martes, 8 de julio de 2008

Migración de las enfermedades y daños profesionales a los países en desarrollo

La incidencia de las enfermedades profesionales ha alcanzado un nivel sin precedentes. La Organización de las Naciones Unidas estima que se producen 6 millones de casos cada año en el mundo. Las enfermedades profesionales por trabajador expuesto se dan con mayor frecuencia en los países en desarrollo y, lo que es más importante, su gravedad ha aumentado. En algunos de estos países, el amianto es la principal causa de enfermedad y discapacidad de los trabajadores de la minería, la construcción y la producción de este mineral y, de acuerdo con algunas estimaciones, también de muerte. Los riesgos profesionales y medioam- bientales que plantean los productos a base de amianto no disuaden a las empresas que los fabrican de promoverlos en los países en desarrollo, donde la demanda de materiales de cons trucción de bajo coste prevalece sobre la preocupación por la salud.
Las operaciones de fundido y refinado del plomo están trasladándose de los países desarrollados a los países en desarrollo. Así ocurre también con el reciclado de productos de plomo, que tiende a desplazarse a las naciones menos favorecidas, a menudo poco preparadas para afrontar los riesgos medioambientales y profesionales que genera. Actualmente, el número de fundiciones de plomo en los países industrializados es escaso, ya que esta actividad se ha trasladado a los países de reciente industria- lización. Muchos de los procesos relacionados con esta actividad se llevan a cabo en países con tecnologías inalteradas desde hace un siglo. Aunque los países desarrollados presuman de los logros alcanzados en el reciclado del plomo, en casi todos los casos este proceso se realiza en países en desarrollo y el plomo reciclado regresa a aquéllos como producto acabado.
En los Estados en desarrollo, los gobiernos y las empresas aceptan los materiales peligrosos sabiendo que es imposible que se legislen o apliquen unos niveles de exposición razonables. La gasolina, las pinturas, la tinta y los tintes, las pilas y muchos otros productos que contienen plomo son producidos en dichos países por empresas que suelen ser propiedad de extranjeros y que posteriormente los venden en el mercado internacional.
En los países en desarrollo, donde la mayoría de los trabajadores se dedican a la agricultura, los pesticidas se aplican manualmente. En el sudeste de Asia se registran cada año tres millones de casos de intoxicación por pesticidas (Jeyaratnam 1992). La mayor parte de la fabricación de estas sustancias en dichos países corresponde a empresas de propiedad extranjera o empresas locales con participación de capital extranjero. La utilización de pesticidas en estos países aumenta con rapidez, a medida que la población conoce las ventajas que ofrecen a la industria agraria y mejora la capacidad de producción en el propio país. Pesticidas como el DDT y el dibromocloropropano (DBCP), prohibidos en la mayoría de los Estados desarrollados, se venden y utilizan con profusión y sin restricciones en los países en desarrollo. Cuando los riesgos para la salud ocasionan la retirada de un pesticida del mercado de un país desarrollado,suele encontrarse un modo para que el producto en cuestión acceda a los mercados desregulados de los países en desarrollo.
El químico es uno de los sectores industriales de más rápido crecimiento en la economía mundial emergente. Las empresas químicas de los países desarrollados se han extendido por todo el mundo. Muchas de las de menor tamaño se trasladan a los países en desarrollo y convierten a esta industria en uno de los principales factores de contaminación medioambiental. Con el crecimiento de la población y la industrialización en las regiones más desfavorecidas de la tierra, aumenta la demanda de pesticidas, fertilizantes químicos y otras sustancias químicas industriales. Además, para agravar este problema, las sustancias químicas prohibidas en los países desarrollados se fabrican en cantidades cada vez mayores en los países de reciente industriali- zación. El DDT es un ejemplo evidente. Su producción alcanza niveles sin precedentes, a pesar de que su producción y utilización son ilegales en la mayoría de los países desarrollados desde los años 70.

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