. El trabajo nocturno provoca altera- ciones en el horario y la secuencia de las comidas. En efecto, durante la noche, el estómago no puede admitir, en cantidad ni calidad, una típica comida diurna. Por lo tanto, resulta comprensible que los trabajadores del turno de noche sufran inapetencia con mayor frecuencia que quienes trabajan de día y que los que no hacen turnos de noche, como afirman Ruten- franz y cols. (1981) sobre la base de un estudio de la literatura dedicada a la cuestión.
A largo plazo, los hábitos alimentarios irregulares pueden provocar molestias e incluso trastornos gastrointestinales. No obstante, es indudable que las causas de los síndromes gastroin- testinales complejos son múltiples. No resulta fácil analizar estu- dios como el de Costa (1996), debido a las diferencias metodológicas. La mayoría de los hallazgos proceden de estudios transversales, es decir, de muestras de personas que actualmente trabajan por turnos. Por consiguiente, si algunos han abandonado el sistema de turnos por causa de problemas o enferme- dades, la población restante está más o menos autoseleccionada (en lo que se denomina efecto del “trabajador saludable”). Esto hace que el estado de salud de un grupo de trabajadores por turnos pueda ser mejor que el de una muestra de trabajadores ubicados en el turno de día, sencillamente porque los problemas sociales y de salud han impulsado a algunos de los que trabajaban por turnos a pasarse al trabajo diurno y los que permanecen en los turnos son los más aptos para adaptarse.
En los estudios longitudinales, que son casi exclusivamente retrospectivos, los problemas de autoselección y de falta de seguimiento por exclusión son perfectamente conocidos. Por ejemplo, para la obtención de la muestra utilizada en el estudio de Leuliet (1963), la población de la encuesta se redujo práctica- mente a la mitad durante los doce años que duró el estudio. Al igual que ocurre con los estudios transversales, los efectos más serios se observan entre quienes, habiendo trabajado anterior- mente por turnos, se han pasado al trabajo de día por sus problemas de salud. Según Thiis-Evensen (1958), la úlcera péptica era dos veces más frecuente entre las personas que habían trabajado por turnos que entre los trabajadores diurnos.
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