En un análisis ético es esencial proceder paso a paso en la identificación, clarificación y resolución de los conflictos éticos. Como ya hemos comentado, los distintos intereses creados y las diferentes partes presentes en el lugar de trabajo o en el mercado laboral, pueden presentarse como intereses éticos. El primer paso consiste, por tanto, en identificar las partes principales que participan en el proceso, describir sus intereses racionales y localizar los conflictos de intereses evidentes y potenciales. Es esencial que esos conflictos de intereses entre las diferentes partes interesadas se pongan de manifiesto y se expliquen en vez de ser ignorados. Es también importante aceptar el hecho de que este tipo de conflictos son bastante comunes. En todos los conflictos éticos existen uno o más agentes y una o más personas a las que conciernen las acciones emprendidas por el agente o los agentes. El segundo paso consiste en identificar los principios éticos de autonomía, beneficencia, ausencia de maleficencia y equidad. El tercer paso consiste en identificar las ventajas y beneficios éticos, así como las desventajas y los costes para aquellas personas u organismos implicados o afectados por el problema de salud en el trabajo. Las expresiones beneficio ético o coste ético adquieren en este contexto un significado bastante amplio. Todo aquello que razonablemente pueda juzgarse beneficioso o con un efecto positivo desde el punto de vista ético es un beneficio. Todo aquello que pueda afectar al grupo de forma negativa es,
de forma análoga, un coste ético.
Estos principios éticos fundamentales (autonomía, beneficencia y equidad) y las etapas del análisis asociadas a ellos se aplican tanto al tratamiento de la información en la práctica cotidiana de la medicina del trabajo como al tratamiento y divulgación de la información científica. Considerada desde esta perspectiva, la confidencialidad de las historias médicas o de los resultados de los estudios de la salud en el trabajo puede analizarse aplicando los principios antes expuestos.
Este tipo de información puede referirse, por ejemplo, a peligros potenciales o sospechados para la salud en el lugar de trabajo, y su calidad y utilidad práctica varía en cada caso. Es evidente que el uso que se haga de este tipo de información plantea una serie de cuestiones éticas.
Hay que recalcar que este modelo de análisis ético está destinado principalmente a estructurar las complejas relaciones que existen entre un trabajador individual, el colectivo de trabaja- dores de una empresa y los intereses creados en el lugar de trabajo y en la comunidad en general. En el contexto actual se trata fundamentalmente de un ejercicio pedagógico basado sobre todo en el supuesto, considerado controvertido por la filosofía moral, de que la solución objetiva y correcta a un conflicto ético simplemente no existe. Bertrand Russell escribió:
“Nosotros mismos somos los árbitros definitivos e irrefuta- bles de los valores y, en el mundo de los valores, la naturaleza es tan sólo una parte. Por ello, en este mundo somos superiores a la Naturaleza. En el mundo de los valores, la naturaleza es en sí misma neutra; no es ni buena ni mala, por lo que no merece admiración ni tampoco censura. Nosotros somos quienes creamos valores y nuestros deseos son los que les confieren valor. En ese reino somos los reyes y si nos doblegamos a la Naturaleza, nos degradamos.
Nosotros somos los que tenemos que decidir lo que es bueno, no la Naturaleza, ni siquiera la naturaleza personificada en Dios (Russell 1979).
Esta es otra manera de decir que la autoridad de los principios éticos, como ya se mencionó antes, está determinada por las personas o los grupos de personas, que pueden o no estar de acuerdo sobre lo que es intelectual o emocionalmente aceptable. Por consiguiente, a la hora de resolver los conflictos y problemas éticos, el diálogo entre las diferentes partes implicadas adquiere una especial relevancia. Es muy importante que todos los interesados tengan la posibilidad de intercambiar sus puntos de vista con los demás en un clima de respeto mutuo. Aunque se acepta como un hecho que los conflictos éticos no tienen soluciones objetivamente correctas, no se puede deducir de eso que la definición del posicionamiento ético se base en ideas subjetivas y carentes de principios. Es importante tener siempre presente que las cuestiones de la confidencialidad y la integridad pueden ser planteadas por diversos grupos o personas partiendo de normas y valores muy diferentes. Por tanto, uno de los pasos importantes en un análisis ético consiste en diseñar el procedimiento para establecer contacto con y entre las personas y los intereses colectivos afectados, así como los pasos que deben seguirse para iniciar el proceso que terminará en un acuerdo o desacuerdo sobre el tratamiento o divulgación de información confidencial.
Por último, se insiste en que el análisis ético se puede utilizar como herramienta para examinar las prácticas y estrategias alternativas de actuación. Este análisis no nos dará respuestas sobre lo que es correcto o incorrecto, o lo que se considera acep- table o inaceptable desde el punto de vista ético, pero crea un marco para la toma de decisiones cuando entran en juego los principios éticos fundamentales de la autonomía, la benefi- cencia, la maleficencia y la equidad.
de forma análoga, un coste ético.
Estos principios éticos fundamentales (autonomía, beneficencia y equidad) y las etapas del análisis asociadas a ellos se aplican tanto al tratamiento de la información en la práctica cotidiana de la medicina del trabajo como al tratamiento y divulgación de la información científica. Considerada desde esta perspectiva, la confidencialidad de las historias médicas o de los resultados de los estudios de la salud en el trabajo puede analizarse aplicando los principios antes expuestos.
Este tipo de información puede referirse, por ejemplo, a peligros potenciales o sospechados para la salud en el lugar de trabajo, y su calidad y utilidad práctica varía en cada caso. Es evidente que el uso que se haga de este tipo de información plantea una serie de cuestiones éticas.
Hay que recalcar que este modelo de análisis ético está destinado principalmente a estructurar las complejas relaciones que existen entre un trabajador individual, el colectivo de trabaja- dores de una empresa y los intereses creados en el lugar de trabajo y en la comunidad en general. En el contexto actual se trata fundamentalmente de un ejercicio pedagógico basado sobre todo en el supuesto, considerado controvertido por la filosofía moral, de que la solución objetiva y correcta a un conflicto ético simplemente no existe. Bertrand Russell escribió:
“Nosotros mismos somos los árbitros definitivos e irrefuta- bles de los valores y, en el mundo de los valores, la naturaleza es tan sólo una parte. Por ello, en este mundo somos superiores a la Naturaleza. En el mundo de los valores, la naturaleza es en sí misma neutra; no es ni buena ni mala, por lo que no merece admiración ni tampoco censura. Nosotros somos quienes creamos valores y nuestros deseos son los que les confieren valor. En ese reino somos los reyes y si nos doblegamos a la Naturaleza, nos degradamos.
Nosotros somos los que tenemos que decidir lo que es bueno, no la Naturaleza, ni siquiera la naturaleza personificada en Dios (Russell 1979).
Esta es otra manera de decir que la autoridad de los principios éticos, como ya se mencionó antes, está determinada por las personas o los grupos de personas, que pueden o no estar de acuerdo sobre lo que es intelectual o emocionalmente aceptable. Por consiguiente, a la hora de resolver los conflictos y problemas éticos, el diálogo entre las diferentes partes implicadas adquiere una especial relevancia. Es muy importante que todos los interesados tengan la posibilidad de intercambiar sus puntos de vista con los demás en un clima de respeto mutuo. Aunque se acepta como un hecho que los conflictos éticos no tienen soluciones objetivamente correctas, no se puede deducir de eso que la definición del posicionamiento ético se base en ideas subjetivas y carentes de principios. Es importante tener siempre presente que las cuestiones de la confidencialidad y la integridad pueden ser planteadas por diversos grupos o personas partiendo de normas y valores muy diferentes. Por tanto, uno de los pasos importantes en un análisis ético consiste en diseñar el procedimiento para establecer contacto con y entre las personas y los intereses colectivos afectados, así como los pasos que deben seguirse para iniciar el proceso que terminará en un acuerdo o desacuerdo sobre el tratamiento o divulgación de información confidencial.
Por último, se insiste en que el análisis ético se puede utilizar como herramienta para examinar las prácticas y estrategias alternativas de actuación. Este análisis no nos dará respuestas sobre lo que es correcto o incorrecto, o lo que se considera acep- table o inaceptable desde el punto de vista ético, pero crea un marco para la toma de decisiones cuando entran en juego los principios éticos fundamentales de la autonomía, la benefi- cencia, la maleficencia y la equidad.
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