La atención de los servicios de apoyo al empleo se centra en el momento crítico del inicio de la vida laboral. Su labor consiste, en términos generales, en vincular al trabajador discapacitado con su empresa, esto es, con su superior inmediato y sus futuros compañeros de trabajo.
Los servicios de apoyo al empleo se responsabilizan, en primer lugar, de ayudar al discapacitado a encontrar trabajo. Este cometido se desempeña, en parte, fomentando la autoes- tima mediante la formación (asistida por medios audiovisuales) para la realización de entrevistas de selección y la asistencia en la redacción de cartas de solicitud de empleo, así como, muy especialmente, impartiendo formación práctica en el puesto de trabajo. La experiencia acumulada indica claramente que esta última modalidad constituye la mejor vía de entrada en la empresa. En caso necesario, el personal correspondiente acom- paña al discapacitado a la entrevista de selección, le ayuda a tramitar la documentación precisa y le presta asistencia en la fase inicial de adaptación al lugar de trabajo. La carencia de medios impide a la mayoría de los servicios de apoyo al empleo proyectar ese apoyo más allá de los confines del lugar de trabajo. En todo caso, al menos en la teoría, tal tipo de apoyo no resulta deseable. Si se precisa continuar prestando en la esfera privada alguna asistencia de índole psicológica, médica o relacionada con las destrezas vitales, lo habitual es remitir al discapacitado a centros e instituciones especializados.
Por otra parte, por lo que respecta a las empresas, la más importante responsabilidad inicial de los servicios de apoyo consiste en inducirlas a contratar a discapacitados. Aunque muchas empresas son extremadamente reticentes a tales prác- ticas, no es imposible encontrar algunas dispuestas a colaborar permanentemente con los centros de rehabilitación profesional y los servicios de empleo. Una vez establecida la buena disposición inicial a cooperar, el paso siguiente consiste en encontrar puestos de trabajo adecuados. Obviamente, antes de la contratación, es preciso contrastar las exigencias del puesto de trabajo concreto con las destrezas del discapacitado. No obstante, el tiempo y la energía que a veces se invierten en ciertos proyectos piloto, en los que se aplican procedimientos presuntamente “objetivos” para contrastar diversos perfiles de destreza y exigencia con el objeto de hallar el puesto de trabajo “óptimo” para un determi- nado discapacitado, no suelen guardar relación con las posibili- dades reales de éxito ni con las dificultades que la búsqueda de un puesto de trabajo supone efectivamente. Lo más importante es que los discapacitados se conviertan en actores de su propio desarrollo profesional, puesto que el valor psicológico de su participación en la conformación de su futuro profesional es incalculable.
En los métodos de colocación contrastados se parte de un análisis en profundidad de la estructura organizativa y de los procesos productivos, para luego recomendar a la empresa la reestructuración de determinadas áreas de trabajo con el fin de conceder oportunidades de empleo a los discapacitados. Entre estas recomendaciones pueden figurar la reducción de determi- nadas exigencias productivas, la implantación del trabajo a tiempo parcial y de los horarios flexibles, o la reducción de los niveles de ruido y de estrés en el lugar de trabajo.
Los servicios de apoyo al empleo ofrecen igualmente ayuda a las empresas para conseguir subvenciones públicas, como las bonificaciones salariales, o para agilizar la tramitación administrativa de las solicitudes de las ayudas estatales destinadas a la financiación de las adaptaciones técnicas impuestas por las limi- taciones asociadas a la discapacidad. Sin embargo, no todo el apoyo prestado a los discapacitados en el lugar de trabajo tiene por qué ser necesariamente de naturaleza técnica. Por ejemplo, es posible que los trabajadores con deficiencias visuales precisen no sólo un teclado de ordenador en braille y una impresora adecuada, sino también que alguien les lea en voz alta; asimismo, se puede ayudar a las personas con deficiencias auditivas poniendo a su disposición un intérprete especializado en el lenguaje de los signos. En ocasiones, se precisa apoyo para la adquisición de la cualificación que el puesto de trabajo requiere o para la integración social en la empresa. Estas y otras tareas similares se suelen encomendar a un trabajador de los servicios de apoyo conocido como “instructor de trabajo”. El apoyo personalizado que éste presta tiende a reducirse en el tiempo.
Las personas con discapacidades psíquicas o mentales suelen precisar una integración gradual, caracterizada por un incremento progresivo de las exigencias del puesto, de las horas de trabajo y de la integración social, que debe ser coordinado por los servicios de apoyo con la empresa y con el discapacitado.
Todas las modalidades de apoyo deben adaptarse a las circunstancias personales del discapacitado y adecuarse, además, a los recursos de la empresa.
Los servicios de apoyo al empleo se responsabilizan, en primer lugar, de ayudar al discapacitado a encontrar trabajo. Este cometido se desempeña, en parte, fomentando la autoes- tima mediante la formación (asistida por medios audiovisuales) para la realización de entrevistas de selección y la asistencia en la redacción de cartas de solicitud de empleo, así como, muy especialmente, impartiendo formación práctica en el puesto de trabajo. La experiencia acumulada indica claramente que esta última modalidad constituye la mejor vía de entrada en la empresa. En caso necesario, el personal correspondiente acom- paña al discapacitado a la entrevista de selección, le ayuda a tramitar la documentación precisa y le presta asistencia en la fase inicial de adaptación al lugar de trabajo. La carencia de medios impide a la mayoría de los servicios de apoyo al empleo proyectar ese apoyo más allá de los confines del lugar de trabajo. En todo caso, al menos en la teoría, tal tipo de apoyo no resulta deseable. Si se precisa continuar prestando en la esfera privada alguna asistencia de índole psicológica, médica o relacionada con las destrezas vitales, lo habitual es remitir al discapacitado a centros e instituciones especializados.
Por otra parte, por lo que respecta a las empresas, la más importante responsabilidad inicial de los servicios de apoyo consiste en inducirlas a contratar a discapacitados. Aunque muchas empresas son extremadamente reticentes a tales prác- ticas, no es imposible encontrar algunas dispuestas a colaborar permanentemente con los centros de rehabilitación profesional y los servicios de empleo. Una vez establecida la buena disposición inicial a cooperar, el paso siguiente consiste en encontrar puestos de trabajo adecuados. Obviamente, antes de la contratación, es preciso contrastar las exigencias del puesto de trabajo concreto con las destrezas del discapacitado. No obstante, el tiempo y la energía que a veces se invierten en ciertos proyectos piloto, en los que se aplican procedimientos presuntamente “objetivos” para contrastar diversos perfiles de destreza y exigencia con el objeto de hallar el puesto de trabajo “óptimo” para un determi- nado discapacitado, no suelen guardar relación con las posibili- dades reales de éxito ni con las dificultades que la búsqueda de un puesto de trabajo supone efectivamente. Lo más importante es que los discapacitados se conviertan en actores de su propio desarrollo profesional, puesto que el valor psicológico de su participación en la conformación de su futuro profesional es incalculable.
En los métodos de colocación contrastados se parte de un análisis en profundidad de la estructura organizativa y de los procesos productivos, para luego recomendar a la empresa la reestructuración de determinadas áreas de trabajo con el fin de conceder oportunidades de empleo a los discapacitados. Entre estas recomendaciones pueden figurar la reducción de determi- nadas exigencias productivas, la implantación del trabajo a tiempo parcial y de los horarios flexibles, o la reducción de los niveles de ruido y de estrés en el lugar de trabajo.
Los servicios de apoyo al empleo ofrecen igualmente ayuda a las empresas para conseguir subvenciones públicas, como las bonificaciones salariales, o para agilizar la tramitación administrativa de las solicitudes de las ayudas estatales destinadas a la financiación de las adaptaciones técnicas impuestas por las limi- taciones asociadas a la discapacidad. Sin embargo, no todo el apoyo prestado a los discapacitados en el lugar de trabajo tiene por qué ser necesariamente de naturaleza técnica. Por ejemplo, es posible que los trabajadores con deficiencias visuales precisen no sólo un teclado de ordenador en braille y una impresora adecuada, sino también que alguien les lea en voz alta; asimismo, se puede ayudar a las personas con deficiencias auditivas poniendo a su disposición un intérprete especializado en el lenguaje de los signos. En ocasiones, se precisa apoyo para la adquisición de la cualificación que el puesto de trabajo requiere o para la integración social en la empresa. Estas y otras tareas similares se suelen encomendar a un trabajador de los servicios de apoyo conocido como “instructor de trabajo”. El apoyo personalizado que éste presta tiende a reducirse en el tiempo.
Las personas con discapacidades psíquicas o mentales suelen precisar una integración gradual, caracterizada por un incremento progresivo de las exigencias del puesto, de las horas de trabajo y de la integración social, que debe ser coordinado por los servicios de apoyo con la empresa y con el discapacitado.
Todas las modalidades de apoyo deben adaptarse a las circunstancias personales del discapacitado y adecuarse, además, a los recursos de la empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario