Por ejemplo, la reducción de la incidencia de los dolores lumbares con la edad no significa necesariamente que los traba- jadores mayores sean más resistentes a estos padecimientos; más bien significa que los trabajadores más predispuestos a padecer dolores de espalda (por ejemplo, los que padecen malforma- ciones, musculatura lábil o mal estado físico) han llegado a la conclusión que sus problemas son incompatibles con el levanta- miento de grandes pesos y han optado por otros tipos de trabajo
(Abenhaim y Suissa 1987).
Los datos utilizados en el estudio de Abenhaim y Suissa proceden de una muestra obtenida por el Workmen’s Compen- sation Board (Instituto de Indemnización de los Trabajadores) de Quebec de 2.532 trabajadores que habían perdido, como mínimo, un día de trabajo por causa de los padecimientos de espalda. El 74 % de trabajadores indemnizados que habían causado baja laboral durante menos de un mes contabilizaba el
11,1 % de las jornadas de trabajo perdidas, mientras que el 7,4 % de trabajadores que habían dejado de trabajar durante más de seis meses acumulaba el 68,2 % de las mismas. Este último grupo de trabajadores (el 0,1 % de la población activa) había generado el 73,2 % de los costes de asistencia médica y había recibido el 76 % de la suma total pagada en concepto de retribución e indemnización (un total de 125 millones de dólares en 1981). El coste medio generado por cada uno de estos pacientes ascendió a unos 45.000 dólares canadienses. La elevada incidencia registrada entre los varones (85 % de los casos) podría explicarse por el predominio del sexo masculino entre los trabajadores que realizan las tareas más propensas a producir lesiones de espalda. Otras posibles explicaciones, como la mayor vulnerabilidad de los varones o el mayor porcentaje de hombres que reclaman indemnización, son menos plausibles. Abenhaim y Suissa afirman lo siguiente:
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