Una de las secuelas más negativas de la pérdida auditiva de origen profesional es la tendencia a evitar las conversaciones en grupo, que imponen un considerable esfuerzo a los afectados. En tales situaciones, éstos deben tratar de adaptarse a los demás, ya que suele resultar sumamente difícil que el ritmo de la conversación y la forma de expresión del grupo se ajuste a sus circunstancias. Los afectados pueden afrontar esta situación de tres formas:
• interpretando la expresión facial;
• empleando técnicas de comunicación especiales;
• empleando un audífono.
Evidentemente, la interpretación de la expresión facial y la lectura labial pueden facilitar la comprensión de las conversa- ciones; sin embargo, estas técnicas exigen un grado considerable de atención y concentración, imposible de mantener durante mucho tiempo. En todo caso, el sistema puede ser de utilidad si, además, se pide a los interlocutores que repitan o resuman sus palabras. Ahora bien, las conversaciones suelen discurrir con una velocidad tal que el recurso a esta estrategia no suele resultar fácil. Por último, si bien el uso de un audífono suele mejorar la capacidad para seguir las conversaciones, los disposi- tivos de amplificación actualmente en uso no restauran la capa- cidad de discriminación de frecuencias; esto es, se amplifican tanto la señal como el ruido, lo cual contribuye a empeorar, antes que mejorar, la situación de las personas que experi- mentan una seria discapacidad de la discriminación de frecuencias.
El empleo de los audífonos y la petición de la colaboración de los interlocutores para que se adapten a las circunstancias del discapacitado presupone que éste no se sienta acomplejado al reconocer su problema. Esto significa que, como se expone posteriormente, las medidas de fortalecimiento de la autoestima constituyen una condición previa a los esfuerzos por incre- mentar la capacidad auditiva.
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