viernes, 30 de enero de 2015

Técnicas de comportamiento individual

Se han realizado pocos estudios de la capacidad de las personas que trabajan por turnos para combatir el estrés (Olsson y cols. 1987; Olsson y Kandolin 1990; Kandolin 1993; Spelten y cols. 1993). Las estrategias activas —consistentes, por ejemplo, en comentar los problemas con otras personas— parecen más idóneas para combatir el estrés que las pasivas, como el consumo de alcohol (Kandolin 1993). No obstante, se echan en falta estudios longitudinales en los que se examine la relación entre las técnicas de comportamiento o la estrategia de afrontamiento y estrés.

jueves, 29 de enero de 2015

Medidas de salud en el trabajo (II)

Además, Scott y LaDou (1990) mencionan algunas “contrain- dicaciones relativas” utilizables principalmente en el asesora- miento de los futuros empleados, como unos hábitos de sueño rígidos con acusada tendencia “matinal”. Deberían tenerse en cuenta la edad y el alcance de las responsabilidades familiares. Hermann (1982) propone un calendario para las explora- ciones médicas periódicas. La segunda de ellas se debe realizar dentro de los doce meses siguientes al inicio del trabajo nocturno; posteriormente, los menores de 25 años se deben someter a exploración cada dos años como mínimo; los trabaja- dores de entre 25 y 50 años de edad, cada cinco años; los de 50
a 60 años de edad, cada dos o tres años; y con una frecuencia anual o bienal los que cuenten más de 60 años.

miércoles, 28 de enero de 2015

Medidas de salud en el trabajo (I)

Algunos autores (por ejemplo, Rutenfranz y cols. 1985; Scott y LaDou 1990) recomiendan una exploración y supervisión médica del personal con anterioridad a su incorporación al trabajo por turnos. Se desaconseja el trabajo nocturno de los trabajadores que se encuentren en alguno de los casos siguientes:
• un historial de trastornos gastrointestinales, como úlcera péptica recurrente o síndrome de colon irritable, siempre que los síntomas sean graves;
• diabetes mellitus insulinodependiente;
• tirotoxicosis;
• enfermedad coronaria, en especial si existe angina inestable o antecedentes de infarto de miocardio;
• narcolepsia y otras afecciones que produzcan perturbaciones crónicas del sueño;
• epilepsia;
• trastornos psiquiátricos graves, especialmente depresión crónica;
• asma que precise medicación, en especial si el paciente depende de los esteroides;
• tuberculosis activa y extendida;
• alcoholismo o drogadicción,
• deficiencia acusada de la visión o hemeralopia (ceguera diurna)
demasiado grave para una corrección efectiva.

martes, 27 de enero de 2015

Alimentación

Aunque no existen pruebas de que la alimentación influya en la adaptación al trabajo nocturno (Rosa y cols. 1990), se han ofre- cido algunos consejos prudentes:
• Mientras se trabaje en el turno de noche, la comida principal debe hacerse antes de las 01:00 horas y ser más rica en proteínas que en carbohidratos, además de baja en grasas.
• Se recomienda tomar un refrigerio consistente en fruta fresca o productos lácteos entre las 04:00 y las 04:15 horas.
• Es mejor hacer las comidas a horarios regulares.
• Deben evitarse las comidas copiosas justo antes de irse a la cama. El trabajador debe aprender a interpretar las señales de su organismo y a juzgar su bienestar digestivo y sus niveles energéticos (Community Health Network 1984; Wedderburn 1991; Knauth y cols. 1991).

lunes, 26 de enero de 2015

Reducción de los problemas con el sueño (II)

El trabajador debe abstenerse de recurrir al alcohol para concitar el sueño, además de tomarse el tiempo preciso para relajarse al finalizar la jornada de trabajo (Community Health Network 1984; Monk 1984; Wedderburn 1991).
En los casos en que está en juego la seguridad, algunos autores recomiendan las “siestas reparadoras” durante el turno de noche para superar el nivel mínimo nocturno circadiano de atención (Andlauer y cols. 1982). Muchas empresas japonesas que trabajan ininterrumpidamente permiten estos descansos durante el turno de noche (Kogi 1981).

domingo, 25 de enero de 2015

ASPECTOS RELACIONADOS CON LA VALIDEZ DEL DISEÑO DEL ESTUDIO

La necesidad de la validez
La epidemiología tiene como finalidad facilitar información sobre las enfermedades que afectan a las poblaciones. En particular, puede utilizarse para obtener información sobre las causas profesionales de los problemas de salud. Esta información se deriva de los estudios realizados en grupos de personas que presentan una enfermedad, comparándolas con personas que no presentan dicha enfermedad. Otro enfoque consiste en analizar las enfer- medades que aparecen en personas sometidas a ciertas exposiciones en su trabajo y compararlas con las pautas de esas mismas enfermedades en las personas que no están sometidas a dichas exposiciones. De esta forma, se puede estimar el riesgo de enfermedad asociado a exposiciones específicas. Si se pretende que la información obtenida de este tipo de estudios pueda utilizarse para diseñar programas de prevención, identificar enfermedades profesionales e indemnizar debidamente a los trabajadores afec- tados por las exposiciones, estos estudios deben ser válidos.
La validez puede definirse como la capacidad de un estudio para reflejar la situación real. Un estudio válido es, por consi- guiente, aquel que mide correctamente la asociación (ya sea positiva, negativa o inexistente) entre una exposición y una enfermedad y que describe la dirección y la magnitud de un riesgo real. Se pueden distinguir dos tipos de validez: interna y externa. La validez interna es la capacidad de un estudio para reflejar lo que realmente les sucede a los participantes del estudio; la validez externa refleja lo que podría ocurrir en la población.
La validez hace referencia a la fiabilidad de la medición y no debe confundirse con la precisión de la medición, que es una función del tamaño del estudio y de la eficiencia del diseño del estudio.

sábado, 24 de enero de 2015

Encuestas descriptivas transversales

Las encuestas transversales suelen ser más útiles para fines prác- ticos y administrativos que científicos. Los principios epidemioló- gicos pueden aplicarse a las actividades sistemáticas de vigilancia en el contexto de la higiene industrial, entre ellas las siguientes:

• Observación de la morbilidad asociada a una profesión, un área de trabajo o determinadas exposiciones.
• Encuestas periódicas de los trabajadores expuestos a peligros profesionales conocidos.
• Exploración de los trabajadores que entran en contacto con nuevos peligros para la salud.
• Programas de control biológico.
• Encuestas sobre la exposición para identificar y cuantificar los peligros.
• Programas de exploración selectiva en diferentes grupos de trabajadores.
• Evaluación de la proporción de trabajadores que requieren controles preventivos o periódicos (p. ej., presión arterial, cardiopatía coronaria).

Es importante elegir unos indicadores que sean representa- tivos, válidos y específicos para todo tipo de encuestas. Al contrario que para el diagnóstico clínico, en una encuesta o en un programa de exploración selectiva sólo pueden realizarse un número reducido de pruebas y, por consiguiente, el valor predic- tivo de estas pruebas es importante. Los métodos poco sensibles no detectan la enfermedad de interés, mientras que los métodos muy sensibles producen demasiados resultados falsos positivos. Todas las actividades orientadas a la detección de casos (es decir, exploración selectiva) deben incluir también mecanismos para prestar asistencia a las personas que han dado resultados “posi- tivos”, tanto en términos de diagnóstico como de tratamiento. De lo contrario, el único resultado de estas actividades será la frustración, pudiendo el estudio causar más daños que beneficios.

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