La prevención es probablemente el componente más importante de cualquier política sobre el consumo de alcohol y drogas en el lugar de trabajo. Aunque las personas con este tipo de problemas merecen desde luego una especial atención y tratamiento, la mayoría de los trabajadores beben con moderación y consumen drogas legales, como tranquilizantes, para superar sus problemas. Puesto que estos últimos representan la mayoría, un cambio en su conducta, aunque pequeño, puede tener una gran repercusión en el número de accidentes laborales, la productividad, el absentismo y la impuntualidad.
Algunos ponen en duda que el lugar de trabajo sea el sitio más adecuado para desarrollar actividades preventivas mediante programas de información, educación y formación, ya que las actividades preventivas enfocan los riesgos para la salud relacio- nados con el consumo de alcohol y drogas principalmente desde la perspectiva de la salud pública y están dirigidas a un público de trabajadores que dependen económicamente de su empresa. La respuesta a estas dudas es que estos programas facilitan también información valiosa y útil sobre los peligros y consecuencias del consumo de alcohol y drogas en el lugar de trabajo; que el lugar de trabajo es quizás la parte más estructurada del entorno cotidiano de una persona y, por tanto, puede ser el foro adecuado para facilitar información sobre la salud, y que las campañas de salud pública no suelen resultar ofensivas para los trabajadores, sobre todo cuando recurren a la persuasión y no a la coacción para modificar conductas o estilos de vida.
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