Existen pruebas convincentes de los efectos beneficiosos del trabajo sobre la salud y de la repercusión negativa del desempleo. Sin embargo, el concepto del ETS no implica que el trabajo sea bueno para la salud. Significa, más bien, que la población trabajadora es más sana que el conjunto de la población. Esto se debe tanto a la dificultad que tienen los enfermos crónicos, los afectados por serias discapacidades y las personas muy mayores para conseguir y conservar un trabajo, como a la circunstancia de que los menos capaces de afrontar los riesgos laborales se ven rápidamente desplazados de sus puestos de trabajo, lo que deja una población activa constituida por los trabajadores más sanos y aptos.
Los epidemiólogos expresan el efecto del trabajador sano como una submortalidad (o una submorbilidad) de los trabaja- dores en comparación con el conjunto de la población. Para los epidemiólogos que estudian las enfermedades en el ámbito de las empresas, es preciso reducir el peso de este efecto. En su artículo sobre el ETS, Choi (1992) no sólo aborda las causas, sino también los métodos de reducción de este sesgo de selección.
Para los ergónomos deben ser tomados en consideración factores extraprofesionales, como la escasez de medios económicos y los problemas familiares además de los factores asociados al trabajo, como la ausencia de incentivos profesionales y el temor de no reunir los requisitos exigidos por el puesto de trabajo. Si un trabajador abandona voluntariamente su empleo muy pronto —pocos días o semanas después de acceder al mismo— es preciso tomar en consideración la posibilidad de que la edad haya mermado su capacidad para satisfacer las exigencias del puesto de trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario