jueves, 28 de marzo de 2013

TRANSFORMACION DEL MERCADO • Y DEL TRABAJO (IV)

Toda esta reestructuración ha estado acompañada por un aumento del desempleo y de las desigualdades entre los ricos y los pobres. A medida que las compañías adoptan estructuras más ajustadas, la demanda de mano de obra disminuye. En la nueva economía mundial, incluso los trabajadores que conservan su puesto tienen menor seguridad en el empleo. Muchas de las personas con empleo trabajan un gran número de horas a la semana, aunque algunos sólo por un período de tiempo breve, ya que aumentan los trabajos con contratos atípicos y a destajo. El trabajo a turnos y las jornadas laborales atípicas han aumentado significativamente, debido a la dependencia de las empresas respecto a la flexibilidad de las plantillas. En una situación en la que predomina el trabajo informal, disminuye el número de trabajadores que reciben protección laboral frente al desempleo y que están representados por sindi- catos fuertes.
Así ocurre sobre todo en el caso de las mujeres, que constituyen en la actualidad la mayoría de la mano de obra eventual y de la no sindicada. Asimismo, los gobiernos tienden a reducir la prestación de servicios sociales para los desempleados. Por otra parte, la combinación de nuevas tecnologías y nuevas formas de organización del trabajo suele dar lugar a un proceso de creci- miento sin empleo, en el que los beneficios y el desempleo aumentan simultáneamente. El desarrollo económico ha dejado de equivaler a un incremento del trabajo remunerado.
Las consecuencias de esta evolución para la salud de los trabajadores son muy importantes, aunque, normalmente, más difí- ciles de determinar que las observadas en las organizaciones de trabajo industriales tradicionales. Las formas atípicas de trabajo, al igual que el desempleo, pueden incrementar los riesgos para la salud de los trabajadores. Aunque éstos pueden ser bastante productivos en períodos cortos de actividad, el trabajo informal puede tener el efecto contrario a largo plazo, especialmente si los trabajadores no tienen la posibilidad de hacer planes de futuro. Puede dar lugar a un aumento de los niveles de ansiedad y nerviosismo, a irritabilidad y falta de confianza y a una incapacidad para concentrarse. Asimismo, puede tener consecuencias físicas, como la elevación de la presión sanguínea y el aumento de la incidencia de enfermedades como la diabetes y la bron- quitis. Además, el trabajo informal y los horarios de trabajo atípicos pueden dificultar la organización laboral de las mujeres que asumen la principal responsabilidad del cuidado de los hijos, de las personas de edad avanzada y la realización de tareas domésticas, elevando significativamente sus niveles de estrés. Por otra parte, el trabajo informal suele conllevar la obtención de ingresos irregulares y, a menudo, la pérdida de prestaciones relacionadas con el trabajo, como la asistencia dental, las pensiones, los permisos por enfermedad y la asistencia sanitaria. Estos factores contribuyen también a elevar el estrés que soportan por los trabajadores y limitan su capacidad de mantenerse sanos y productivos.

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