En realidad, la realización de una sesión educativa bien diseñada constituye la parte más fácil del proceso; el educador se dedica a llevar a cabo el plan. De hecho, actúa como un mediador que conduce a los alumnos a través de una serie de actividades diseñadas para: (a) aprender y explorar nuevas ideas o destrezas; (b) poner en común los pensamientos y habilidades, y (c) combinar ambos aspectos.
En los programas de educación popular, basados en la participación activa y en la puesta en común de las propias experiencias de los trabajadores, es fundamental que en los seminarios se establezca un ambiente de confianza, de seguridad en las discusiones
y de facilidad de comunicación. Hay que planear con minuciosidad el entorno físico y social para fomentar la máxima interacción, la dinámica de los grupos de trabajo y la confianza en que el grupo comparte la norma de escuchar y estar dispuesto a parti- cipar. Este papel de mediación en el aprendizaje puede exigir de algunos educadores cierta “reconversión profesional”. Es un papel que se basa menos en la capacidad para hablar en público elemento fundamental tradicional de las destrezas de formación que en la destreza para fomentar el aprendizaje cooperativo.
Va popularizándose la participación como formadores de los compañeros de trabajo. Su actuación presenta dos ventajas principales: (1) poseen el suficiente conocimiento práctico del lugar de trabajo para dar relevancia a la formación, y (2) permanecen en el lugar de trabajo, lo que facilita las consultas sobre la marcha en relación con la salud y la seguridad. El éxito de los programas en que intervienen trabajadores formadores depende de que éstos adquieran unas bases sólidas a través de programas globales de “formación de formadores” y de que tengan acceso
a expertos técnicos cuando lo crean necesario.
En los programas de educación popular, basados en la participación activa y en la puesta en común de las propias experiencias de los trabajadores, es fundamental que en los seminarios se establezca un ambiente de confianza, de seguridad en las discusiones
y de facilidad de comunicación. Hay que planear con minuciosidad el entorno físico y social para fomentar la máxima interacción, la dinámica de los grupos de trabajo y la confianza en que el grupo comparte la norma de escuchar y estar dispuesto a parti- cipar. Este papel de mediación en el aprendizaje puede exigir de algunos educadores cierta “reconversión profesional”. Es un papel que se basa menos en la capacidad para hablar en público elemento fundamental tradicional de las destrezas de formación que en la destreza para fomentar el aprendizaje cooperativo.
Va popularizándose la participación como formadores de los compañeros de trabajo. Su actuación presenta dos ventajas principales: (1) poseen el suficiente conocimiento práctico del lugar de trabajo para dar relevancia a la formación, y (2) permanecen en el lugar de trabajo, lo que facilita las consultas sobre la marcha en relación con la salud y la seguridad. El éxito de los programas en que intervienen trabajadores formadores depende de que éstos adquieran unas bases sólidas a través de programas globales de “formación de formadores” y de que tengan acceso
a expertos técnicos cuando lo crean necesario.
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