La densidad sindical varía en gran medida a escala inter e intranacional. Por ejemplo, en algunos países de Europa occidental, es muy elevada en el sector público, pero tiende a ser limitada en el privado, en especial entre los trabajadores no manuales. Las cifras correspondientes a los trabajadores manuales en esta región son dispares y oscilan de unos valores elevados en Austria y Suecia a otros bajos en Francia, donde, sin embargo, el poder político de los sindicatos excede con mucho al que podría deducirse del número de afiliados. Existe cierta correlación positiva entre la centralización de la negociación y la densidad sindical, pero se observan asimismo algunas excepciones.
Como asociaciones voluntarias, los sindicatos establecen sus propias normas, habitualmente recogidas en unos estatutos y reglamentos. En las estructuras sindicales democráticas, los miembros eligen a sus gestores mediante el voto directo o a través de delegados asistentes a las asambleas generales. Es probable que la gestión interna en un sindicato pequeño y altamente descentralizado de trabajadores de un determinado colectivo profesional difiera de forma significativa con la de los grandes sindicatos generales o sectoriales centralizados. Las tareas se asignan entre los gestores y los representantes remunerados y no remunerados del sindicato y deben llevarse a cabo labores de coordinación. Asimismo, los recursos financieros disponibles varían en función de su tamaño y de su facilidad para recaudar las cuotas. La institución de un sistema de retención en nómina de la cotización sindical (en virtud del cual, las cuotas se deducen del salario del trabajador y se abonan directa- mente al sindicato) simplifica esta tarea en gran medida. En la mayoría de los países de Europa central y oriental, los sindicatos que eran dominados y financiados por el Estado están siendo transformados o incorporados por las nuevas organizaciones independientes; todos luchan por encontrar su lugar y desarrollar su actividad con éxito en la nueva estructura económica. Los salarios extremadamente bajos (y, por tanto, las cuotas) en esta región y en los países en desarrollo, junto con la existencia de sindicatos financiados por la Administración, dificultan la crea- ción de un movimiento sindical independiente y sólido.
Como asociaciones voluntarias, los sindicatos establecen sus propias normas, habitualmente recogidas en unos estatutos y reglamentos. En las estructuras sindicales democráticas, los miembros eligen a sus gestores mediante el voto directo o a través de delegados asistentes a las asambleas generales. Es probable que la gestión interna en un sindicato pequeño y altamente descentralizado de trabajadores de un determinado colectivo profesional difiera de forma significativa con la de los grandes sindicatos generales o sectoriales centralizados. Las tareas se asignan entre los gestores y los representantes remunerados y no remunerados del sindicato y deben llevarse a cabo labores de coordinación. Asimismo, los recursos financieros disponibles varían en función de su tamaño y de su facilidad para recaudar las cuotas. La institución de un sistema de retención en nómina de la cotización sindical (en virtud del cual, las cuotas se deducen del salario del trabajador y se abonan directa- mente al sindicato) simplifica esta tarea en gran medida. En la mayoría de los países de Europa central y oriental, los sindicatos que eran dominados y financiados por el Estado están siendo transformados o incorporados por las nuevas organizaciones independientes; todos luchan por encontrar su lugar y desarrollar su actividad con éxito en la nueva estructura económica. Los salarios extremadamente bajos (y, por tanto, las cuotas) en esta región y en los países en desarrollo, junto con la existencia de sindicatos financiados por la Administración, dificultan la crea- ción de un movimiento sindical independiente y sólido.
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