jueves, 5 de septiembre de 2013

Trastornos neurológicos.

Aunque los estudios de los trastornos neurológicos que afectan a quienes trabajan por turnos adolecen de falta de normalización de los síntomas y trastornos (Waterhouse y cols. 1991; Costa 1996), según Waterhouse
(1992), “se evidencia actualmente una mayor tendencia al malestar general —incluidas la ansiedad y elementos depre- sivos— entre los trabajadores por turnos que entre sus compa- ñeros que trabajan de día”. Costa (1996) formula una conclusión similar, aunque más cauta: “Las pruebas disponibles permiten afirmar que el trabajo por turnos puede influir en la morbilidad de los trastornos psiconeuróticos en mayor o menor medida, en relación a otros factores individuales o sociales”.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Trastornos cardiovasculares.

Como se ilustra en la Tabla 43.2, Kristensen (1989) ha analizado los aspectos metodológicos y analíticos de los estudios de la frecuencia de los trastornos cardiovasculares. En la mayoría de los trabajos publicados a partir de 1978 se informa de un incremento de los trastornos cardiovasculares, sobre todo entre las personas que han abando- nado el trabajo por turnos. Waterhouse y cols. (1992) descartan la posibilidad de negar absolutamente esta relación, según la opinión generalizada (Harrington 1978).

martes, 3 de septiembre de 2013

Trastornos gastrointestinales. (II)

Aanonsen (1964) y Angersbach y cols. (1980) observaron, respectivamente, que la frecuencia de úlcera péptica era dos y tres veces y media mayor entre quienes habían trabajado regular- mente por turnos, así como una reducción significativa de la frecuencia de las enfermedades gastrointestinales después de abandonar dicha modalidad.
Costa y cols. (1981) calcularon el intervalo de tiempo entre el comienzo del trabajo por turnos y el diagnóstico de la enfer- medad (Tabla 43.1). Al comparar grupos con diferentes horarios de trabajo, hallaron los menores intervalos medios (4,7 años) para la aparición de la gastroduodenitis entre los trabajadores adscritos permanentemente al turno de noche. Entre las personas que trabajaban de noche (esto es, los trabajadores que alternaban en los tres turnos y los dedicados exclusivamente al turno nocturno), la úlcera péptica se desarrollaba en intervalos de unos 5 años. En su revisión, Costa (1996) llega a la conclusión de que “existen elementos de juicio bastantes para afirmar que el trabajo por turnos es un factor de riesgo de trastornos y enfer- medades gastrointestinales, en especial de úlcera péptica”
(Tabla 43.1).

lunes, 2 de septiembre de 2013

Trastornos gastrointestinales. (I)

. El trabajo nocturno provoca altera- ciones en el horario y la secuencia de las comidas. En efecto, durante la noche, el estómago no puede admitir, en cantidad ni calidad, una típica comida diurna. Por lo tanto, resulta comprensible que los trabajadores del turno de noche sufran inapetencia con mayor frecuencia que quienes trabajan de día y que los que no hacen turnos de noche, como afirman Ruten- franz y cols. (1981) sobre la base de un estudio de la literatura dedicada a la cuestión.
A largo plazo, los hábitos alimentarios irregulares pueden provocar molestias e incluso trastornos gastrointestinales. No obstante, es indudable que las causas de los síndromes gastroin- testinales complejos son múltiples. No resulta fácil analizar estu- dios como el de Costa (1996), debido a las diferencias metodológicas. La mayoría de los hallazgos proceden de estudios transversales, es decir, de muestras de personas que actualmente trabajan por turnos. Por consiguiente, si algunos han abandonado el sistema de turnos por causa de problemas o enferme- dades, la población restante está más o menos autoseleccionada (en lo que se denomina efecto del “trabajador saludable”). Esto hace que el estado de salud de un grupo de trabajadores por turnos pueda ser mejor que el de una muestra de trabajadores ubicados en el turno de día, sencillamente porque los problemas sociales y de salud han impulsado a algunos de los que trabajaban por turnos a pasarse al trabajo diurno y los que permanecen en los turnos son los más aptos para adaptarse.
En los estudios longitudinales, que son casi exclusivamente retrospectivos, los problemas de autoselección y de falta de seguimiento por exclusión son perfectamente conocidos. Por ejemplo, para la obtención de la muestra utilizada en el estudio de Leuliet (1963), la población de la encuesta se redujo práctica- mente a la mitad durante los doce años que duró el estudio. Al igual que ocurre con los estudios transversales, los efectos más serios se observan entre quienes, habiendo trabajado anterior- mente por turnos, se han pasado al trabajo de día por sus problemas de salud. Según Thiis-Evensen (1958), la úlcera péptica era dos veces más frecuente entre las personas que habían trabajado por turnos que entre los trabajadores diurnos.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Efectos del trabajo por turnos sobre la salud (II)

Hak y Kampmann (1981) estudiaron los fenómenos del sueño y la fatiga en los maquinistas ferroviarios. Cuanto antes empezaba el turno de mañana, más breve era el período de sueño del turno de noche precedente y más fatigados se sentían los maquinistas durante el turno matinal. Tanto Moors (1990) como Folkard y Barton (1993) confirmaron la disminución de las horas de sueño asociada al adelanto del comienzo del turno de mañana. Este fenómeno se puede explicar en parte por la presión del entorno familiar para retrasar la hora de retirarse a dormir y, en parte, por el “reloj biológico” que, en opinión de Lavie (1986), genera una “zona vedada” para el sueño, consis- tente en una franja de tiempo durante la cual la facilidad para conciliar el sueño se reduce drásticamente. Según esta última hipótesis, si el trabajador se acuesta antes porque el siguiente turno de mañana comienza más temprano, es posible que le cueste conciliar el sueño.


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