Actualmente se tiende a buscar alternativas al examen sumativo final, realizado al terminar el curso. En algunos cursos se han suprimido los exámenes formales, y han sido sustituidos por trabajos o evaluaciones periódicas; en otros se realiza una combinación de trabajos, evaluaciones y exámenes, ya sea con libros o sin ellos. Hoy en día cada vez está más asentada la convicción de que los exámenes y las evaluaciones no sólo miden la calidad de los alumnos, sino también la del curso y la de los profesores.
Las opiniones de los alumnos sobre el conjunto de los estudios o sobre sus distintos componentes, obtenida por medio de cuestionarios o reuniones, es de un inmenso valor para el perfeccionamiento del curso. Los cursos deben ser evaluados de forma constante, en la medida de lo posible, al menos una vez al año, y modificados siempre que resulte necesario.
En lo que se refiere a las modalidades de examen, la que consiste en desarrollar un tema puede servir para medir la organización, la capacidad para integrar cuestiones o la destreza en la escritura. Sin embargo, la precisión y validez de este tipo de exámenes de desarrollo de temas parecen ser escasas. Los exámenes tipo test con varias respuestas entre las que se debe elegir una son menos subjetivos, pero son difíciles de preparar para que sean buenos; además, no permiten apreciar ciertos conocimientos prácticos. Otra forma de examinar es por medio de preguntas cortas que se diferencian de los métodos anteriores en que el alumno va recibiendo de forma progresiva la información sobre un problema; se le pide al alumno que vaya dando respuestas cortas, con lo que no se le dan pistas ni se le presenta un conjunto de alternativas entre las que debe escoger la más adecuada. Los exámenes orales pueden medir la capacidad para resolver problemas, el buen criterio profesional, la capacidad de comunicación y la habilidad para mantener la compostura en situaciones de tensión. La principal dificultad de los exámenes orales radica en que puede dar lugar a la llamada “falta de objetividad”. Los exámenes orales pueden ser más fiables si se les ajusta a una estructura determinada (Verma, Sass-Kortsak y Gaylor 1991). Tal vez la mejor de todas las alternativas sea la de usar una mezcla de todos estos diferentes tipos de exámenes, en vez de confiar sólo en uno o dos de ellos.
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