Aunque la mayoría de los discapacitados en edad laboral quieren y pueden trabajar, a menudo deben afrontar serios obstáculos en su esfuerzo por acceder al trabajo en condiciones de igualdad. En el presente artículo se examinan los aspectos principales que rodean la incorporación de los discapacitados al mundo del trabajo, en relación con los conceptos de política social y de derechos humanos.
Primeramente, se ofrece una visión global de la magnitud y las consecuencias de la discapacidad, así como de la medida en que los discapacitados han estado tradicionalmente excluidos de la plena participación en la vida social y económica. A continua- ción, se expone el concepto de los derechos humanos como un proceso de superación de las dificultades que los discapacitados afrontan para acceder a un empleo justo. Estas barreras a la plena participación en el lugar de trabajo y en la vida nacional responden, en la mayoría de los casos, más a unas actitudes y prácticas discriminatorias que a causas asociadas a la discapacidad de las personas. La consecuencia última de todo ello es que los discapacitados suelen ser objeto de una discriminación que se produce, bien deliberadamente, bien como resultado de la exis- tencia de barreras intrínsecas o estructurales en el entorno.
Por último, el análisis de la discriminación conduce a la descripción de las vías de superación de esta situación mediante un trato equitativo, la acomodación del lugar de trabajo y la accesibilidad.
Alcance y consecuencias de la discapacidad El examen de los conceptos de política social y de derechos humanos en el contexto de la discapacidad se debe iniciar con una exposición general de la situación global que los discapacitados afrontan.
El alcance exacto del concepto de discapacidad es susceptible de muy diversas interpretaciones en función de la definición empleada. El informe del Disability Statistics Compendium, de las Naciones Unidas (1990), denominado también Compendio DISTAT, es el resultado de 63 encuestas sobre la discapacidad realizadas en 55 países. En él se pone de relieve que el porcentaje de discapacitados oscila entre el 0,2 % en Perú y el 20,9 % en Austria. En el decenio de 1980, un 80 % de los discapaci- tados vivían en los países en vías de desarrollo, en los que, por causa de la desnutrición y de las enfermedades, aproximadamente el 20 % de la población sufre alguna discapacidad. El empleo de definiciones divergentes hace que los porcentajes de población discapacitada que aparecen en las diversas encuestas nacionales no sean comparables entre sí. Desde la perspectiva global, aunque limitada, aportada por el Compendio DISTAT, cabe observar que el concepto de discapacidad es, en gran medida, una función de la edad; que su incidencia es mayor en las zonas rurales y que la misma se asocia a una mayor prevalencia de la pobreza y de unos niveles económicos y educativos bajos. Además, las estadísticas reflejan sistemáticamente una menor frecuencia de la discapacidad entre la población
empleada que en el conjunto de la población.
Por lo que respecta al empleo, Cart, miembro del Consejo de Administración de la OIT y ex presidente de Canadian Labour Force, ha brindado una descripción gráfica de la situación que afrontan las personas discapacitadas. Durante un foro parlamentario sobre la discapacidad celebrado en Canadá en 1992, Shirley Cart observó que los discapacitados tropiezan con un “techo de hormigón” y que hay tres prefijos que golpean a las personas discapacitadas: desempleo, subempleo e infrautilización. Lamentablemente, la situación de los discapacitados no es en ningún lugar mejor que en Canadá y, en la mayoría de los casos, es mucho peor.
Primeramente, se ofrece una visión global de la magnitud y las consecuencias de la discapacidad, así como de la medida en que los discapacitados han estado tradicionalmente excluidos de la plena participación en la vida social y económica. A continua- ción, se expone el concepto de los derechos humanos como un proceso de superación de las dificultades que los discapacitados afrontan para acceder a un empleo justo. Estas barreras a la plena participación en el lugar de trabajo y en la vida nacional responden, en la mayoría de los casos, más a unas actitudes y prácticas discriminatorias que a causas asociadas a la discapacidad de las personas. La consecuencia última de todo ello es que los discapacitados suelen ser objeto de una discriminación que se produce, bien deliberadamente, bien como resultado de la exis- tencia de barreras intrínsecas o estructurales en el entorno.
Por último, el análisis de la discriminación conduce a la descripción de las vías de superación de esta situación mediante un trato equitativo, la acomodación del lugar de trabajo y la accesibilidad.
Alcance y consecuencias de la discapacidad El examen de los conceptos de política social y de derechos humanos en el contexto de la discapacidad se debe iniciar con una exposición general de la situación global que los discapacitados afrontan.
El alcance exacto del concepto de discapacidad es susceptible de muy diversas interpretaciones en función de la definición empleada. El informe del Disability Statistics Compendium, de las Naciones Unidas (1990), denominado también Compendio DISTAT, es el resultado de 63 encuestas sobre la discapacidad realizadas en 55 países. En él se pone de relieve que el porcentaje de discapacitados oscila entre el 0,2 % en Perú y el 20,9 % en Austria. En el decenio de 1980, un 80 % de los discapaci- tados vivían en los países en vías de desarrollo, en los que, por causa de la desnutrición y de las enfermedades, aproximadamente el 20 % de la población sufre alguna discapacidad. El empleo de definiciones divergentes hace que los porcentajes de población discapacitada que aparecen en las diversas encuestas nacionales no sean comparables entre sí. Desde la perspectiva global, aunque limitada, aportada por el Compendio DISTAT, cabe observar que el concepto de discapacidad es, en gran medida, una función de la edad; que su incidencia es mayor en las zonas rurales y que la misma se asocia a una mayor prevalencia de la pobreza y de unos niveles económicos y educativos bajos. Además, las estadísticas reflejan sistemáticamente una menor frecuencia de la discapacidad entre la población
empleada que en el conjunto de la población.
Por lo que respecta al empleo, Cart, miembro del Consejo de Administración de la OIT y ex presidente de Canadian Labour Force, ha brindado una descripción gráfica de la situación que afrontan las personas discapacitadas. Durante un foro parlamentario sobre la discapacidad celebrado en Canadá en 1992, Shirley Cart observó que los discapacitados tropiezan con un “techo de hormigón” y que hay tres prefijos que golpean a las personas discapacitadas: desempleo, subempleo e infrautilización. Lamentablemente, la situación de los discapacitados no es en ningún lugar mejor que en Canadá y, en la mayoría de los casos, es mucho peor.
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