Los problemas de audición y comunicación producidos por la pérdida auditiva de origen profesional se suelen atribuir a otras causas, como las pobreza de facultades de audición y comunicación, el desinterés o la falta de concentración. Esta imputación errónea se produce tanto por parte de la persona afectada como de quienes se relacionan con ella, y obedece a causas múltiples, aunque concatenadas.
1. Las lesiones del oído interno no son visibles, por lo que los pacientes no se consideran físicamente afectados por el ruido
2. La evolución de la pérdida auditiva en sí es muy insidiosa. La fatiga auditiva virtualmente cotidiana que sufren los trabajadores expuestos a ruidos en el lugar de trabajo hace que la detección precoz de los trastornos irreversibles de la función auditiva sea extremadamente difícil. Las personas expuestas al ruido jamás perciben el deterioro palpable de su capacidad auditiva. De hecho, para la mayoría de los trabajadores expuestos cotidianamente a unos niveles de ruido nocivos, el incremento del umbral auditivo es del orden de un decibelio por año de exposición (Hétu, Tran Quoc y Duguay 1990). Si la pérdida auditiva es simétrica y gradual, el paciente carece de un referente propio que le permita evaluar la merma audi- tiva inducida. Por causa de esta evolución insidiosa de la pérdida auditiva, los afectados modifican sus hábitos de forma sumamente gradual y evitan las situaciones desventa- josas para ellas, aunque sin llegar a asociar expresamente este cambio de hábitos con la pérdida de audición.
3. Los síntomas de pérdida auditiva son sumamente ambiguos y suelen consistir en una pérdida de capacidad de discriminación de frecuencias, esto es, en una reducción de la capacidad para distinguir entre dos o más señales acústicas simultáneas, debido a que la señal más intensa enmascara las otras. Específicamente, esta incapacidad causa diversos grados de dificultad para seguir una conversación que produce un eco considerable o que se entremezcla con ruidos de fondo producidos por otras conversaciones, televisores, ventiladores, vehículos de motor, etc. En otras palabras, la capacidad audi- tiva de las personas cuya capacidad de discriminación de frecuencias se encuentra disminuida es una función directa de las condiciones ambientales reinantes en un momento dado. Las personas que tratan cotidianamente a los afectados perciben estas oscilaciones de la capacidad auditiva como un comportamiento incoherente del afectado y se lo recriminan con expresiones como: “Sólo entiendes lo que te conviene”. Por su parte, el afectado atribuye su discapacidad auditiva y de comunicación a los ruidos de fondo, a la deficiente expre- sión de sus interlocutores o a una distracción propia. Esto impide que el síntoma más característico de la pérdida audi- tiva se reconozca como tal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario