En los países en desarrollo, la industrialización es un rasgo necesario del crecimiento económico y el desarrollo. Aunque este proceso puede tener efectos perjudiciales para la salud, el progreso económico asociado puede compensarlos. El objetivo es reducir al mínimo los problemas sanitarios y medioambientales y optimizar las ventajas de la industrialización. En los países desarrollados, la experiencia de los efectos adversos provocados por la Revolución Industrial dio lugar a una regulación del ritmo de desarrollo. En general, estos países han reaccionado adecuadamente y han dispuesto del tiempo necesario para establecer toda la infraestructura necesaria para controlar los dos tipos de problemas indicados.
El reto a que se enfrentan actualmente los países en desarrollo que, debido a la competencia internacional, no pueden permitirse el lujo de regular su ritmo de industrialización, consiste en aprender de los errores y las soluciones de los países desarrollados. A su vez, el reto para estos últimos estriba en ayudar a los primeros. Los países desarrollados no deben aprovecharse de los trabajadores de las áreas en desarrollo ni de su falta de capacidad financiera y de mecanismos de regulación, pues, a escala mundial, la contaminación medioambiental y los problemas de salud no respetan fronteras políticas ni geográficas.
El reto a que se enfrentan actualmente los países en desarrollo que, debido a la competencia internacional, no pueden permitirse el lujo de regular su ritmo de industrialización, consiste en aprender de los errores y las soluciones de los países desarrollados. A su vez, el reto para estos últimos estriba en ayudar a los primeros. Los países desarrollados no deben aprovecharse de los trabajadores de las áreas en desarrollo ni de su falta de capacidad financiera y de mecanismos de regulación, pues, a escala mundial, la contaminación medioambiental y los problemas de salud no respetan fronteras políticas ni geográficas.
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