Algunas evidencias sugieren que las personas que participan en las actividades de promoción de la salud en el lugar de trabajo suelen ser relativamente más sanas:
En conjunto, los participantes fuman menos, están más preocupados por su salud, se sienten en un mejor estado de salud y practican más ejercicio físico, especialmente ejercicio aeróbico, que los que no participan. Existen también algunas evidencias de que los participantes utilizan menos los servicios de salud y son algo más jóvenes que los que no participan (Conrad l987).
Puede ocurrir que las personas que están en mayor situación de riesgo no utilicen los servicios de salud.
Incluso cuando existen evidencias que apoyan determinadas actividades y todos los profesionales están de acuerdo en la nece- sidad de esos servicios como seguimiento, en la práctica no siempre se prestan. En general, los programas de asistencia a los trabajadores se centran en la detección de nuevos casos y dedican poco tiempo a la prevención en el lugar de trabajo. Los servicios de seguimiento no existen o se limitan a una o dos visitas tras la reincorporación al trabajo. Considerando la posibi- lidad que existe siempre de una recaída en los casos de abuso de alcohol y drogas, no parece que los programas de asistencia a los trabajadores dediquen energía suficiente a la asistencia conti- nuada, cuyo coste es muy elevado, sino que más bien se centran en actividades que pueden generar nuevos ingresos.
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