Hay varios modelos organizativos de los servicios de salud y seguridad en el trabajo que han resultado eficaces y que, con las modificaciones pertinentes, pueden adaptarse a la mayoría de las situaciones locales. Son los siguientes:
• Puede crearse un centro de salud en el trabajo en las localidades que posean una elevada densidad de pequeños lugares de trabajo, con el fin de ofrecer tratamiento en caso de accidente u otras urgencias y desempeñar funciones educativas y de intervención. Estos centros suelen financiarse con fondos públicos, pero también puede recurrirse al reparto de costes entre varias pequeñas empresas locales, normalmente en función del número de trabajadores.
• El servicio de salud en el trabajo de una gran compañía puede prestar dicho servicio a las pequeñas empresas próximas a ésta.
Un servicio de salud en el trabajo situado en un hospital, que ya cubra el tratamiento de accidentes y otras urgencias, puede completar esta prestación con un servicio de asistencia de salud
a domicilio que se concentre en la educación y la intervención.
• Un médico general puede prestar servicios de tratamiento en una clínica y recurrir a personal de enfermería del trabajo para que realice labores de educación e intervención en el lugar de trabajo.
• Puede crearse un servicio especializado de salud en el trabajo, integrado por un equipo interdisciplinario compuesto por médicos del trabajo, médicos generales, personal de enfermería del trabajo, fisioterapeutas y especialistas en radiografía, patología, etc.
• Con independencia del modelo empleado, el servicio debe conectarse con el lugar de trabajo a través del “trabajador sanitario de enlace”, un profesional de la salud capacitado y multicualificado en los aspectos clínicos y de higiene de este medio. (Véase la Figura 20.3).
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