El eco y los ruidos presentes en el lugar de trabajo dificultan la comunicación en tal medida que, a menudo, ésta debe limitarse al mínimo imprescindible para realizar las distintas tareas. Se produce así un grave deterioro de la comunicación informal, que constituye uno de los factores definitorios de la calidad de la vida laboral (Hétu 1994a). La situación se hace especialmente difícil para los afectados de una pérdida auditiva. En efecto, los trabaja- dores que sufren de pérdida auditiva de origen profesional se ven aislados de sus compañeros, no sólo en el puesto de trabajo, sino también durante las pausas y comidas, en una típica manifesta- ción de la combinación de unas exigencias laborales excesivas y el temor al ridículo que ellos mismos sienten.
La solución de este problema pasa por la aplicación de las medidas indicadas anteriormente, como la reducción de los niveles globales de ruido - sobre todo en las áreas de descanso - y la sensibilización de los compañeros de trabajo hacia los problemas de los afectados. Asimismo, el reconocimiento de las necesidades específicas de los afectados por parte de la empresa constituye, en sí mismo, una forma de apoyo psicológico y social, capaz de mitigar el estigma normalmente asociado a los problemas de audición.
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