La necesidad de una actualización continua de la información afecta tanto a trabajadores y directivos, como a los profesionales de la salud en el trabajo. Las insuficiencias en la formación, incluso de estos últimos, se ponen de manifiesto al comprobar que la mayoría de los higienistas industriales que realizaron sus estudios en el decenio de 1970 recibieron escasa formación en ergonomía; y aunque fueron ampliamente instruidos en el control de la calidad del aire, estos conocimientos se aplicaban casi exclusivamente a los lugares de trabajo industriales. En cualquier caso, la mayor innovación tecnológica, que ha afectado a millones de trabajadores desde entonces, es el uso generalizado de terminales de ordenador con pantallas de visualización de datos (PVD). La evaluación ergonómica y la intervención para evitar problemas musculosqueléticos o de visión entre los usuarios de dichas pantallas eran medidas desconocidas en el decenio de 1970; a mediados del decenio de 1990, los peligros para estos usuarios se han convertido en una cuestión principal en el campo de la higiene industrial. Asimismo, la aplicación de los principios de la higiene industrial a los problemas de calidad del aire en interiores (por ejemplo, para remediar el “síndrome del edificio enfermo/hermético”) ha exigido la formación continua de los higienistas habituados únicamente a la evaluación de fábricas. Los factores psicosociales, en buena medida no reconocidos como peligros para la salud en el trabajo antes del decenio de 1980, desempeñan un papel importante en el trata- miento de los peligros relacionados con el uso de PVD, el aire interior y otros. Todos los que investigan estos problemas para la salud necesitan educación y formación para poder comprender las complejas interacciones entre el medio ambiente, los indivi- duos y la organización social en este marco.
El cambio de la composición demográfica de la población activa también debe tenerse en cuenta al diseñar la formación sobre salud y seguridad. Las mujeres constituyen una proporción de la población activa cada vez mayor, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo y sus necesidades sanitarias dentro y fuera del lugar de trabajo deben ser satisfechas. La participación de trabajadores inmigrantes plantea nuevas cuestiones de formación, incluidas las relacionadas con el idioma, aunque, obviamente, los problemas de idioma y de alfabetización no se circunscriben a este grupo de población: los distintos niveles de alfabetización de los trabajadores nacionales también deben considerarse al diseñar e impartir formación. Los trabajadores de edad avanzada constituyen otro grupo cuyas necesidades deben estudiarse e incorporarse a los programas de educación ya que su número crece respecto al total de la población activa de muchos países.
El cambio de la composición demográfica de la población activa también debe tenerse en cuenta al diseñar la formación sobre salud y seguridad. Las mujeres constituyen una proporción de la población activa cada vez mayor, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo y sus necesidades sanitarias dentro y fuera del lugar de trabajo deben ser satisfechas. La participación de trabajadores inmigrantes plantea nuevas cuestiones de formación, incluidas las relacionadas con el idioma, aunque, obviamente, los problemas de idioma y de alfabetización no se circunscriben a este grupo de población: los distintos niveles de alfabetización de los trabajadores nacionales también deben considerarse al diseñar e impartir formación. Los trabajadores de edad avanzada constituyen otro grupo cuyas necesidades deben estudiarse e incorporarse a los programas de educación ya que su número crece respecto al total de la población activa de muchos países.
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