lunes, 23 de julio de 2007

Alcance y objetivos de la formación y la educación (III)

Al trasladar dichos principios a un programa de educación, deben considerarse cuatro categorías de objetivos:
Objetivos de información: el conocimiento específico que los trabajadores en período de formación adquirirán; por ejemplo, el relativo a los efectos de los disolventes orgánicos sobre la piel y el sistema nervioso central.
Objetivos de comportamiento: las aptitudes y cualificaciones que los trabajadores lograrán; por ejemplo, la capacidad de interpretar fichas de datos químicos o de alzar un objeto pesado de forma segura.
Objetivos de actitud: deben abordarse las creencias que interfieran con la actuación segura o con la respuesta a la formación. Creer que los accidentes no pueden evitarse o que “los disolventes no pueden hacerme daño porque llevo años trabajando con ellos y estoy perfectamente” son algunos ejemplos.
Objetivos de acción social: la capacidad para analizar un problema concreto, identificar sus causas, proponer soluciones, planear y adoptar las medidas necesarias para resolverlo. Por ejemplo, la tarea de analizar un trabajo específico en el que varias personas han sufrido lesiones de espalda, y de proponer modificaciones ergonómicas, exige una acción social consistente en el cambio de la organización del trabajo mediante la cooperación entre la empresa y los sindicatos.

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