Los primeros límites de exposición en el lugar de trabajo se establecieron para prevenir enfermedades graves y muertes. Hoy en día, disponemos de mucha más información e intentamos respetar límites mucho más bajos para prevenir enfermedades crónicas y efectos subclínicos en la salud. El intento sistemático que más éxito ha tenido para establecer límites de exposición profesional fue el realizado por el Comité de Límites Umbral creado por la Conferencia Americana de Higienistas Industriales del Gobierno (American Conference of Governmental Industrial Hygienists, ACGIH) en 1943. (La ACGIH es una organización estadounidense sin relación formal con ningún organismo normativo público). El éxito de este esfuerzo se demuestra por el hecho de que muchos países en todo el mundo han adoptado los valores límite umbral (TLV) publicados por la ACGIH, cuyo número asciende hoy a más de 600, como normas sobre la expo- sición en el lugar de trabajo. El uso extendido de estos límites como normas aplicables ha motivado el estudio crítico de los TLV y del proceso a través del cual se han establecido. A pesar de su utilidad, los TLV han recibido críticas de tres sectores que intervienen en el proceso de toma de decisiones: el científico, el político y el ético. A continuación se resumen algunas de las críticas formuladas.
Los científicos han criticado el hecho de que los TLV basados en un volumen considerable de información no se diferencien de los TLV basados en muchos menos datos.
Los TLV nunca pretendieron ser niveles “seguros” de exposición para todos los trabajadores. El Comité TLV reconoció que, debido a las variaciones biológicas entre los trabajadores y a otros factores que no podían estimarse, era imposible fijar límites que garantizasen la seguridad de todos los trabajadores en todos los entornos. La decisión de adoptar los TLV como normas de obligado cumplimiento plantea un problema político, porque no protegen a una parte de la población trabajadora. La única garantía total de protección es el nivel cero de exposición, pero la exposición cero y el riesgo cero no son alternativas que se den en la práctica.
Muchos de los datos que manejó el Comité TLV procedían de estudios realizados y financiados por la industria, que no se habían publicado. Las personas protegidas por estos límites sostienen que deberían tener acceso a los datos que han servido para establecer dichos límites. Son muchos los que opinan que el intento de la industria de restringir el acceso a estos datos, por la razón que sea, es una postura poco ética y que beneficia sólo a la industria.
Todavía hoy se siguen respetando los TLV como directrices sobre la exposición de los trabajadores al estrés ambiental, para que sean utilizados por profesionales que puedan interpretarlos correctamente.
Los científicos han criticado el hecho de que los TLV basados en un volumen considerable de información no se diferencien de los TLV basados en muchos menos datos.
Los TLV nunca pretendieron ser niveles “seguros” de exposición para todos los trabajadores. El Comité TLV reconoció que, debido a las variaciones biológicas entre los trabajadores y a otros factores que no podían estimarse, era imposible fijar límites que garantizasen la seguridad de todos los trabajadores en todos los entornos. La decisión de adoptar los TLV como normas de obligado cumplimiento plantea un problema político, porque no protegen a una parte de la población trabajadora. La única garantía total de protección es el nivel cero de exposición, pero la exposición cero y el riesgo cero no son alternativas que se den en la práctica.
Muchos de los datos que manejó el Comité TLV procedían de estudios realizados y financiados por la industria, que no se habían publicado. Las personas protegidas por estos límites sostienen que deberían tener acceso a los datos que han servido para establecer dichos límites. Son muchos los que opinan que el intento de la industria de restringir el acceso a estos datos, por la razón que sea, es una postura poco ética y que beneficia sólo a la industria.
Todavía hoy se siguen respetando los TLV como directrices sobre la exposición de los trabajadores al estrés ambiental, para que sean utilizados por profesionales que puedan interpretarlos correctamente.
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