El desempleo estructural suele ser un problema irresoluble, ya que muchos trabajadores carecen de la cualificación y la adaptación necesarias para optar a otros puestos similares existentes a escala local y, con frecuencia, no cuentan con recursos para emigrar a otras zonas en las que puede haber trabajo.
En los casos de despidos generalizados, suele producirse un efecto dominó sobre la comunidad. La pérdida de ingresos enfría la economía local y causa el cierre de las tiendas y las empresas de servicios frecuentadas por los desempleados, lo que aumenta a su vez el número de éstos.
El estrés económico y mental que genera el desempleo suele afectar negativamente a la salud de los trabajadores y sus fami- lias. Se ha observado que la pérdida del empleo y, en particular, la amenaza de sufrirla, son los factores de estrés más potentes relacionados con el trabajo y se ha demostrado que provocan enfermedades emocionales (esta cuestión se analiza en otros apartados de la presente Enciclopedia). Con el fin de evitar estos efectos perjudiciales, algunas empresas ofrecen iniciativas de reconversión profesional y ayuda para encontrar un nuevo empleo, así muchos países han adoptado leyes en las que se exige específicamente a las empresas la concesión de prestaciones sociales y económicas a los trabajadores afectados.
El grupo de los subempleados está constituido por los trabajadores cuyas capacidades productivas no son plenamente utilizadas. Se incluyen aquí los trabajadores a tiempo parcial que buscan un empleo de jornada completa y los que poseen un nivel de cualificación elevado y sólo encuentran trabajos que exigen una cualificación relativamente baja. Además de la reducción de ingresos, sufren los efectos adversos que provoca el estrés por la insatisfacción en el trabajo.
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