domingo, 7 de julio de 2013

Evaluación

Se puede establecer una relación lineal de los indicadores de exposición (reseñados en la Tabla 27.3) con la intensidad de la misma para los correspondientes disolventes, ya sea realizando una encuesta entre los trabajadores expuestos profesionalmente a ellos, ya sea mediante la exposición experimental de voluntarios humanos. En este sentido, la ACGIH (1994) y la DFG (1994), por ejemplo, han establecido el índice biológico de exposición (BEI) y el valor biológico de tolerancia (BTV), respectivamente, como los valores de las muestras biológicas que son equivalentes al límite de exposición profesional para las sustancias químicas aerotrans- portadas, es decir, el valor límite umbral (TLV) y la concentración máxima en el lugar de trabajo (MAK), respectivamente. Se sabe no obstante, que el nivel de la sustancia química diana en las muestras obtenidas en personas no expuestas puede variar en función, por ejemplo, de costumbres locales (p. ej., dieta) y que puede haber diferencias étnicas en el metabolismo del disolvente. Por tanto, es aconsejable establecer valores límite mediante el estudio de la población local implicada. Al evaluar los resultados es preciso excluir cuidadosamente la
existencia de exposición no profesional al disolvente (p. ej., por utilización de productos de consumo que lo contengan, o por inhalación intencionada) y la exposición a sustancias químicas que den origen a los mismos metabolitos (p. ej., algunos aditivos alimentarios). En caso de que exista una gran falta de correspon- dencia entre la intensidad de la exposición al vapor y los resul- tados del control biológico, la diferencia puede indicar la posibilidad de absorción cutánea. El consumo de cigarrillos inhibe el metabolismo de algunos disolventes (p. ej., tolueno), mientras que la ingesta aguda de etanol puede inhibir de forma competitiva el metabolismo del metanol.


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