El empleo del control biológico para la evaluación de una potencial toxicidad plantea algunas consideraciones éticas. Uno de los objetivos que se persiguen con él es reunir suficiente información para decidir qué nivel de un efecto dado constituye un efecto indeseable; en ausencia de datos suficientes, cualquier perturbación será considerada indeseable. Es preciso valorar las implicaciones legales y reglamentarias de este tipo de información. Por tanto, hay que buscar el debate y el consenso sociales acerca del modo de utilizar los indicadores biológicos. En otras palabras, hay que educar a los trabajadores, las empresas, las comunidades
y los responsables de la formulación de políticas acerca del signifi- cado de los resultados obtenidos por el control biológico, para que nadie se sienta indebidamente alarmado o satisfecho.
Debe mantenerse una comunicación adecuada con el individuo al que se ha realizado la prueba en lo que respecta a los resultados y a su interpretación. Además, hay que comunicar claramente a todos los participantes si la utilización de algunos indicadores es experimental o no.
El Código internacional de ética para los profesionales de la salud en el trabajo, presentado por la Comisión Internacional de Medicina del Trabajo en 1992, establece que “las pruebas biológicas y las demás investigaciones deben elegirse desde el punto de vista de su validez para la protección de la salud del trabajador implicado, teniendo en cuenta debidamente su sensibi- lidad, su especificidad y su valor predictivo”. No deben realizarse pruebas “que no sean fiables o que no posean un valor predictivo suficiente en relación con los requisitos de la tarea del trabajador”. (Véase el capítulo Aspectos éticos, que profundiza en el debate y recoge el texto del Código.)
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