En el sector informal o “no documentado” prestan sus servicios trabajadores que acuerdan desarrollar su actividad sin ser regis- trados formalmente o amparados por un contrato entre la empresa y el trabajador. El pago puede realizarse en efectivo o en bienes o en especie y, puesto que los ingresos no se declaran a las autoridades, no están sometidos a regulación ni a tributación, tanto en el caso del trabajador como en el de la empresa. Por lo general, no se ofrecen prestaciones sociales complementarias.
En muchas ocasiones, el trabajo informal se realiza a tiempo parcial para satisfacer necesidades específicas, a menudo como una forma de pluriempleo durante o después de la jornada de trabajo en otro puesto. Asimismo, es habitual en el caso de las personas encargadas de las tareas domésticas y del cuidado de niños, que pueden ser importadas (a veces, ilegalmente) de otros países en los que resulta difícil encontrar un trabajo remune- rado. A muchas de estas personas se les exige que vivan en la casa y se les imponen jornadas de trabajo de muchas horas, con escaso tiempo libre. Puesto que el alojamiento y la manutención pueden considerarse parte de su retribución, sus ingresos en efectivo suelen ser muy limitados. Por último, los malos tratos físicos y el acoso sexual no son problemas raros para estos trabajadores domésticos (Anderson 1993).
La responsabilidad de las empresas respecto a la salud y la seguridad de los trabajadores del sector informal es, en el mejor de los casos, únicamente implícita y a menudo se niega. Asimismo, los trabajadores no suelen tener derecho a recibir una indemnización en caso de enfermedad o accidente relacionados con el desarrollo de su actividad laboral y pueden verse obli- gados a emprender acciones legales cuando la empresa no les presta los servicios de salud necesarios, finalmente una mayor garantía para la mayoría de estos trabajadores no es posible en todas las jurisdicciones.
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