado por una relación indirecta con esas entidades y por un esquema de financiación plural que, por regla general, se alimenta de fondos procedentes de subvenciones públicas, de los sindicatos y de organizaciones mercantiles y de beneficencia. Hay muchas más organizaciones de carácter enteramente voluntario o que distribuyen alguna publicación entre los suscriptores, cuyas cuotas cubren exclu- sivamente los costes de impresión y distribución.
jueves, 25 de septiembre de 2014
ORGANIZACIONES DE AMBITO COMUNITARIO
El protagonismo de los grupos comunitarios y del voluntariado en el campo de la salud y seguridad en el trabajo se ha incremen- tado  sensiblemente  en  los  últimos  veinte  años.  Centenares  de estos grupos, diseminados en más de treinta países, promueven los  intereses  de  los  trabajadores  y  de  las  personas  afectadas  de enfermedades  profesionales,  con  especial  atención  a  los  indivi- duos cuyas necesidades no se encuentran cubiertas en el lugar de trabajo por parte de los sindicatos o de los servicios estatales. La salud y seguridad en el trabajo es una de las áreas de interés de muchas otras organizaciones que defienden los derechos de los trabajadores  desde  unas  perspectivas  muchos  más  amplias  de actuación en los campos de la salud o de la defensa de la igualdad de sexos.
A veces, estas organizaciones tienen una vida fugaz, debido, en parte, a que, de resultas de su labor, otras organizaciones mejor estructuradas hacen suyos los objetivos de aquéllas. No obstante, muchas organizaciones comunitarias y del sector voluntario llevan 10 o 20 años funcionando y adaptando sus métodos y escalas de prioridades a las necesidades cambiantes de sus usuarios y del mundo del trabajo.
Este tipo de organizaciones no constituye una novedad. Una de las más antiguas fue la Asociación de Asistencia Sanitaria de la Unión de Trabajadores de Berlín, integrada por médicos y trabajadores y dedicada a prestar asistencia médica a 10.000 trabajadores berlineses a mediados del siglo XIX. Antes del surgimiento de los sindicatos de trabajadores en ese siglo, muchas organizaciones voluntarias lucharon por reducir las horas de trabajo y por los derechos de los jóvenes trabajadores. La ausencia de indemnización por determinadas enfermedades profesionales fomentó, a mediados del decenio de 1960, la crea- ción de organizaciones de trabajadores y familiares.
Sin embargo, la actual proliferación de grupos comunitarios y voluntarios tuvo su origen en los cambios políticos ocurridos a finales del decenio de 1960 y en el decenio siguiente. En esos años, los conflictos entre trabajadores y empresas se centraron, tanto en las condiciones de trabajo, como en la remuneración.
La nueva regulación legal de la salud y seguridad en el trabajo nació en los países industrializados por mor del creciente interés de los trabajadores y sindicatos por las cuestiones de la salud y seguridad en el lugar de trabajo y, a su vez, la promulgación de esta legislación redundó en un incremento de la conciencia pública. Si bien la promulgación de esta normativa ha hecho posible en la mayoría de los países que la salud y la seguridad sean objeto de negociación directa entre sindicatos, empresas y gobiernos, los trabajadores y otras personas aquejadas de lesiones y enfermedades profesionales han optado con frecuencia por ejercer presión en escenarios externos a este marco de negociación tripartita, guiados por el convencimiento de que un derecho humano tan fundamental como el de la salud
y la seguridad en el trabajo no es negociable.
Muchos de los grupos voluntarios creados desde entonces se han beneficiado igualmente de la evolución de los patrones culturales determinantes de la función social de la ciencia, caracterizados por la conciencia creciente de los científicos de la necesidad de que la ciencia satisfaga las necesidades sociales y de los trabajadores, y por un aumento de la cualificación científica de éstos. El nombre de algunas organizaciones refleja esta convergencia de intereses; este es el caso de la sociedad danesa Acción de Investigadores y Trabajadores (AAA), y de la Sociedad para la Investigación Participativa en Asia, con sede en India.
A veces, estas organizaciones tienen una vida fugaz, debido, en parte, a que, de resultas de su labor, otras organizaciones mejor estructuradas hacen suyos los objetivos de aquéllas. No obstante, muchas organizaciones comunitarias y del sector voluntario llevan 10 o 20 años funcionando y adaptando sus métodos y escalas de prioridades a las necesidades cambiantes de sus usuarios y del mundo del trabajo.
Este tipo de organizaciones no constituye una novedad. Una de las más antiguas fue la Asociación de Asistencia Sanitaria de la Unión de Trabajadores de Berlín, integrada por médicos y trabajadores y dedicada a prestar asistencia médica a 10.000 trabajadores berlineses a mediados del siglo XIX. Antes del surgimiento de los sindicatos de trabajadores en ese siglo, muchas organizaciones voluntarias lucharon por reducir las horas de trabajo y por los derechos de los jóvenes trabajadores. La ausencia de indemnización por determinadas enfermedades profesionales fomentó, a mediados del decenio de 1960, la crea- ción de organizaciones de trabajadores y familiares.
Sin embargo, la actual proliferación de grupos comunitarios y voluntarios tuvo su origen en los cambios políticos ocurridos a finales del decenio de 1960 y en el decenio siguiente. En esos años, los conflictos entre trabajadores y empresas se centraron, tanto en las condiciones de trabajo, como en la remuneración.
La nueva regulación legal de la salud y seguridad en el trabajo nació en los países industrializados por mor del creciente interés de los trabajadores y sindicatos por las cuestiones de la salud y seguridad en el lugar de trabajo y, a su vez, la promulgación de esta legislación redundó en un incremento de la conciencia pública. Si bien la promulgación de esta normativa ha hecho posible en la mayoría de los países que la salud y la seguridad sean objeto de negociación directa entre sindicatos, empresas y gobiernos, los trabajadores y otras personas aquejadas de lesiones y enfermedades profesionales han optado con frecuencia por ejercer presión en escenarios externos a este marco de negociación tripartita, guiados por el convencimiento de que un derecho humano tan fundamental como el de la salud
y la seguridad en el trabajo no es negociable.
Muchos de los grupos voluntarios creados desde entonces se han beneficiado igualmente de la evolución de los patrones culturales determinantes de la función social de la ciencia, caracterizados por la conciencia creciente de los científicos de la necesidad de que la ciencia satisfaga las necesidades sociales y de los trabajadores, y por un aumento de la cualificación científica de éstos. El nombre de algunas organizaciones refleja esta convergencia de intereses; este es el caso de la sociedad danesa Acción de Investigadores y Trabajadores (AAA), y de la Sociedad para la Investigación Participativa en Asia, con sede en India.
martes, 23 de septiembre de 2014
Mantenimiento de un nivel de vigilancia adecuado
En algunas tareas monótonas de supervisión o de control visual, así  como  en  las  tareas  muy  simples,  con  ciclos  breves,  resulta difícil  mantener  el  nivel  de  alerta  durante  períodos  de  tiempo prolongados.  Esta  disminución  del  nivel  de  alerta  se  puede prevenir, introduciendo pausas en el trabajo, (o mediante la rees- tructuración del trabajo).
lunes, 22 de septiembre de 2014
Aumento del rendimiento
Las pausas para descansar se han considerado por regla general como  interrupciones  improductivas  del  tiempo  de  trabajo.  Sin embargo,  Graf   (1922,  1927)  demostró  que  los  períodos  de descanso podían considerarse, por así decirlo, como una “recom- pensa”.  La  experiencia  del  deporte  enseña  que  los  velocistas inician la carrera de 100 metros a gran velocidad, mientras que los fondistas inician la carrera de 5.000 metros “al trote”. Graf ha publicado resultados semejantes en relación con el trabajo mental
(Figura 43.9). En un experimento, se pidió a tres grupos de personas que realizasen determinados cálculos, y los salarios se vincularon al rendimiento. Desconocedores de esta circunstancia, los miembros del grupo A (que disfrutaron de su primer descanso al cabo de tres horas) empezaron a trabajar a un ritmo más redu- cido que los integrantes del grupo B (que sabían que tendrían la primera pausa para descansar a los 45 minutos de trabajo). Tanto la mayor velocidad inicial como el máximo rendimiento posterior correspondieron al grupo C (con un período de descanso cada
15 minutos de trabajo).
(Figura 43.9). En un experimento, se pidió a tres grupos de personas que realizasen determinados cálculos, y los salarios se vincularon al rendimiento. Desconocedores de esta circunstancia, los miembros del grupo A (que disfrutaron de su primer descanso al cabo de tres horas) empezaron a trabajar a un ritmo más redu- cido que los integrantes del grupo B (que sabían que tendrían la primera pausa para descansar a los 45 minutos de trabajo). Tanto la mayor velocidad inicial como el máximo rendimiento posterior correspondieron al grupo C (con un período de descanso cada
15 minutos de trabajo).
domingo, 21 de septiembre de 2014
Prevención de la fatiga
Como  se  ilustra  en  los  estudios  clásicos  de  Karrasch  y  Müller (1951),  cuando  se  realiza  un  trabajo  físico  pesado,  un  mayor número  de  pausas  para  descansar  puede  servir,  no  sólo  para reducir la fatiga, sino también, en determinadas circunstancias, para prevenirla. En el laboratorio, los sujetos hacían ejercicio en la  bicicleta  ergométrica  (Figura  43.7).  Este  duro  esfuerzo  físico (10  mkp/seg)  se  estructuraba  así:  al  final  de  cada  período  de trabajo  (100  %)  se  concedía  un  período  más  prolongado  de descanso (150 %). Cada uno de los tres experimentos se caracteri- zaba por una duración distinta de los períodos de trabajo y de descanso.  Así,  en  el  primer  experimento,  el  sujeto  trabajaba 5 minutos, descansaba 7 minutos, volvía a trabajar 5 minutos y ponía fin a la experiencia cuando estaba agotado. La frecuencia cardíaca alcanzaba unas 140 pulsaciones por minuto durante el primer  período  de  trabajo  y  más  de  160  durante  el  segundo período. Transcurrida una hora desde el final del experimento, la frecuencia cardíaca no había alcanzado el valor que tenía antes de iniciarse la experiencia. El segundo experimento descrito en la figura  citada  constaba  de  períodos  de  trabajo  (2  minutos)  y  de descanso (3 minutos) más breves. Aunque la carga de trabajo era idéntica a la del primer experimento, el sujeto podía trabajar más tiempo antes de quedar totalmente agotado. En el tercer experi- mento se fijaron unos valores extremos de 0,5 minutos de trabajo y 0,75 minutos de descanso. El corazón latía a un ritmo regular y el experimento finalizaba, no por el agotamiento del sujeto, sino por  razones  técnicas.  Aunque,  evidentemente,  esta  alternancia extrema del trabajo y el descanso no es aplicable en la industria, la experiencia ilustra cómo puede prevenirse la fatiga extrema si se fraccionan las pausas.
Este fenómeno se ha contrastado igualmente en otros estudios realizados con diferentes indicadores, como el ácido láctico (Åstrand y Rodahl 1970).
En un estudio realizado en una muestra de trabajadores del metal, la comparación de un sistema de 20 minutos de trabajo seguidos invariablemente de una pausa de 10 minutos con un sistema de 10 minutos de trabajo y una pausa 5 minutos permitió establecer la superioridad del segundo esquema
(Scholz 1963), debido a que, en él, la frecuencia cardíaca media
a lo largo de 8 horas era más baja.
La prevención de la fatiga se ha evidenciado igualmente reali- zando determinaciones de la frecuencia cardíaca en experi- mentos de aprendizaje de los rendimientos sensoriomotores
(Rutenfranz y cols. 1971). Además, el aprendizaje era clara- mente más rápido en los experimentos que comprendían períodos regulares de descanso que en aquellos otros en los que ese descanso estaba ausente, como se ilustra en la Figura 43.8.
 
Este fenómeno se ha contrastado igualmente en otros estudios realizados con diferentes indicadores, como el ácido láctico (Åstrand y Rodahl 1970).
En un estudio realizado en una muestra de trabajadores del metal, la comparación de un sistema de 20 minutos de trabajo seguidos invariablemente de una pausa de 10 minutos con un sistema de 10 minutos de trabajo y una pausa 5 minutos permitió establecer la superioridad del segundo esquema
(Scholz 1963), debido a que, en él, la frecuencia cardíaca media
a lo largo de 8 horas era más baja.
La prevención de la fatiga se ha evidenciado igualmente reali- zando determinaciones de la frecuencia cardíaca en experi- mentos de aprendizaje de los rendimientos sensoriomotores
(Rutenfranz y cols. 1971). Además, el aprendizaje era clara- mente más rápido en los experimentos que comprendían períodos regulares de descanso que en aquellos otros en los que ese descanso estaba ausente, como se ilustra en la Figura 43.8.
sábado, 20 de septiembre de 2014
Recuperación
Los  trabajadores  que  realizan  labores  con  elevada  carga  física tienden a fatigarse y se ven en la necesidad de interrumpir espo- rádicamente el trabajo para descansar. Estas pausas permiten la desaparición de los síntomas de cambios funcionales reversibles. Por  ejemplo,  si  el  esfuerzo  físico  provoca  un  aumento  de  la frecuencia   cardíaca,   ésta   vuelve   al   valor   anterior   al   inicio del  trabajo  al  cabo  de  una  pausa  suficiente  para  descansar. La  eficacia  de  la  pausa  se  reduce  en  proporción  exponencial inversa  a  la  duración  de  la  misma.  La  mayor  eficacia  de  una pausa breve ha permitido fijar el principio de que muchas inte- rrupciones  cortas  son  preferibles  a  unas  pocas  pausas  muy prolongadas.
viernes, 19 de septiembre de 2014
Períodos de descanso
En  el  contexto  de  la  ordenación  de  la  jornada  de  trabajo,  la concesión de unos períodos de descanso suficientes —como las pausas durante la jornada laboral y para las comidas, el descanso diurno o nocturno y el descanso semanal— es igualmente impor- tante  para  el  bienestar  y  para  la  salud  y  seguridad  de  los trabajadores.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Estudios de casos y controles (o de casos y referentes) (I)
Volvamos a la fábrica de rayón de viscosa. Si se han perdido las listas  de  los  trabajadores  expuestos,  no  podrá  realizarse  un estudio de cohortes retrospectivo. Podría realizarse un estudio de cohortes prospectivo, pero tendría que transcurrir mucho tiempo antes de que pudieran conocerse los resultados. Otra posibilidad sería comparar a las personas que mueren por cardiopatía coro- naria en una ciudad durante un cierto período de tiempo con una muestra de la población total en el mismo grupo de edad.
El diseño clásico de casos y controles (o casos y referentes) se basa en el muestreo de una población dinámica (abierta, caracterizada por la rotación de sus miembros). Esta población puede ser la de todo un país, un distrito o un municipio (como en nuestro ejemplo), o puede ser una población definida por crite- rios administrativos, como la de los pacientes ingresados en un hospital. Tanto los casos como los controles (referentes) se obtienen de esta población definida.
La técnica consiste en identificar todos los casos de la enfer- medad de interés que existen en un punto en el tiempo (casos prevalentes) o que han ocurrido durante un cierto período de tiempo (casos incidentes). Así, los casos pueden extraerse de los registros de morbilidad o mortalidad o recabarse directamente de los hospitales o de otras fuentes de diagnósticos válidos. Los controles se obtienen de una muestra de esa misma población, ya sea excluyendo o no los casos. Otra posibilidad consiste en seleccionar como controles a pacientes con otras enfermedades, pero esos pacientes deben ser representativos de la población de la que proceden los casos. Pueden seleccionarse uno o más controles (es decir, referentes) para cada caso. El muestreo es lo que diferencia este tipo de estudio de los estudios de cohortes, ya que en éstos se examina la población total. No hace falta decir que las ventajas de los estudios de casos y controles en términos de ahorro de costes son considerables, pero es importante que la muestra sea representativa de la población total de la que se obtienen los casos (es decir, la “base del estudio”); de lo contrario, puede incorporarse un sesgo al estudio.
El diseño clásico de casos y controles (o casos y referentes) se basa en el muestreo de una población dinámica (abierta, caracterizada por la rotación de sus miembros). Esta población puede ser la de todo un país, un distrito o un municipio (como en nuestro ejemplo), o puede ser una población definida por crite- rios administrativos, como la de los pacientes ingresados en un hospital. Tanto los casos como los controles (referentes) se obtienen de esta población definida.
La técnica consiste en identificar todos los casos de la enfer- medad de interés que existen en un punto en el tiempo (casos prevalentes) o que han ocurrido durante un cierto período de tiempo (casos incidentes). Así, los casos pueden extraerse de los registros de morbilidad o mortalidad o recabarse directamente de los hospitales o de otras fuentes de diagnósticos válidos. Los controles se obtienen de una muestra de esa misma población, ya sea excluyendo o no los casos. Otra posibilidad consiste en seleccionar como controles a pacientes con otras enfermedades, pero esos pacientes deben ser representativos de la población de la que proceden los casos. Pueden seleccionarse uno o más controles (es decir, referentes) para cada caso. El muestreo es lo que diferencia este tipo de estudio de los estudios de cohortes, ya que en éstos se examina la población total. No hace falta decir que las ventajas de los estudios de casos y controles en términos de ahorro de costes son considerables, pero es importante que la muestra sea representativa de la población total de la que se obtienen los casos (es decir, la “base del estudio”); de lo contrario, puede incorporarse un sesgo al estudio.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Estudios de cohortes (V)
Por consiguiente, la TMRE = 200, lo que indica que el riesgo de  morir  por  cáncer  de  pulmón  es  dos  veces  mayor  en  los expuestos. Si se dispone de datos detallados sobre la exposición, la mortalidad por cáncer puede estudiarse como una función de diferentes períodos de latencia (pongamos 10, 15, 20 años), del trabajo en diferentes canteras (diferentes tipos de granito), dife- rentes períodos históricos, diferentes intensidades de exposición, etc. Sin embargo, los 70 casos no pueden subdividirse en demasiadas categorías, ya que su número se haría rápidamente demasiado pequeño para poder realizar análisis estadísticos.
Estos dos tipos de estudios de cohortes presentan ventajas y desventajas. La mayoría de los estudios retrospectivos tan sólo permiten determinar la mortalidad, ya que normalmente no se dispone de datos sobre las manifestaciones más leves. Los regis- tros del cáncer constituyen una excepción, posiblemente junto con algunos otros registros, como los de accidentes cerebrovasculares o altas hospitalarias. La evaluación retrospectiva de la exposición plantea siempre problemas y la calidad de los datos sobre la exposición suele ser bastante mala en este tipo de estu- dios, pudiendo enmascarar el efecto. Por otra parte, al haber ocurrido ya los casos, tienen la ventaja de poder disponer mucho antes de los resultados; por ejemplo, en el plazo de dos o tres años.
Un estudio de cohortes prospectivo es más fácil de planificar para atender las necesidades del investigador y los datos sobre la exposición pueden recogerse de una manera más exacta y siste- mática. Asimismo, permite medir diferentes manifestaciones de una enfermedad, repetir las mediciones tanto de la exposición como de sus efectos, estandarizar todas las mediciones y comprobar su validez. Pero si se trata de una enfermedad con un largo período de latencia (como el cáncer), tendrá que pasar mucho tiempo—incluso 20 ó 30 años—antes de poder conocer los resultados del estudio, tiempo durante el cual pueden suceder muchas cosas, por ejemplo, la rotación de los investigadores, la mejora de las técnicas para medir la exposición, la remodelación
o el cierre de las fábricas que participan en el estudio, etc. Todas estas circunstancias ponen en peligro el éxito del estudio. Por otra parte, los estudios prospectivos suelen ser más costosos que los retrospectivos, pero esto se debe principalmente al número mucho mayor de mediciones realizadas (vigilancia repetida de la exposición, reconocimientos médicos, etc.) y no al coste del registro de los fallecimientos. Por consiguiente, los costes por unidad de información no son necesariamente superiores a los de los estudios retrospectivos. Considerando todo lo anterior, puede decirse que los estudios prospectivos son más adecuados para enfermedades con períodos de latencia relativamente cortos y que requieran un corto período de seguimiento, mientras que los estudios retrospectivos son preferibles para las enfermedades con largos períodos de latencia.
  
 
Estos dos tipos de estudios de cohortes presentan ventajas y desventajas. La mayoría de los estudios retrospectivos tan sólo permiten determinar la mortalidad, ya que normalmente no se dispone de datos sobre las manifestaciones más leves. Los regis- tros del cáncer constituyen una excepción, posiblemente junto con algunos otros registros, como los de accidentes cerebrovasculares o altas hospitalarias. La evaluación retrospectiva de la exposición plantea siempre problemas y la calidad de los datos sobre la exposición suele ser bastante mala en este tipo de estu- dios, pudiendo enmascarar el efecto. Por otra parte, al haber ocurrido ya los casos, tienen la ventaja de poder disponer mucho antes de los resultados; por ejemplo, en el plazo de dos o tres años.
Un estudio de cohortes prospectivo es más fácil de planificar para atender las necesidades del investigador y los datos sobre la exposición pueden recogerse de una manera más exacta y siste- mática. Asimismo, permite medir diferentes manifestaciones de una enfermedad, repetir las mediciones tanto de la exposición como de sus efectos, estandarizar todas las mediciones y comprobar su validez. Pero si se trata de una enfermedad con un largo período de latencia (como el cáncer), tendrá que pasar mucho tiempo—incluso 20 ó 30 años—antes de poder conocer los resultados del estudio, tiempo durante el cual pueden suceder muchas cosas, por ejemplo, la rotación de los investigadores, la mejora de las técnicas para medir la exposición, la remodelación
o el cierre de las fábricas que participan en el estudio, etc. Todas estas circunstancias ponen en peligro el éxito del estudio. Por otra parte, los estudios prospectivos suelen ser más costosos que los retrospectivos, pero esto se debe principalmente al número mucho mayor de mediciones realizadas (vigilancia repetida de la exposición, reconocimientos médicos, etc.) y no al coste del registro de los fallecimientos. Por consiguiente, los costes por unidad de información no son necesariamente superiores a los de los estudios retrospectivos. Considerando todo lo anterior, puede decirse que los estudios prospectivos son más adecuados para enfermedades con períodos de latencia relativamente cortos y que requieran un corto período de seguimiento, mientras que los estudios retrospectivos son preferibles para las enfermedades con largos períodos de latencia.
martes, 16 de septiembre de 2014
Estudios de cohortes (IV)
También  debe  indicarse  un  intervalo  de  confianza  para  la TMRE.  Cuando  se  publica  un  estudio,  siempre  es  preferible indicar intervalos de confianza que valores p, porque la prueba de  significación  estadística  no  tiene  sentido  si  la  población general es la de referencia. Este tipo de comparación introduce un importante sesgo (el efecto del trabajador sano descrito antes), y la prueba  de  significación  estadística,  concebida  en  un  principio para   la   investigación   experimental,   genera   confusión   en presencia de un error sistemático.
Supóngase que la pregunta que se investiga es si el polvo de cuarzo produce cáncer de pulmón. Normalmente el polvo de cuarzo se produce conjuntamente con otros cancerígenos, como los productos derivados del radón y los gases de escape de motores diesel en las minas, o los hidrocarburos poliaromáticos en las fundiciones. Los trabajadores de las canteras de granito no están expuestos a esos otros cancerígenos. Por consiguiente, el problema puede estudiarse mejor en los trabajadores de las canteras de granito.
Supóngase que se reclutan los 2.000 trabajadores contratados en 20 canteras entre 1951 y 1960 para formar la cohorte y se realiza el seguimiento de la incidencia de cáncer (o sólo la mortalidad), que se inicia diez años después de la primera expo- sición (para dejar un tiempo de inducción) y finaliza en 1990. Esto supone un período de seguimiento de 20 a 30 años (depen- diendo del año de entrada) o, pongamos como media, un segui- miento durante 25 años de la mortalidad (o morbilidad) por cáncer en los 1.000 trabajadores de las canteras que eran específicamente trabajadores del granito. Debe registrarse la historia de la exposición de todos los miembros de la cohorte. Los trabajadores que hayan abandonado las canteras deben ser localizados, y se debe registrar su historia de exposición poste- rior. En países a cuyos habitantes se asigna un número de identi- ficación único, se trata de un procedimiento sencillo regido principalmente por las leyes nacionales sobre la protección de datos. Cuando no existe un sistema semejante, la localización de los trabajadores para su seguimiento puede ser extremadamente difícil. Si existen registros adecuados de mortalidad o morbi- lidad, puede consultarse el registro nacional de causas de muerte para obtener la mortalidad total por cáncer y la mortalidad específica para distintos tipos de cáncer (en el caso del cáncer, el registro nacional del cáncer es la mejor fuente de información porque contiene diagnósticos más exactos y porque también facilita datos sobre la incidencia (o morbilidad)). Las tasas de mortalidad (o tasas de incidencia por cáncer) pueden compa- rarse con los “números previstos”, que se obtienen de las tasas nacionales utilizando como base las personas-años de la cohorte expuesta.
Supóngase que se han encontrado 70 casos mortales de cáncer de pulmón en la cohorte, cuando el número previsto (el número que se habría producido de no haber existido la exposi- ción) es de 35. Así:
Supóngase que la pregunta que se investiga es si el polvo de cuarzo produce cáncer de pulmón. Normalmente el polvo de cuarzo se produce conjuntamente con otros cancerígenos, como los productos derivados del radón y los gases de escape de motores diesel en las minas, o los hidrocarburos poliaromáticos en las fundiciones. Los trabajadores de las canteras de granito no están expuestos a esos otros cancerígenos. Por consiguiente, el problema puede estudiarse mejor en los trabajadores de las canteras de granito.
Supóngase que se reclutan los 2.000 trabajadores contratados en 20 canteras entre 1951 y 1960 para formar la cohorte y se realiza el seguimiento de la incidencia de cáncer (o sólo la mortalidad), que se inicia diez años después de la primera expo- sición (para dejar un tiempo de inducción) y finaliza en 1990. Esto supone un período de seguimiento de 20 a 30 años (depen- diendo del año de entrada) o, pongamos como media, un segui- miento durante 25 años de la mortalidad (o morbilidad) por cáncer en los 1.000 trabajadores de las canteras que eran específicamente trabajadores del granito. Debe registrarse la historia de la exposición de todos los miembros de la cohorte. Los trabajadores que hayan abandonado las canteras deben ser localizados, y se debe registrar su historia de exposición poste- rior. En países a cuyos habitantes se asigna un número de identi- ficación único, se trata de un procedimiento sencillo regido principalmente por las leyes nacionales sobre la protección de datos. Cuando no existe un sistema semejante, la localización de los trabajadores para su seguimiento puede ser extremadamente difícil. Si existen registros adecuados de mortalidad o morbi- lidad, puede consultarse el registro nacional de causas de muerte para obtener la mortalidad total por cáncer y la mortalidad específica para distintos tipos de cáncer (en el caso del cáncer, el registro nacional del cáncer es la mejor fuente de información porque contiene diagnósticos más exactos y porque también facilita datos sobre la incidencia (o morbilidad)). Las tasas de mortalidad (o tasas de incidencia por cáncer) pueden compa- rarse con los “números previstos”, que se obtienen de las tasas nacionales utilizando como base las personas-años de la cohorte expuesta.
Supóngase que se han encontrado 70 casos mortales de cáncer de pulmón en la cohorte, cuando el número previsto (el número que se habría producido de no haber existido la exposi- ción) es de 35. Así:
lunes, 15 de septiembre de 2014
Estudios de cohortes (III)
N0  y N1  suelen expresarse en unidades de personas-tiempo en lugar de como el número de miembros de las poblaciones. La unidad persona-años se calcula para cada persona por separado. Muchas veces los miembros de una cohorte entran en la misma durante   un   cierto   período   de   tiempo,   pero   en   distintos momentos. Por consiguiente, sus períodos de seguimiento empe- zarán en fechas diferentes. Una vez que esas personas mueren o experimentan el episodio de interés, dejan de estar “en situación de riesgo” y no deben seguir contribuyendo al denominador de persona-años.
Si el riesgo relativo es mayor de 1, la morbilidad de la cohorte expuesta es mayor que la de la cohorte de referencia, y vice- versa. El riesgo relativo es una estimación puntual y debe calcu- larse el correspondiente intervalo de confianza (IC). Cuanto mayor sea el estudio, más estrecho será el intervalo de confianza. Si el RR = 1 no se incluye en el intervalo de confianza (p. ej., si el IC del 95 % es de 1,4 a 5,8), el resultado puede considerarse
“estadísticamente significativo” a ese nivel de probabilidad (en este ejemplo,  = 0,05).
Si la población general se utiliza como población de refe- rencia, c0 se sustituye por la cifra “esperada”, E(c1), que se obtiene de las tasas de morbilidad o mortalidad estandarizadas por edades de esa población (es decir, el número de casos que habrían ocurrido en la cohorte de no haber tenido lugar la exposición de interés). De esta forma se obtiene la tasa de mortalidad (o morbilidad) relativa estandarizada, TMRE. Por consiguiente,
Si el riesgo relativo es mayor de 1, la morbilidad de la cohorte expuesta es mayor que la de la cohorte de referencia, y vice- versa. El riesgo relativo es una estimación puntual y debe calcu- larse el correspondiente intervalo de confianza (IC). Cuanto mayor sea el estudio, más estrecho será el intervalo de confianza. Si el RR = 1 no se incluye en el intervalo de confianza (p. ej., si el IC del 95 % es de 1,4 a 5,8), el resultado puede considerarse
“estadísticamente significativo” a ese nivel de probabilidad (en este ejemplo,  = 0,05).
Si la población general se utiliza como población de refe- rencia, c0 se sustituye por la cifra “esperada”, E(c1), que se obtiene de las tasas de morbilidad o mortalidad estandarizadas por edades de esa población (es decir, el número de casos que habrían ocurrido en la cohorte de no haber tenido lugar la exposición de interés). De esta forma se obtiene la tasa de mortalidad (o morbilidad) relativa estandarizada, TMRE. Por consiguiente,
domingo, 14 de septiembre de 2014
Estudios de cohortes (III)
Un  estudio  de  cohortes  puede  ser  retrospectivo  (histórico)  o prospectivo  (simultáneo).  En  ambos  casos,  la  estructura  del diseño es la misma. En algún momento o período de tiempo, se realiza el recuento de las personas expuestas y se mide el efecto de  la  exposición  en  todas  las  personas  hasta  una  determinada fecha. La diferencia entre los estudios prospectivos y retrospectivos es el momento de realizar el estudio. En los estudios retros- pectivos, dicha fecha ya ha pasado; en los prospectivos, hay que esperar a que llegue.
En el diseño retrospectivo, la cohorte se define en algún momento del pasado (por ejemplo, los expuestos el 1 de enero de 1961 o los expuestos en el trabajo entre 1961 y 1970). A continuación, se realiza el seguimiento de la morbilidad y/o la mortalidad de todos los miembros de la cohorte hasta el presente. Aunque “todos” significa también que debe realizarse el segui- miento de los que hayan abandonado el trabajo, en la práctica rara vez se consigue una cobertura del 100 %. No obstante, cuanto más completo sea el seguimiento, mayor será la validez del estudio.
En el diseño prospectivo, la cohorte se define en el presente o durante algún período futuro y, a continuación, se realiza el seguimiento de la morbilidad en el futuro.
Cuando se realizan estudios de cohortes, el seguimiento debe durar lo suficiente para que las variables de valoración tengan tiempo de manifestarse. En algunas ocasiones, aunque sólo se dispone de registros históricos que abarcan un corto período de tiempo en el pasado, sigue siendo conveniente utilizar esa fuente de datos, ya que así podrá reducirse el período de seguimiento prospectivo y se podrán conocer antes los resultados del estudio. En un caso así, podrían combinarse los diseños retrospectivos y prospectivos de cohortes. En la Tabla 28.5, se muestra el formato habitual de las tablas de frecuencia para presentar los datos de una cohorte.
La proporción observada de enfermos en la cohorte expuesta se calcula como:
En el diseño retrospectivo, la cohorte se define en algún momento del pasado (por ejemplo, los expuestos el 1 de enero de 1961 o los expuestos en el trabajo entre 1961 y 1970). A continuación, se realiza el seguimiento de la morbilidad y/o la mortalidad de todos los miembros de la cohorte hasta el presente. Aunque “todos” significa también que debe realizarse el segui- miento de los que hayan abandonado el trabajo, en la práctica rara vez se consigue una cobertura del 100 %. No obstante, cuanto más completo sea el seguimiento, mayor será la validez del estudio.
En el diseño prospectivo, la cohorte se define en el presente o durante algún período futuro y, a continuación, se realiza el seguimiento de la morbilidad en el futuro.
Cuando se realizan estudios de cohortes, el seguimiento debe durar lo suficiente para que las variables de valoración tengan tiempo de manifestarse. En algunas ocasiones, aunque sólo se dispone de registros históricos que abarcan un corto período de tiempo en el pasado, sigue siendo conveniente utilizar esa fuente de datos, ya que así podrá reducirse el período de seguimiento prospectivo y se podrán conocer antes los resultados del estudio. En un caso así, podrían combinarse los diseños retrospectivos y prospectivos de cohortes. En la Tabla 28.5, se muestra el formato habitual de las tablas de frecuencia para presentar los datos de una cohorte.
La proporción observada de enfermos en la cohorte expuesta se calcula como:
sábado, 13 de septiembre de 2014
Indicadores biológicos de exposición
Se  ha  propuesto  la medida de cumarinas no modificadas en sangre para controlar la exposición humana. Sin embargo, la experiencia de aplicación de estos índices es muy limitada, debido en especial a que las técnicas analíticas  son  mucho  más  complejas  (y  están  menos  normalizadas)  que  las  necesarias  para  controlar  los  efectos  sobre  el sistema de coagulación (Chalermchaikit, Felice y Murphy 1993).
viernes, 12 de septiembre de 2014
Derivados cumarínicos Indicadores biológicos de efecto.
Los  rodenticidas  cumarínicos inhiben la actividad de las enzimas del ciclo de la vitamina K   en   el   hígado   de   los   mamíferos,   incluido   el   hombre (Figura 27.10), y causan una reducción proporcional a la dosis de la síntesis de los factores coagulantes, en particular de los factores II  (protrombina),  VII,  IX  y  X.  Los  efectos  anticoagulantes  se manifiestan  cuando  las  concentraciones  plasmáticas  de  factores coagulantes disminuyen por debajo de aproximadamente el 20 % de lo normal.
Estos antagonistas de la vitamina K se han agrupado en compuestos llamados de “primera generación” (por ejemplo, warfarina) y de “segunda generación” (por ejemplo, brodifa- coum, difenacoum); éstos últimos se caracterizan por un semipe- ríodo biológico muy prolongado (100 a 120 días).
La determinación del tiempo de protrombina se usa de forma generalizada en el control de la exposición a las cumarinas. Sin embargo, esta prueba sólo es sensible a reducciones del factor de coagulación de aproximadamente el 20 % de los valores plasmá- ticos normales, y no sirve para detectar los efectos precoces de la exposición. Para este fin se recomienda determinar la concentra- ción plasmática de protrombina.
En el futuro, estas pruebas pueden ser reemplazadas por la determinación de precursores del factor de coagulación (PIVKA), que son sustancias detectables en la sangre sólo en caso de bloqueo por cumarinas del ciclo de la vitamina K.
En condiciones de exposición prolongada, el momento de recogida de la sangre no es crítico. En casos de sobreexposición aguda, el control biológico debe mantenerse durante al menos cinco días después del episodio, dada la latencia del efecto anticoagulante. Para aumentar la sensibilidad de estas pruebas se recomienda hacer lecturas de valores basales antes de la exposición.
Estos antagonistas de la vitamina K se han agrupado en compuestos llamados de “primera generación” (por ejemplo, warfarina) y de “segunda generación” (por ejemplo, brodifa- coum, difenacoum); éstos últimos se caracterizan por un semipe- ríodo biológico muy prolongado (100 a 120 días).
La determinación del tiempo de protrombina se usa de forma generalizada en el control de la exposición a las cumarinas. Sin embargo, esta prueba sólo es sensible a reducciones del factor de coagulación de aproximadamente el 20 % de los valores plasmá- ticos normales, y no sirve para detectar los efectos precoces de la exposición. Para este fin se recomienda determinar la concentra- ción plasmática de protrombina.
En el futuro, estas pruebas pueden ser reemplazadas por la determinación de precursores del factor de coagulación (PIVKA), que son sustancias detectables en la sangre sólo en caso de bloqueo por cumarinas del ciclo de la vitamina K.
En condiciones de exposición prolongada, el momento de recogida de la sangre no es crítico. En casos de sobreexposición aguda, el control biológico debe mantenerse durante al menos cinco días después del episodio, dada la latencia del efecto anticoagulante. Para aumentar la sensibilidad de estas pruebas se recomienda hacer lecturas de valores basales antes de la exposición.
jueves, 11 de septiembre de 2014
Triazinas Indicadores biológicos de exposición.
La  medición  de  la excreción  urinaria  de  metabolitos  triazínicos  y  del  compuesto parental sin modificar se ha aplicado a sujetos expuestos a atra- zina en estudios limitados. La Figura 27.9 representa los perfiles de excreción urinaria de metabolitos atrazínicos de un trabajador industrial expuesto a concentraciones de atrazina comprendidas entre 174 y 275 mol/turno de trabajo (Catenacci y cols. 1993). Como  otras  clorotriazinas  (simazina,  propazina,  terbutilazina) siguen la misma ruta de biotransformación de la atrazina, pueden determinarse las concentraciones de metabolitos triazínicos desalquilados  para  controlar  la  exposición  a  todos  los  herbicidas clorotriazínicos.
La determinación de compuestos sin modificar en la orina puede ser útil como medio de confirmación cualitativa de la naturaleza del compuesto que ha dado lugar a la exposición. Para la determinación de metabolitos se recomienda recoger la orina durante un período de 24 horas a partir del inicio de la exposición.
Recientemente, utilizando técnicas de enzimoinmunoensayo (prueba ELISA), se ha identificado un conjugado ácido mercap- túrico de la atrazina como principal metabolito urinario de ésta en trabajadores expuestos. Este compuesto se ha hallado en concentraciones al menos 10 veces superiores a las de cuales- quiera otros productos desalquilados. Se ha observado una rela- ción entre exposición acumulativa dérmica y por inhalación y la cantidad total del conjugado ácido mercaptúrico excretada a lo largo de un período de 10 días (Lucas y cols. 1993).
La determinación de compuestos sin modificar en la orina puede ser útil como medio de confirmación cualitativa de la naturaleza del compuesto que ha dado lugar a la exposición. Para la determinación de metabolitos se recomienda recoger la orina durante un período de 24 horas a partir del inicio de la exposición.
Recientemente, utilizando técnicas de enzimoinmunoensayo (prueba ELISA), se ha identificado un conjugado ácido mercap- túrico de la atrazina como principal metabolito urinario de ésta en trabajadores expuestos. Este compuesto se ha hallado en concentraciones al menos 10 veces superiores a las de cuales- quiera otros productos desalquilados. Se ha observado una rela- ción entre exposición acumulativa dérmica y por inhalación y la cantidad total del conjugado ácido mercaptúrico excretada a lo largo de un período de 10 días (Lucas y cols. 1993).
miércoles, 10 de septiembre de 2014
Organoclorados Indicadores biológicos de exposición.
Los insecticidas organoclorados (OC) se utilizaron mucho en los decenios de 1950 y 1960. Posteriormente, su uso se abandonó en muchos países por su   persistencia   y   la   consiguiente   contaminación   del   medio ambiente.
El control biológico de la exposición a los OC puede hacerse por la determinación de pesticidas intactos o de sus metabolitos en sangre o en suero (Dale, Curley y Cueto 1966; Barquet, Morgade y Pfaffenberger 1981). Después de la absorción, el aldrín se metaboliza rápidamente en dieldrín, y puede medirse como tal en sangre. El endrín tiene un semiperíodo en sangre muy breve; por tanto, la concentración hemática de este compuesto sólo es útil para determinar niveles de exposición recientes. La determinación del metabolito urinario anti-12-hi-droxi-endrín ha demostrado también su utilidad para controlar la exposición al endrín (van Sittert y Tordoir 1987).
Para algunos compuestos OC, se han demostrado correlaciones significativas entre la concentración de indicadores bioló- gicos y el inicio de los efectos tóxicos. Se han relacionado casos de toxicidad por exposición a aldrín y dieldrín con niveles en sangre de este último superiores a 200 g/l. Se ha señalado una concentración en sangre de lindano de 20 g/l como nivel crítico superior en cuanto a los síntomas neurológicos. No se han documentado efectos adversos agudos en trabajadores con concentraciones hemáticas de endrín inferiores a 50 g/l. La ausencia de efectos adversos precoces (inducción de enzimas hepáticas microsomiales) se ha demostrado en exposiciones repetidas a endrín con concentraciones urinarias de anti-12-hi- droxi-endrín inferiores a 130 /g de creatinina; y en exposiciones repetidas a DDT con concentraciones séricas de DDT o DDE inferiores a 250 g/l.
 
 
Pueden encontrarse bajas concentraciones de OC en la sangre o la orina de la población general. He aquí algunos ejem- plos de valores observados: concentraciones hemáticas de lindano de hasta 1 g/l; de dieldrín de hasta 10 g/l; de DDT o DDE de hasta 100 g/l; y de anti-12-hidroxi-endrín de hasta
1 g/g de creatinina. Por tanto, se recomienda hacer una evaluación de los valores basales antes de la exposición.
Las muestras de sangre de los sujetos expuestos deben tomarse inmediatamente después del final de una sola exposi- ción. En condiciones de exposición a largo plazo, el momento de recogida de las muestras de sangre no es crítico. Al final de la exposición deben recogerse muestras puntuales de orina para determinar metabolitos urinarios.
El control biológico de la exposición a los OC puede hacerse por la determinación de pesticidas intactos o de sus metabolitos en sangre o en suero (Dale, Curley y Cueto 1966; Barquet, Morgade y Pfaffenberger 1981). Después de la absorción, el aldrín se metaboliza rápidamente en dieldrín, y puede medirse como tal en sangre. El endrín tiene un semiperíodo en sangre muy breve; por tanto, la concentración hemática de este compuesto sólo es útil para determinar niveles de exposición recientes. La determinación del metabolito urinario anti-12-hi-droxi-endrín ha demostrado también su utilidad para controlar la exposición al endrín (van Sittert y Tordoir 1987).
Para algunos compuestos OC, se han demostrado correlaciones significativas entre la concentración de indicadores bioló- gicos y el inicio de los efectos tóxicos. Se han relacionado casos de toxicidad por exposición a aldrín y dieldrín con niveles en sangre de este último superiores a 200 g/l. Se ha señalado una concentración en sangre de lindano de 20 g/l como nivel crítico superior en cuanto a los síntomas neurológicos. No se han documentado efectos adversos agudos en trabajadores con concentraciones hemáticas de endrín inferiores a 50 g/l. La ausencia de efectos adversos precoces (inducción de enzimas hepáticas microsomiales) se ha demostrado en exposiciones repetidas a endrín con concentraciones urinarias de anti-12-hi- droxi-endrín inferiores a 130 /g de creatinina; y en exposiciones repetidas a DDT con concentraciones séricas de DDT o DDE inferiores a 250 g/l.
Pueden encontrarse bajas concentraciones de OC en la sangre o la orina de la población general. He aquí algunos ejem- plos de valores observados: concentraciones hemáticas de lindano de hasta 1 g/l; de dieldrín de hasta 10 g/l; de DDT o DDE de hasta 100 g/l; y de anti-12-hidroxi-endrín de hasta
1 g/g de creatinina. Por tanto, se recomienda hacer una evaluación de los valores basales antes de la exposición.
Las muestras de sangre de los sujetos expuestos deben tomarse inmediatamente después del final de una sola exposi- ción. En condiciones de exposición a largo plazo, el momento de recogida de las muestras de sangre no es crítico. Al final de la exposición deben recogerse muestras puntuales de orina para determinar metabolitos urinarios.
martes, 9 de septiembre de 2014
Piretroides sintéticos Indicadores biológicos de exposición
Los piretroides sinté- ticos son insecticidas similares a las piretrinas naturales. Estudios con  voluntarios  han  permitido  identificar  metabolitos  urinarios apropiados para el control biológico de la exposición. Excretan el metabolito   ácido   3-(2,2-dicloro-vinil)-2,2-dimetil-ciclopropano carboxílico (Cl2CA) sujetos a los que se ha administrado permetrina o cipermetrina por vía oral; el análogo bromado (Br2CA) lo excretan  sujetos  tratados  con  deltametrina.  En  los  voluntarios tratados con cipermetrina se ha identificado también un metabolito  fenoxi,  el  ácido  4-hidroxi  fenoxi  benzoico  (4-HPBA).  Sin embargo,  estos  ensayos  no  se  han  aplicado  muy  a  menudo  al control de exposiciones profesionales debido a la complejidad de las  técnicas  analíticas  necesarias  (Eadsforth,  Bragt  y  van  Sittert 1988;   Kolmodin-Hedman   y   cols.   1982).   En   fumigadores expuestos  a  cipermetrina,  se  han  detectado  concentraciones urinarias  de  Cl2CA  comprendidas  entre  0,05  y  0,18  mg/l;  en formuladores  expuestos  a  -cipermetrina,  las  concentraciones urinarias de 4-HPBA han resultado inferiores a 0,02 mg/l.
Para la determinación de metabolitos se recomienda la recogida de orina de 24 horas, a partir de la exposición.
Para la determinación de metabolitos se recomienda la recogida de orina de 24 horas, a partir de la exposición.
lunes, 8 de septiembre de 2014
Financiación y régimen jurídico de las primas (II)
En  una  tercera  etapa,  las  primas  se  ajustan  nuevamente  a escala de cada empresa, aplicando como criterios correctores el número,  la  gravedad  o  el  coste  de  los  accidentes  de  trabajo (excluidos los accidentes in itinere) ocurridos durante los últimos uno  a  tres  ejercicios  económicos.  Así,  la  entidad  aseguradora está autorizada a reducir la prima de las empresas con índices de siniestralidad inferiores a la media. Puede igualmente regular las cuestiones  de  detalle  (imposición  de  recargos,  concesión  de reducciones de primas o una combinación de ambas medidas).
La graduación de las primas para cada oficio y empresa concretos en función de la evolución de la siniestralidad trata de infundir a las empresas la idea de que el coste pertinente está vinculado también al esfuerzo —y el éxito— en la prevención, e inducirlas a trabajar en esa dirección.
El sistema de seguro de accidentes se financia mediante un sistema de imputación retroactiva para cubrir costes. La suma imputable es el exceso de los gastos sobre los ingresos, calculado retroactivamente respecto a cada ejercicio presupuestario. El adeudo imputable se divide entre las empresas afiliadas a las respectivas entidades aseguradoras, de acuerdo con las primas calculadas (grupo de riesgo al que pertenece la empresa, salarios totales pagados en el período anual de la prima y, en su caso, recargo o descuento sobre ésta). Naturalmente, los costes corrientes se deben financiar por anticipado. La financiación proviene de la recaudación de fondos de maniobra y de las primas pagadas por anticipado. Para absorber las fluctuaciones de las primas a largo plazo, las entidades aseguradoras están obligadas a constituir fondos de reserva, que se invierten prefe- rentemente en instalaciones utilizables en el cumplimiento de las obligaciones de este régimen, como los centros de formación y los hospitales especializados en el tratamiento de los accidentados.
Como las empresas no pueden calcular individualmente las primas del seguro, la entidad aseguradora lo hace por ellos y les comunica el importe.
En el sistema alemán de seguro de accidentes, organizado por sectores de actividad, los cambios estructurales en la economía pueden suponer una carga financiera insoportable para algunas asociaciones sectoriales, como la minería del carbón. El número de trabajadores empleados en las minas se ha reducido fuerte- mente en los últimos decenios; sin embargo, la entidad asegura- dora de la minería debe pagar pensiones que, a veces, datan de una época en que las plantillas eran un múltiplo de las actuales. Para aliviar el incremento, insostenible por más tiempo, del volumen de primas que habría que abonar en este sector econó- mico, en 1968 se promulgó una ley por la que se distribuía la carga económica entre las diversas entidades aseguradoras. Las demás entidades aseguradoras están obligadas a aportar una derrama extraordinaria destinada a cubrir los desfases finan- cieros entre las aseguradoras con derecho a equiparación. Con esta medida, los legisladores amplían el concepto básico de soli- daridad, aplicado dentro de cada entidad aseguradora de acci- dentes, al conjunto de las empresas industriales.
La graduación de las primas para cada oficio y empresa concretos en función de la evolución de la siniestralidad trata de infundir a las empresas la idea de que el coste pertinente está vinculado también al esfuerzo —y el éxito— en la prevención, e inducirlas a trabajar en esa dirección.
El sistema de seguro de accidentes se financia mediante un sistema de imputación retroactiva para cubrir costes. La suma imputable es el exceso de los gastos sobre los ingresos, calculado retroactivamente respecto a cada ejercicio presupuestario. El adeudo imputable se divide entre las empresas afiliadas a las respectivas entidades aseguradoras, de acuerdo con las primas calculadas (grupo de riesgo al que pertenece la empresa, salarios totales pagados en el período anual de la prima y, en su caso, recargo o descuento sobre ésta). Naturalmente, los costes corrientes se deben financiar por anticipado. La financiación proviene de la recaudación de fondos de maniobra y de las primas pagadas por anticipado. Para absorber las fluctuaciones de las primas a largo plazo, las entidades aseguradoras están obligadas a constituir fondos de reserva, que se invierten prefe- rentemente en instalaciones utilizables en el cumplimiento de las obligaciones de este régimen, como los centros de formación y los hospitales especializados en el tratamiento de los accidentados.
Como las empresas no pueden calcular individualmente las primas del seguro, la entidad aseguradora lo hace por ellos y les comunica el importe.
En el sistema alemán de seguro de accidentes, organizado por sectores de actividad, los cambios estructurales en la economía pueden suponer una carga financiera insoportable para algunas asociaciones sectoriales, como la minería del carbón. El número de trabajadores empleados en las minas se ha reducido fuerte- mente en los últimos decenios; sin embargo, la entidad asegura- dora de la minería debe pagar pensiones que, a veces, datan de una época en que las plantillas eran un múltiplo de las actuales. Para aliviar el incremento, insostenible por más tiempo, del volumen de primas que habría que abonar en este sector econó- mico, en 1968 se promulgó una ley por la que se distribuía la carga económica entre las diversas entidades aseguradoras. Las demás entidades aseguradoras están obligadas a aportar una derrama extraordinaria destinada a cubrir los desfases finan- cieros entre las aseguradoras con derecho a equiparación. Con esta medida, los legisladores amplían el concepto básico de soli- daridad, aplicado dentro de cada entidad aseguradora de acci- dentes, al conjunto de las empresas industriales.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Financiación y régimen jurídico de las primas (I)
Existen sustanciales diferencias entre las tres áreas del sistema de seguro de accidentes (del trabajo, agrario y del sector público), tanto con respecto a su financiación como al régimen jurídico de las primas. El análisis siguiente se limita al seguro de accidentes de trabajo.
Los costes del sistema de accidentes de trabajo se financian casi exclusivamente con las primas que abonan las empresas. Los ingresos atípicos generados por las demandas de resarcimiento por daños y perjuicios deducidas contra terceros (en especial, por accidentes de circulación), las plusvalías gene- radas por las ventas de activo fijo, los recargos por morosidad y las multas) tienen relativamente poca importancia. Ha de mencionarse en este punto que el sistema funciona sin la ayuda financiera del Estado. Los ingresos se recaudan y se aplican con el exclusivo fin de satisfacer las obligaciones legales, con expresa exclusión del ánimo de lucro.
Las primas aplicables a cada empresa se calculan sobre la base de los salarios de los trabajadores que generan obligación (o bien de los ingresos del trabajo o de la suma asegurada de la empresa). Se tienen especialmente en consideración la frecuencia de accidentes y la amenaza latente de éstos en el sector de actividad y en la empresa. Se distinguen tres niveles:
El primer nivel de primas se establece agrupando uno o más sectores económicos y confiándolos a una única entidad asegu- radora, que actúa como grupo de riesgo común. Por ejemplo, se producen más y más graves siniestros en la construcción que en la fabricación de herramientas de precisión; por consiguiente, la prima media en una entidad aseguradora del primero de esos dos sectores será bastante mayor que la aplicada en una entidad del segundo de ellos.
En el segundo nivel, corresponde al de la entidad asegura- dora, de que se trate, los distintos oficios afiliados a ella —como pueden ser los albañiles, los techadores y los vigilantes en el caso de la construcción— se clasifican, a su vez, en función de la frecuencia de los accidentes que sufren. La división global de los oficios en grupos de riesgo se traduce en unas tablas de riesgo específicas de la entidad aseguradora. Sobre esta base se evalúa
a cada empresa concreta, después de asignar sus diversos segmentos a los correspondientes grupos de riesgo. Las tablas de riesgo se actualizan a partir de encuestas estadísticas quinque- nales de los costes y la frecuencia de los accidentes. Los grupos de riesgo permiten diferenciar la cuantía de las primas corres- pondientes a los diversos oficios de una misma asociación secto- rial.
Los costes del sistema de accidentes de trabajo se financian casi exclusivamente con las primas que abonan las empresas. Los ingresos atípicos generados por las demandas de resarcimiento por daños y perjuicios deducidas contra terceros (en especial, por accidentes de circulación), las plusvalías gene- radas por las ventas de activo fijo, los recargos por morosidad y las multas) tienen relativamente poca importancia. Ha de mencionarse en este punto que el sistema funciona sin la ayuda financiera del Estado. Los ingresos se recaudan y se aplican con el exclusivo fin de satisfacer las obligaciones legales, con expresa exclusión del ánimo de lucro.
Las primas aplicables a cada empresa se calculan sobre la base de los salarios de los trabajadores que generan obligación (o bien de los ingresos del trabajo o de la suma asegurada de la empresa). Se tienen especialmente en consideración la frecuencia de accidentes y la amenaza latente de éstos en el sector de actividad y en la empresa. Se distinguen tres niveles:
El primer nivel de primas se establece agrupando uno o más sectores económicos y confiándolos a una única entidad asegu- radora, que actúa como grupo de riesgo común. Por ejemplo, se producen más y más graves siniestros en la construcción que en la fabricación de herramientas de precisión; por consiguiente, la prima media en una entidad aseguradora del primero de esos dos sectores será bastante mayor que la aplicada en una entidad del segundo de ellos.
En el segundo nivel, corresponde al de la entidad asegura- dora, de que se trate, los distintos oficios afiliados a ella —como pueden ser los albañiles, los techadores y los vigilantes en el caso de la construcción— se clasifican, a su vez, en función de la frecuencia de los accidentes que sufren. La división global de los oficios en grupos de riesgo se traduce en unas tablas de riesgo específicas de la entidad aseguradora. Sobre esta base se evalúa
a cada empresa concreta, después de asignar sus diversos segmentos a los correspondientes grupos de riesgo. Las tablas de riesgo se actualizan a partir de encuestas estadísticas quinque- nales de los costes y la frecuencia de los accidentes. Los grupos de riesgo permiten diferenciar la cuantía de las primas corres- pondientes a los diversos oficios de una misma asociación secto- rial.
sábado, 6 de septiembre de 2014
Pago de pensiones y otras prestaciones por fallecimiento a los sobrevivientes
El cónyuge viudo, los huérfanos y, en determinadas circunstancias, los padres, tienen derecho a percibir una pensión al fallecer el asegurado de resultas de un accidente o enfermedad relacio- nado  con  el  trabajo.  Así  se  compensa  la  pérdida  del  sustento económico  ocasionada  por  el  fallecimiento.  El  cálculo  se  basa, como en las pensiones por accidente, en los ingresos devengados,
y la cuantía se gradúa en función de las necesidades de los supervivientes (por ejemplo, si el fallecido ha dejado únicamente viuda o también hijos; o si sobreviven huérfanos de un solo progenitor o de ambos). Se tienen en cuenta los ingresos y prestaciones sustitu- torias devengados, salvo por lo que respecta a los huérfanos menores de 18 años. En este último caso, se aplica el principio de la restitución de la pérdida y tan sólo las personas efectivamente a cargo del fallecido perciben la prestación en la cuantía proporcional requerida.
Además de las pensiones de los sobrevivientes, se abonan los gastos de traslado y de entierro.
Las pensiones de viudedad se extinguen si el beneficiario contrae nuevo matrimonio; en este supuesto, se abona una suma
a tanto alzado igual al doble de la pensión anual.
y la cuantía se gradúa en función de las necesidades de los supervivientes (por ejemplo, si el fallecido ha dejado únicamente viuda o también hijos; o si sobreviven huérfanos de un solo progenitor o de ambos). Se tienen en cuenta los ingresos y prestaciones sustitu- torias devengados, salvo por lo que respecta a los huérfanos menores de 18 años. En este último caso, se aplica el principio de la restitución de la pérdida y tan sólo las personas efectivamente a cargo del fallecido perciben la prestación en la cuantía proporcional requerida.
Además de las pensiones de los sobrevivientes, se abonan los gastos de traslado y de entierro.
Las pensiones de viudedad se extinguen si el beneficiario contrae nuevo matrimonio; en este supuesto, se abona una suma
a tanto alzado igual al doble de la pensión anual.
viernes, 5 de septiembre de 2014
Indemnización mediante el pago de pensiones Pensiones del seguro
El sistema de seguros concede pensiones a los afectados por las secuelas  de  un  accidente  de  trabajo  o  una  enfermedad  profe- sional. Estas pensiones sólo se conceden al finalizar el proceso de rehabilitación y presuponen la pérdida definitiva de la capacidad para generar ingresos (en general, al menos en un 20 %) durante un período de tiempo mínimo (más de trece semanas desde que se  produce  el  accidente  de  trabajo).  Su  cuantía  se  calcula  en función de la reducción de la capacidad de generar ingresos y de los ingresos anuales devengados).
La determinación del grado de pérdida de esta capacidad se rige por el principio de la “clasificación abstracta de la lesión”. Por consiguiente, lo que se toma en consideración no es el lucro cesante (los salarios no percibidos), sino la pérdida de la capa- cidad para generar ingresos en el mercado de trabajo producida por un accidente laboral o una enfermedad profesional. La esti- mación de dicha pérdida está en función, básicamente, de la gravedad del problema de salud, que, a su vez, se determina sobre la base de un informe médico. Este sistema contribuye a minimizar los gastos de administración y mantiene en un mínimo asimismo las cargas tanto del asegurado como de su empresa. En la mayoría de los casos, la clasificación abstracta de la lesión opera de forma que la situación económica global del trabajador no es peor que antes del siniestro asegurado. En muchos casos, incluso, su situación mejora en cierta medida, en cuanto que la pensión contribuye al resarcimiento de los daños intangibles. La aplicación de los principios de “rehabilitación antes que pensión” y de clasificación abstracta de las lesiones reduce el riesgo de que los asegurados desarrollen una “menta- lidad de pensionista”. Aun cuando persistan los problemas de salud, éstos se sienten alentados a buscar un trabajo retribuido.
El principio de la clasificación abstracta de las lesiones se pondera mediante la aplicación de unos determinados factores de evaluación del daño, con el fin de garantizar en todos los casos el pago de una indemnización adecuada.
La segunda base de cálculo de las pensiones viene dada por los ingresos anuales devengados, que se definen como la suma de todos los salarios e ingresos por trabajo autónomo deven- gados por el asegurado durante el ejercicio precedente. Los ingresos anuales deben reflejar el nivel de vida que el asegurado tuviese al producirse el accidente.
En ciertas circunstancias, las pensiones por incapacidad se pueden capitalizar total o parcialmente
La determinación del grado de pérdida de esta capacidad se rige por el principio de la “clasificación abstracta de la lesión”. Por consiguiente, lo que se toma en consideración no es el lucro cesante (los salarios no percibidos), sino la pérdida de la capa- cidad para generar ingresos en el mercado de trabajo producida por un accidente laboral o una enfermedad profesional. La esti- mación de dicha pérdida está en función, básicamente, de la gravedad del problema de salud, que, a su vez, se determina sobre la base de un informe médico. Este sistema contribuye a minimizar los gastos de administración y mantiene en un mínimo asimismo las cargas tanto del asegurado como de su empresa. En la mayoría de los casos, la clasificación abstracta de la lesión opera de forma que la situación económica global del trabajador no es peor que antes del siniestro asegurado. En muchos casos, incluso, su situación mejora en cierta medida, en cuanto que la pensión contribuye al resarcimiento de los daños intangibles. La aplicación de los principios de “rehabilitación antes que pensión” y de clasificación abstracta de las lesiones reduce el riesgo de que los asegurados desarrollen una “menta- lidad de pensionista”. Aun cuando persistan los problemas de salud, éstos se sienten alentados a buscar un trabajo retribuido.
El principio de la clasificación abstracta de las lesiones se pondera mediante la aplicación de unos determinados factores de evaluación del daño, con el fin de garantizar en todos los casos el pago de una indemnización adecuada.
La segunda base de cálculo de las pensiones viene dada por los ingresos anuales devengados, que se definen como la suma de todos los salarios e ingresos por trabajo autónomo deven- gados por el asegurado durante el ejercicio precedente. Los ingresos anuales deben reflejar el nivel de vida que el asegurado tuviese al producirse el accidente.
En ciertas circunstancias, las pensiones por incapacidad se pueden capitalizar total o parcialmente
jueves, 4 de septiembre de 2014
Prestaciones en metálico
En el curso de rehabilitación, la empresa está obligada a conti- nuar  abonando  el  salario  del  trabajador  asegurado  durante  el período  inicial  de  la  incapacidad  laboral  (un  mínimo  de  seis semanas  según  el  convenio  colectivo).  A  partir  de  entonces,  la entidad  aseguradora  abona  una  “prestación  sustitutoria”  mien- tras dura la rehabilitación médica. Por regla general, esta prestación  por  incapacidad  tiene  una  cuantía  igual  al  salario  neto percibido en el momento del accidente, deducidas las retenciones correspondientes  a  la  cotización  del  trabajador  a  la  seguridad social y al seguro de desempleo (en la actualidad, casi un 13 %). Durante  la  rehabilitación  profesional,  se  abona  una  prestación temporal sustitutoria del salario, que es algo menor que la presta- ción  por  incapacidad.  Ambas  prestaciones  tienen  por  objeto mantener los ingresos de los asegurados y sus familias. El mante- nimiento del pago de las primas a los otros ramos del sistema de seguridad social evita que se produzcan déficit de cobertura.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Puntuación según la experiencia (I)
En muchos regímenes, la prima a pagar por la empresa difiere de la cotización normal para la clase o subclase a la que pertenece la empresa por tener en cuenta la experiencia en reclamaciones de esa  empresa  en  comparación  con  otras.  Este  procedimiento recibe  el  nombre  de  “puntuación  según  la  experiencia”.  Con frecuencia recibe también el nombre de “puntuación según los méritos”,   pero   este   último   no   parece   correcto,   ya   que   la diferencia  de  cotizaciones  no  guarda  relación  alguna  conocida con  ningún  tipo  de  mérito.  Generalmente,  la  fórmula  para calcular las diferencias utiliza la experiencia de costes de reclamaciones, pero puede incluir otros factores, como la frecuencia de las reclamaciones. A veces, se supone un coste mínimo en casos de  muerte.  Las  pequeñas  empresas  suelen  ser  excluidas  de  los planes de puntuación según experiencia; y cuando se incluyen, se les aplican variaciones menores de la puntuación.
La  puntuación  según  la  experiencia  es  normal  en  los  regí- menes  administrados  por  compañías  de  seguros.  Se  utiliza también a veces en regímenes de seguros sociales con indemnización por accidentes de trabajo; su uso en estos regímenes ha ganado  terreno  en  los  últimos  años,  pero  sustancialmente  es incompatible  con  la  justificación  de  su  creación.  Una  gran ventaja  del  régimen  de  seguros  sociales  consiste  en  que  en  la adjudicación  de  reclamaciones  pueden  evitarse  los  procesos contradictorios, mientras que el uso de la puntuación según la experiencia priva al régimen de esa ventaja.
En los regímenes administrados por compañías de seguros, la puntuación según experiencia suele aplicarse a todos los gastos hechos con motivo de una reclamación. A veces ocurre lo mismo en los regímenes de seguros sociales, pero en algunos de éstos la puntuación según experiencia se limita a las prestaciones mone- tarias. No se aplica a los gastos de ayuda médica o de rehabilita- ción.  La  finalidad  es  minimizar  el  uso  de  procesos  contra- dictorios para llegar a decisiones sobre esos gastos.
martes, 2 de septiembre de 2014
Ingresos y clasificación
La mayoría de los regímenes de indemnización por accidentes de trabajo utilizan clasificaciones industriales y establecen primas o cotizaciones para cada clase o subclase de actividad industrial. La clasificación puede hacerse por referencia al producto finaloa las tareas que desempeñan los trabajadores. La clasificación por el producto final es más fácil desde el punto de vista de la adminis- tración y adjudicación. La clasificación por referencia a las tareas de los trabajadores puede incrementar la complejidad de la audi- toría,  en  particular  cuando  algunos  trabajadores  desempeñan varias tareas.
Una vez establecida la cotización de la empresa, suele adoptar la forma de porcentaje de la nómina. En jurisdicciones en las que hay un tope en el salario de referencia, suele aplicarse ese mismo tope máximo a la cantidad a pagar por trabajador a efectos de cotización. Por ejemplo, puede exigirse a una empresa que pague 2 unidades monetarias por 100 unidades de nómina, hasta un máximo de 50.000 unidades, por trabajador y año. En general, las cotizaciones se revisan anualmente. Aun siendo normal la cotización en forma de porcentaje de la nómina, a veces se utilizan métodos alternativos, como la prima por el valor estimado de los activos o por el precio de los bienes vendidos. Algunos regímenes reciben un subsidio parcial del gobierno.
Una vez establecida la cotización de la empresa, suele adoptar la forma de porcentaje de la nómina. En jurisdicciones en las que hay un tope en el salario de referencia, suele aplicarse ese mismo tope máximo a la cantidad a pagar por trabajador a efectos de cotización. Por ejemplo, puede exigirse a una empresa que pague 2 unidades monetarias por 100 unidades de nómina, hasta un máximo de 50.000 unidades, por trabajador y año. En general, las cotizaciones se revisan anualmente. Aun siendo normal la cotización en forma de porcentaje de la nómina, a veces se utilizan métodos alternativos, como la prima por el valor estimado de los activos o por el precio de los bienes vendidos. Algunos regímenes reciben un subsidio parcial del gobierno.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Equilibrio de las cuentas
El primer paso para diseñar un sistema de financiación consiste en establecer un criterio de equilibrio de las cuentas, de modo que  los  ingresos  y  gastos  agregados  sean  aproximadamente iguales  a  lo  largo  del  tiempo.  En  regímenes  gestionados  por compañías  de  seguros  se  supone  que  esto  se  hace  mediante  el ajuste de las primas, por lo que los ingresos reflejarán la expe- riencia de costes de las reclamaciones. En regímenes de seguros sociales, la legislación suele exigir que las cuentas se equilibren de la  misma  manera,  pero  con  frecuencia  hay  presiones  políticas para reducir el nivel de las primas o cotizaciones y después equili- brar los gastos con las cotizaciones aprobadas. A no ser que el gobierno resista esas presiones, el conflicto permanente entre la legislación y las presiones políticas causa una continua fricción en la administración del régimen y las decisiones sobre adjudicación. Puede también hacer que aumente el endeudamiento.
domingo, 31 de agosto de 2014
Financiación Distribución de costes
El coste de la indemnización por accidentes de trabajo se financia generalmente con las primas o cuotas pagadas por las empresas. Por  este  motivo,  se  afirma  o  supone  generalmente  que  las empresas soportan el coste del sistema, pero evidentemente esta afirmación es incorrecta. La carga de cualquier impuesto puede trasladarse del sujeto sobre el que recae inicialmente la obligación de  contribuir;  existe  una  abundante  doctrina  económica  que explica  que  el  impuesto  sobre  la  nómina  es  normalmente  una reserva económica para las emergencias en el trabajo. Parte del coste de las primas de la indemnización por accidentes de trabajo recae sobre las empresas, pero otra parte se traslada al trabajo en forma de menores salarios y otras prestaciones y quizá también a los consumidores. Además, las prestaciones de indemnización no compensan completamente las pérdidas económicas de los traba- jadores  incapacitados.  En  la  medida  en  que  estas  pérdidas superan la indemnización recibida, son costes de la incapacidad laboral que no figuran como tales en el régimen de indemniza- ción por accidentes de trabajo. Esos costes son soportados en su mayor  parte  por  los  trabajadores  incapacitados,  aun  cuando hasta  cierto  punto  pueden  ser  trasladados  a  otros,  como  los miembros de las familias o los acreedores.
 
sábado, 30 de agosto de 2014
Obligación de mantener el empleo
En  los  últimos  años,  algunas  jurisdicciones  se  han  propuesto imponer a la empresa en servicio en la cual quedó incapacitado el trabajador   por   una   lesión   o   enfermedad   indemnizable   (la empresa del accidente) la obligación de mantener el empleo de ese trabajador. Normalmente, la obligación comienza cuando el trabajador   ha   alcanzado   una   recuperación   suficiente   para retornar a algún tipo de trabajo que pueda ofrecer la empresa y continúa durante un período de uno o dos años. La promulga- ción  de  estas  disposiciones  suele  ir  acompañada  o  seguida  por una reducción de las prestaciones de indemnización por incapacidad permanente.
En jurisdicciones con una economía de mercado fundamen- talmente no regulada y donde la mayor parte del empleo no está acogido a la negociación colectiva, esas disposiciones son contra- producentes. Restan fuerza y socavan la prestación de cualquier servicio genuino de rehabilitación. A un trabajador con una incapacidad permanente no le asiste normalmente un “derecho” temporal al empleo. Además, estas disposiciones modifican la imagen del trabajador incapacitado: de ser una persona que normalmente puede esperar continuar trabajando en la misma empresa, pasaría a ser considerado como una carga para ésta. Este cambio de imagen no se limita a los casos que en cualquier caso hubieran planteado un problema de rehabilitación, por lo cual estas disposiciones pueden plantear problemas de rehabilitación.
Dado que el “derecho” ostensible es pertinente sólo cuando la empresa desea dar por terminada la relación de empleo, ese “derecho” es inevitablemente frágil. En la mayoría de las juris- dicciones, una relación de empleo puede terminarse por diversos motivos, que no suelen desaparecer por el “derecho” del traba- jador a continuar en el empleo. Aun cuando se termine ilegal- mente el empleo, los remedios pueden ser difíciles de aplicar. Por tanto, el “derecho” es frágil, y a pesar de su fragilidad, su ejer- cicio o la negativa del trabajador a ejercerlo son motivos para la terminación de las prestaciones de indemnización.
Se discute mucho sobre cuál es el empleo adecuado en relación con la incapacidad residual, pero la solución no es fácil sin una investigación probatoria. Aun cuando se haga esa investiga- ción y se tome una decisión razonada, su alcance puede ser limi- tado, en particular si las circunstancias están cambiando o expira el plazo de la obligación. Cuando una discusión sobre la obligación se resuelve en favor del trabajador, no por eso se logra la continuación del empleo. Generalmente se llega a acuerdo económico. Así pues, aunque el resultado sea “bueno” para el trabajador, consiste en la concesión de una suma mone- taria mediante un proceso altamente ineficiente y una causa de daños terapéuticos.
La promulgación de ese “derecho” perjudica asimismo a la prestación de un genuino servicio de rehabilitación. Como el trabajador tiene un “derecho” ostensible a retornar a la misma empresa, esto suele considerarse como la solución normal, por lo que es poco probable que se consideren formas alternativas de rehabilitación. Por todos estos motivos, la legislación destinada a imponer una obligación a la empresa y a conceder una opción al trabajador, en realidad impone una obligación al trabajador y concede una opción a la empresa.
Algunas jurisdicciones exigen la continuación del empleo de un trabajador que ha sufrido una incapacidad, independiente- mente de la causa. Estas disposiciones solamente son aplicables en el contexto de la negociación colectiva o de un mercado de trabajo altamente regulado.
Otras jurisdicciones prohíben el despido de un trabajador que no acude al trabajo a causa de una incapacidad indemnizable, pero no el despido de ese mismo trabajador cuando se recupera de la incapacidad.
En jurisdicciones con una economía de mercado fundamen- talmente no regulada y donde la mayor parte del empleo no está acogido a la negociación colectiva, esas disposiciones son contra- producentes. Restan fuerza y socavan la prestación de cualquier servicio genuino de rehabilitación. A un trabajador con una incapacidad permanente no le asiste normalmente un “derecho” temporal al empleo. Además, estas disposiciones modifican la imagen del trabajador incapacitado: de ser una persona que normalmente puede esperar continuar trabajando en la misma empresa, pasaría a ser considerado como una carga para ésta. Este cambio de imagen no se limita a los casos que en cualquier caso hubieran planteado un problema de rehabilitación, por lo cual estas disposiciones pueden plantear problemas de rehabilitación.
Dado que el “derecho” ostensible es pertinente sólo cuando la empresa desea dar por terminada la relación de empleo, ese “derecho” es inevitablemente frágil. En la mayoría de las juris- dicciones, una relación de empleo puede terminarse por diversos motivos, que no suelen desaparecer por el “derecho” del traba- jador a continuar en el empleo. Aun cuando se termine ilegal- mente el empleo, los remedios pueden ser difíciles de aplicar. Por tanto, el “derecho” es frágil, y a pesar de su fragilidad, su ejer- cicio o la negativa del trabajador a ejercerlo son motivos para la terminación de las prestaciones de indemnización.
Se discute mucho sobre cuál es el empleo adecuado en relación con la incapacidad residual, pero la solución no es fácil sin una investigación probatoria. Aun cuando se haga esa investiga- ción y se tome una decisión razonada, su alcance puede ser limi- tado, en particular si las circunstancias están cambiando o expira el plazo de la obligación. Cuando una discusión sobre la obligación se resuelve en favor del trabajador, no por eso se logra la continuación del empleo. Generalmente se llega a acuerdo económico. Así pues, aunque el resultado sea “bueno” para el trabajador, consiste en la concesión de una suma mone- taria mediante un proceso altamente ineficiente y una causa de daños terapéuticos.
La promulgación de ese “derecho” perjudica asimismo a la prestación de un genuino servicio de rehabilitación. Como el trabajador tiene un “derecho” ostensible a retornar a la misma empresa, esto suele considerarse como la solución normal, por lo que es poco probable que se consideren formas alternativas de rehabilitación. Por todos estos motivos, la legislación destinada a imponer una obligación a la empresa y a conceder una opción al trabajador, en realidad impone una obligación al trabajador y concede una opción a la empresa.
Algunas jurisdicciones exigen la continuación del empleo de un trabajador que ha sufrido una incapacidad, independiente- mente de la causa. Estas disposiciones solamente son aplicables en el contexto de la negociación colectiva o de un mercado de trabajo altamente regulado.
Otras jurisdicciones prohíben el despido de un trabajador que no acude al trabajo a causa de una incapacidad indemnizable, pero no el despido de ese mismo trabajador cuando se recupera de la incapacidad.
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