Conviene tener en cuenta que la educación es un proceso continuado y no un hecho aislado. Es un proceso que requiere una planificación cuidadosa y hábil, al menos de cada etapa importante. Para llevar a la práctica un proceso educativo participativo basado en principios bien fundados de la educación de adultos y que capacite a los trabajadores, deben observarse determinadas fases en la planificación y aplicación de la educación participativa de los trabajadores, similares a las que se utilizan en otros programas de formación (véase “Principios de formación”), aunque hace falta prestar especial atención al objetivo de la capacitación de los trabajadores:
Primera fase: evaluación de las necesidades
La evaluación de las necesidades constituye el fundamento de todo el proceso de planificación. Una evaluación completa de las necesidades que implica la formación de los trabajadores incluye tres componentes: una evaluación de los peligros, un perfil de la población a la que se dirige la formación y una información previa sobre el contexto social de la formación. La evaluación de los peligros pretende identificar los problemas prioritarios que hay que abordar. El perfil de la población trata de responder un amplio conjunto de cuestiones sobre los trabajadores: ¿quién sacará más provecho de la formación? ¿Qué formación ha reci- bido ya la población objetivo? ¿Qué conocimientos y experiencia aportan al proceso los participantes? ¿Cuál es la composición étnica y de sexos de los trabajadores? ¿Qué nivel de alfabetiza- ción tienen los trabajadores y qué idiomas hablan? ¿A quién respetan y de quién desconfían? Por último, la obtención de información sobre el contexto social de la formación permite al formador maximizar el impacto de la misma teniendo en cuenta las fuerzas que pueden respaldar las condiciones mejoradas de salud y seguridad (como una fuerte protección sindical que permita hablar con libertad a los trabajadores sobre los peligros) y las que pueden plantear obstáculos (como las presiones a favor de una productividad mayor o la inseguridad del puesto de trabajo).
La evaluación de las necesidades puede basarse en cuestionarios, en la revisión de documentos, en observaciones efectuadas en el centro de trabajo o en entrevistas con los trabajadores, sus representantes sindicales y otras personas. El enfoque de la educación popular emplea un proceso de “escucha” sobre la marcha para obtener información acerca del contexto social de la formación, incluidas las preocupaciones de las personas y los obstáculos que pudieran impedir el cambio.
Primera fase: evaluación de las necesidades
La evaluación de las necesidades constituye el fundamento de todo el proceso de planificación. Una evaluación completa de las necesidades que implica la formación de los trabajadores incluye tres componentes: una evaluación de los peligros, un perfil de la población a la que se dirige la formación y una información previa sobre el contexto social de la formación. La evaluación de los peligros pretende identificar los problemas prioritarios que hay que abordar. El perfil de la población trata de responder un amplio conjunto de cuestiones sobre los trabajadores: ¿quién sacará más provecho de la formación? ¿Qué formación ha reci- bido ya la población objetivo? ¿Qué conocimientos y experiencia aportan al proceso los participantes? ¿Cuál es la composición étnica y de sexos de los trabajadores? ¿Qué nivel de alfabetiza- ción tienen los trabajadores y qué idiomas hablan? ¿A quién respetan y de quién desconfían? Por último, la obtención de información sobre el contexto social de la formación permite al formador maximizar el impacto de la misma teniendo en cuenta las fuerzas que pueden respaldar las condiciones mejoradas de salud y seguridad (como una fuerte protección sindical que permita hablar con libertad a los trabajadores sobre los peligros) y las que pueden plantear obstáculos (como las presiones a favor de una productividad mayor o la inseguridad del puesto de trabajo).
La evaluación de las necesidades puede basarse en cuestionarios, en la revisión de documentos, en observaciones efectuadas en el centro de trabajo o en entrevistas con los trabajadores, sus representantes sindicales y otras personas. El enfoque de la educación popular emplea un proceso de “escucha” sobre la marcha para obtener información acerca del contexto social de la formación, incluidas las preocupaciones de las personas y los obstáculos que pudieran impedir el cambio.
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